viernes, 17 de septiembre de 2010

Cap 8: Juvenal

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............................................................Plaza de Armas. Copiapo 1910

“Puro, Chile, es tu cielo azulado,
puras brisas te cruzan también,
y tu campo de flores bordado
es la copia feliz del Edén.”

Cuando llegué el Teatro Municipal de Copiapó ya estaba lleno de gente que cantaba con encendido patriotismo la canción nacional de Chile. Igual que en anteriores días, hemos tenido muchas convocatorias de dirigentes políticos y manifestaciones del pueblo contra Perú y Bolivia, quienes no cejan en sus reclamaciones que se derivan de la derrota que les infringimos en la Guerra del Pacífico del 79. Con entusiasmo exaltado el público cantaba en defensa de la Patria:

“Majestuosa es la blanca montaña
que te dio por baluarte el Señor,
y ese mar que tranquilo te baña
te promete futuro esplendor.”

Me doy cuenta que los años cruentos de la guerra aún están frescos están frescos en la mente de la población, son muchas las vidas que se perdieron en las batallas del desierto y en los combates en medio del mar. Tengo la convicción de que la victoria fue dolorosa y muy cara, de modo que ahora tenemos el derecho del vencedor, en cambio Bolivia no tiene ningún derecho a exigir un puerto en compensación por la pérdida de su antiguo litoral, por el contrario, es la nación vencedora la que impone sus condiciones y puede exigir el pago por los daños y gastos incurridos.

El ambiente me envolvía de contagio, cada vez el fervor dentro del teatro era mayor, algunos ondeaban a lo alto la bandera tricolor chilena, todo el mundo cantaba con un profundo sentimiento de orgullo patrio:

“Dulce Patria, recibe los votos
con que Chile en tus aras juró
que o la tumba serás de los libres
o el asilo contra la opresión.”
Los territorios conquistados a Perú y Bolivia fueron entregados al país de manera indefinida, fue una entrega absoluta, incondicional y perpetua, salvo el asunto de Tacna y Arica, que debería dirimirse con un plebiscito en virtud del Tratado de Ancón. Por este motivo enardecen tanto las motivaciones revanchistas de estos países; entre medio de la multitud se escuchó el grito de un roto:

- ¡Viva Chile, mierda!

Estos acontecimientos se desencadenan a consecuencia del golpe de Estado que se produjo en Bolivia el 12 de julio de este año 1920, según el cual asumieron el poder los líderes del Partido Republicano, quienes han tenido una oposición vehemente a la política de los liberales bolivianos, presididos por Gutiérrez Guerra, orientada a buscar una solución marítima para Bolivia por Arica-Tacna y, más bien, reclaman la devolución de todo el litoral de Antofagasta… ¡Vaya, poca cosa!
Las noticias que llegan informan que la revolución puso en el Palacio Quemado un nuevo gobierno boliviano, dirigido por Batista Saavedra y su Junta, cuyo estandarte de lucha es la reivindicación de las costas que fueron bolivianas. Este gobierno esta constituido por alzados que han sido apoyados por el Perú, país que aspira a la recuperación de Tacna y Arica y, por tal motivo, desaprueba por completo el eventual acuerdo entre Bolivia y Chile para una solución marítima por dicho territorio.
En consecuencia, el gobierno de La Paz recuperó el acercamiento con Lima que había ido perdiendo desde principios de siglo, y amenaza con desconocer todos los acuerdos sobre mediterraneidad que hasta este momento se habían establecido con Chile.
Bolivia pretende hacer el papel de víctima, como si hubiese sido engañada o presionada a suscribir el Tratado de 1904, en el cual renuncia a toda pretensión o aspiración litoral a cambio de una amplia libertad de tránsito y de uso de aduanas para el Altiplano, la construcción del ferrocarril Arica-La Paz y el pago directo de dineros del fisco chileno, poniendo fin a la controversia que se venía arrastrando desde el Pacto de Tregua de 1884.
De hecho, todos sabemos que el General Ismael Montes defendió el proyecto del tratado en su campaña por la presidencia boliviana, siendo luego elegido por mayoría absoluta en mayo de 1904. Posteriormente el Congreso aprobó el tratado por amplísima mayoría también, previendo los importantes beneficios que generosamente Chile les ha concedido.
Sin embargo, parodiando el lema del escudo de Chile, algunos dirigentes bolivianos han dicho con soberbia: “Sea por la razón o por la fuerza, Bolivia ha de volver a tener costas propias”. Con este espíritu pendenciero, al acercarse el fin de la Gran Guerra de Europa de 1914, Bolivia y Perú vieron la posibilidad de una nueva ofensiva para sus pretensiones territoriales y afanes de recuperación.
Los hábiles diplomáticos peruanos y bolivianos vieron aumentar sus oportunidades en consideración a que Chile está catalogado como un país pro-alemán, puesto que se negó a romper relaciones con los vencidos y se mantuvo neutral durante todo el conflicto bélico; en tanto que Perú y Bolivia estuvieron junto a Estados Unidos y sus aliados. De modo que se tiene la sensación de que Chile ha quedado más cerca de los perdedores que de los países de la Liga.
En este contexto, los republicanos bolivianos alegan cínicamente que solicitar salidas al mar por Tacna o Arica es una traición al ex aliado peruano durante la guerra del pacífico. Ellos pretenden desconocer los tratados y acuerdos establecidos para buscar la recuperación total de los territorios perdidos de Atacama.
Esta situación es la que ha motivado que el gobierno del presidente Sanfuentes, a través de su Ministro de Guerra y Marina, Ladislao Errázuriz Lazcano, haya ordenado el movimiento de importantes contingentes de militares chilenos hasta las inmediaciones de la frontera de Tacna-Arica y también el envío de nuevos efectivos para expulsar ciudadanos peruanos de Iquique y Arica. Del mismo modo, Perú y Bolivia han concentrado tropas en la frontera con Chile, así entonces la situación es extremadamente delicada.

El Teatro Municipal estaba repleto de gente que escuchaba las arengas patrióticas de algunos dirigentes políticos. Allí me encontré con la María Guerra y sus hermanas, quienes me pagaron las dos revistas de la Escuela, “El Republicano”, que les había vendido durante la celebración del décimo quinto aniversario de la Normal.

Me siento feliz en la compañía de ellas, las estuve acompañando durante todo el acto político y después nos fuimos charlando animadamente por la calle Chañarcillo hasta su casa, ellas viven en una linda casita con balcones, frente donde vive el doctor Vallejos.

Los graves conflictos internacionales no son nada frente a mis pretensiones con esta coquetoncita, pretendo una perla copiapina que por un instante ha puesto en mí su mirada fija, sus bellos ojos claros, y que he respondido, claro está, a tanta honra con mi mejor sonrisa: ¡La María Guerra! Ella es una aristócrata, culta y, sobre todo, tan bella como una diosa.

Me atreví a hablarle en ocasión de la velada de celebración del aniversario de nuestra escuela, le vendí dos revistas que me quedó pendiente de pagar más adelante, allí está publicada una poesía mía, “A ti”, y un artículo titulado “El músico viajero”, firmados con el seudónimo Monteverdi.

Esa vez ella vino al acto cultural y el posterior banquete con profesores y alumnos que organizó nuestro curso, el 4to año, y se comportó muy atrayente, a mí me dijo que le habían gustado mucho mis interpretaciones musicales que hice con el violín.

Fue un día felicísimo, me hicieron tocar “Traviata” con mi violín, acompañado por piano con el Sr. Hidalgo, nuestro profesor de música. Después, acompañado de guitarra por mi compañero Luís Benavides, toqué el tema “Antofagasta” y un valsecito mío.

Más tarde, en la noche, en la calle Atacama, nos volvimos a cruzar y la María Guerra fue muy cortés en saludarme amablemente. Cualquiera que supiese de mis sentimientos diría que soy un Cupido de primera, como un verdadero picaflor. Bueno, no lo niego, es verdad, pero a quién amo más es a quién digo amar más, así es mi corazón que se va purificando y engrandeciendo con los amorcillos pasajeros.

A propósito de amor, debo reconocer que pienso mucho en mi primita Albertina y también en Rosalba, ellas están siempre en mis pensamientos. Sin embargo, nada sé de ellas a pesar de que ya estamos en el mes de julio, se han puesto ingratas y no me han escrito desde que me vine de La Serena en el pasado mes de marzo.

Desde que llegué he tenido que estudiar mucho, son numerosas las asignaturas que tengo y hay muchas cosas nuevas que aprender, mis notas son buenas y sólo pido a Dios que me ayude a vencer este año, eximiendo los exámenes finales si es posible.

En los programas de estudio se atribuye una importancia fundamental al idioma patrio y comprende la enseñanza de la lectura, la escritura y la gramática, es decir el cultivo del lenguaje hablado y escrito. Como futuros maestros tenemos el deber de luchar contra la falta del gusto por la lectura y el mal uso del lenguaje, fenómeno muy generalizado en todo el país.

Sin duda alguna que Chile es el país dónde peor se habla el idioma español en América Latina. Los vicios de la pronunciación y el descuido de las voces, cuyo significado se desconoce o confunde, son rasgos característicos del modo de hablar del pueblo. Entre nosotros se confunden de manera generalizada la pronunciación de la “v” con la “b”, la “y” con la “ll”, la “c” con la “s” y la “z”, la “l” con la “r”.

Es común encontrar que un niño lea “defeuto”, aunque esté escrito “defecto”, “convición” aunque esté escrito “convicción”, “Tarca” por “Talca”. No es tampoco raro oír en las conversaciones frases como éstas: “los juimos”, “cual es que venis”, “como estai”, y otras incorrecciones por el estilo. No hay ningún cuidado en el uso del lenguaje.

Por este motivo he cultivado con atención el hábito de la lectura. Últimamente me he tomado el tiempo para leer la novela “Verdad” de Emilio Zola, “María” de Jorge Isaac, “Un empleado público” de Tancredo Pinochet Le-Brum. También este año he leído otros libros, “El abate de Constantino”, “Aritmética en el amor”, “Quién disparó”, “Marinero”, y más novelas que he disfrutado con delectación.

Decía que este año he estudiado con bastante tesón, no quiero volver a pasar por la mala experiencia de francés. Una semana después de mi llegada a Copiapó tuve que rendir mi examen de reparación de francés, salí mal. Hubo Consejo de Profesores y allí decidieron que en consideración a mi buena trayectoria e intachable conducta merecía ser aprobado. ¡Qué feliz me sentí!

Esa noche estuve de salida con mi Magdalena, noche estrellada como nunca, dicen que las estrellas no son más que huequitos del cielo por donde penetra la luz del infinito, luz profunda que se siembra en los corazones de los amantes para iluminar los sentimientos nobles.

Esa niña es buena y me adora, me ama puramente. Con mi Magda las noches son cual una cadencia del cantar de una alondra, suspiros de notas musicales que se deslizan con suave armonía. ¡Oh! Mi dulce niña, siempre fiel.

El 23 de Agosto voy a partir nuevamente en tren longitudinal a La Serena, mi querido e inolvidable terruño, para pasar mis vacaciones de invierno. Necesito descansar, pues prácticamente todo este mes me he sentido enfermo con una gripe que no se me quiere quitar.

Un día me encontré en la Plaza de Armas con las Guerras, las acompañé mientras paseábamos en torno a la plaza. Ellas son personas que están muy pendientes de los acontecimientos políticos del país y me comentaban que lo que se estaba llamando la “Guerra de Ladislao” era una movilización militar defensiva del país, a pesar de que en instancias internacionales lo acusen de militarista, porque no sólo está la actitud anti-chilena de Perú y Bolivia, sino además está la actitud oportunista de Argentina, quien siempre ha obtenido ventajas de los conflictos del país.

- Imagínese - me decía María – Argentina suscribió en 1878 la alianza militar de Perú y Bolivia contra Chile, antes que estallara la Guerra del Pacífico, pero no fue ratificada debido a las sorpresivas victorias chilenas, ya que falsamente se creía en una inferioridad del espíritu guerrero de los chilenos.

- Sin embargo, ellos invadieron la Patagonia, que hasta entonces estaba disputada, creando la posibilidad de un tercer frente de guerra – comenté.

- Sí, efectivamente, los argentinos tenían la intención de cortar Chile, a la altura de Puerto Montt, con la expedición de ocupación que dirigió el general Roca, explicaba con furia contenida. Chile tuvo que renunciar a los territorios patagónicos orientales en controversia, con la firma del tratado de 1881, no podía hacer otra cosa mientras estaba en guerra contra Perú y Bolivia.

- Bueno, también Chile tuvo que renunciar a los territorios de la Puna de Atacama a favor de Argentina – le recordé a la María.

- Es verdad, usted sabe que Bolivia le regaló a Argentina en 1898 aquellos territorios que estaban ocupados por las fuerzas militares chilenas, conquistados con muchas vidas y sangre de soldados, con la intención de provocar una nueva guerra que diera oportunidad de recuperar Tarapacá y Antofagasta. Entonces, un cuestionable arbitraje norteamericano del año siguiente dejó la mayor parte de la Puna en manos argentinas. ¡Qué indignación! – sus hermosos ojitos brillaban.

Estuvimos charlando hasta bastante avanzada la noche, disfruté mucho la conversación con las Guerras, ellas son personas muy educadas y de una amplia cultura. Cuando nos despedimos me desearon “Felices vacaciones”, sacándome el sombrero les conteste: “Muchas gracias”.

Consigue la novela: Juvenal, cuando el gallo no canta


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