sábado, 25 de septiembre de 2010

Cap 11: Juvenal

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..................................................................Coquimbo - 1906.

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Tan pronto llegué a la Serena comencé a pasar las noches de visita donde mis primas, pero un día conseguí a la coqueta de Albertina con otro. Tuve un gran disgusto y puse fin a nuestra relación de amor. Segundo, que también había reñido con mis primas, me acompaño ese día a tomar vino como grandes despechados, nos plantamos esa noche una tremenda farra.

En aquellas noches de desconsuelo me acordé de Rosalba, con quien me he portado cruel, ya que apenas la he saludado en una oportunidad que la vi en la iglesia. Le envié una carta con la esperanza de que me contestara para retomar nuestra amistad.

Así llegó la Pascua, día que debe ser de recogimiento espiritual junto con la familia, para celebrar otro año más del nacimiento de nuestro salvador, señor Jesucristo, pero más fuertes son mis padecimientos que me llevan a una vida de bohemio, pues el único calmante para mi doloroso desengaño es el licor, es mi afán de todos los días.

Un día, muy sulfurado e influido por los efectos del alcohol, fui donde mi tía política para reclamarle la burla de que había sido víctima por parte de mis primas, ellas se juntaban con dos extraños, sin tenerme ninguna consideración. He puesto final a esa relación.

Cuando regresaba a casa me crucé con uno de esos tipos, no pude resistir la tentación de lanzarle una indirecta, hice como si tropezaba con una piedra y dije:

- ¡Ah, mierda…!

El gallito no se atrevió a contestarme nada, sólo es valiente cuando anda con su amiguito. Se llama Marcelo, pero para mí no es más que un roto que no tiene donde caerse muerto.

El 31 de Diciembre nos dispusimos con Segundo a esperar alegremente la llegada del nuevo año, invitamos a las hermanas Berta y Lucha a mi casa, quienes nos acompañaron más o menos hasta la 1 de la mañana. ¡Oh! ¡Qué sublime abrazo de año nuevo nos dimos! La pasamos muy divertidos y con mucho licor.

Fui a dejar a Sáez a su casa y allá nos encontramos con Tapia, entonces los tres volvimos a la calle tocando una marcha con mi violín hasta llegar a mi casa nuevamente para amanecernos. Cuando aclaró a las 6 y media de la mañana nos recogimos todos. Yo me levanté a la llegada de mis primas, a quienes ni en sueños creía volver a verlas, pero sí fueron más atentas. A María, Albertina y Andrea les di un fuerte abrazo deseándoles que tuviesen un feliz año nuevo 1921.

Esa tarde también llegó mi abuelita con mi hermana Graciela, quienes venían de viaje de Almirante Latorre, donde estuvieron unos días de descanso. El encuentro fue estupendo, cuan tarde se ha conocido mi familia con mis primas, pensaba resignado, puesto que ya en mí se ha apagado la llama del amor que sentía por Albertina. En todo caso, pasamos una deliciosa velada, yo les toque el violín acompañado con la guitarra que tocó Graciela. Mis primas conocieron la casa, les regalé flores y después con Segundo la fuimos a dejar cerca de su casa.

Algunos días después me ha dicho Albertina que desea volver a la amistad anterior, volver al amor: ¡El amor! Pero no, yo ya no puedo amarla tan intensamente como cuando pensé hacerla mi esposa, no puedo olvidar el engaño que me ha hecho, su falta al juramento de lealtad, su burla hacia mí. Más bien siento deseos de castigarla, pero mi conciencia me dice que no, en mi pecho no puede haber ansias de venganza, pues es mi prima, no puedo ni debo hacerle daño. Dejaré todo al destino.

¿El destino? Pues sí, el destino y el tiempo se encargan de suavizar los dolores del alma, cicatrizar las heridas y ofrecer otros senderos que llevan a nuevos horizontes. Pues sí, otros horizontes quisiera explorar con mi Rosalba, pues es el caso que ella ha respondido a mis súplicas y he tenido dos ocasiones para hablarle. Ella se comportó muy cariñosa conmigo, alegre y señorita. ¡Nos amamos y nos amaremos eternamente!

¿Qué más podía pedir? Esa angelical niña me daba la comprensión que mi alma necesitaba, con ella me sentía muy feliz y sentía que todo marchaba de mil maravillas. Sin embargo, cuando volvimos a encontrarnos me dijo que tenía que ir a Vicuña, donde su hermana Rosaura, pero que me escribiría a mi casilla de correo, la número 195.

Pasaron muchos días y Rosalba no cumplió su palabra. El día 1° de Febrero regresó de Vicuña acompañada de Rosaura, pero no la pude ver a pesar de que durante varias noches pasé por frente de su casa, noches en blanco.

Muchos chismes desagradables sobre ella llegaron a mis oídos, además, ella no me había cumplido, de modo que ya no podía admitir ningún tipo de explicaciones, entonces su modo de proceder nos dejaba libre del compromiso entre nosotros. Ya no la buscaría nunca más.

De las primas, ya ha muerto mi obsesión, durante dos meses habré ido a su casa cuando más dos veces, también Segundo les dio su adiós para siempre. Pero un día vinieron a mi casa y me pidieron que les tocara el violín, me escucharon con mucha atención y se mostraron muy amigas conmigo, especialmente Albertina, pero si algo pasa, mí intención es pagar con la misma moneda, no quiero sufrir más desengaños con mi prima.

En realidad prefiero conocer otros mundos que estaban ocultos para mí, el mundo de las diversiones nocturnas en Coquimbo, puerto de marineros que buscan mujeres y licor. Fui para allá con mi amigo Segundo, donde nos quedamos durante 3 días de diversión, paseamos, visitamos teatros y escuchamos música de lo mejor.

Nos encontramos con el amigo Estival, quien nos llevó a visitar fondas. ¡Caray! Qué ambiente se ve, es otra vida completamente distinta, todo es diferente, hay mucha diversión y también es una vida de degeneración y corrupción. En una de esas casas vimos a una muchacha que estuvo empleada en mi casa de trapeadora.

En otra oportunidad nos encontramos 7 amigos y acordamos ir a “putas”. De hecho fuimos a varias casas de prostitución, donde las Gaonas, Aída, Tírelas, Omalia y finalmente donde María Guzmán, por la cual pasamos dos veces. ¡Caramba! Todo esto era un mundo nuevo, ya que era primera vez que me iba de farras en prostíbulos.

A medianoche nos dejaron Guerrero, Emilio Godoy, Manuel Vergara y dos más. Quedamos con mis amigos Tapia y Vergara, el sastre, con quienes permanecimos hasta las tres de la mañana. Vergara se quedó con una puta, yo casi, pero no tenía suficiente dinero.

La brisa nocturna de la calle, céfiro de la bahía del puerto, me hizo evocar unas estrofas del poeta español Esteban Manuel de Villegas:

Dulce vecino de la verde selva,
huésped eterno del abril florido
vital aliento de la madre Venus,
céfiro blando.

Si de mis ansias de amor supiste,
tú que las quejas de mi voz llevaste,
oye, no temas, y a mi ninfa dile,
dile que muero.

Al día siguiente, cuando iba junto con Segundo, nos encontramos con Guevara, Emilio Larrondo, Godoy, Martínez, Aqueda, Tapia, Vallejos, Vergara, etc. Nos convidaron a “putas” otra vez, entonces vinimos a casa a buscar plata, pero después no los encontramos; mejor así.

He tenido suerte al no meterme otra vez en farras. Con mi inseparable amigo Sáez hemos tomado otra vida, la de tenorios… bueno, tenorios en el sentido de “tener”. Es así que el tiene su “Emilia” y yo mi “María”. Las noches se han deslizado con toda la dicha imaginable.

Yo fui el primero en entrar a su casa en la noche, por hombre no puedo describir las cosas que hicimos en el calor de la intimidad y de la pasión. Después le tocó a Segundo con Emilia, mientras yo salía a pasear con María.

Así íbamos, pasamos tres noches seguidas divinas, pero a los pocos días me sentí enfermo, entonces inmediatamente me hice remedio, a los tres días me apliqué otros más violentos para de esta manera estar más esperanzado de sanar pronto.

A mediados de marzo debía haber viajado a Copiapó, pero debido a mi reciente enfermedad no lo pude hacer, el destino ha querido que no esté en la Escuela Normal. ¿Qué podía hacer? Me daban ganas de llevarle un sermón a la cruel mujer que tuvo aquel corazón tan malo de enfermarme y, por su culpa, no haber podido irme a terminar mis estudios.

Con mi amigo Sáez he mandado a Copiapó el certificado médico, pidiendo permiso por algunos días. El viajó con el nuevo normalista de la Serena, Armando Zepeda.

Después que transcurrió un mes me comencé a sentir un poco mejor. Fui a ver a María, ella se comportó muy emocionada y me regaló su retrato, sin embargo, en la noche vi entrar a otro hombre a su hogar, al día siguiente, a la hora de almuerzo, encontré a otro, nada más para nuestro disgusto en la noche. ¡El adiós! No fui nunca más donde ella, mujeres así no merecen más que desprecios.

De Segundo he recibido una sola carta, después de su llegada a Copiapó y nada más, ninguna respuesta a mis dos cartas siguientes. Junto con la de él me escribió Magdalena, mi dulce Magda que extraño tanto, le contesté por manos de Segundo.

Grandes han sido mis sufrimientos, mi enfermedad dura demasiado tiempo, pero estoy seguro que mejoraré por completo y me podré ir a la Escuela Normal el próximo 2 de Junio. Esto es pasajero, volveré a mi vida de estudiante y, con la gracia de Dios, este año culmino mis estudios de Maestro Normalista

Sin embargo, en estos días también me he sentido muy feliz, pues para la celebración del 21 de mayo toqué el violín en la Escuela Superior de Hombres Nº 1. Interpreté un tango, Irigoyen, acompañado de guitarra y después toqué un solo de violín, Rigoletto. La selecta concurrencia me aplaudió y el director, Sr. Molina, me felicitó y me dio las gracias por mi colaboración.

Otro día toque el violín en el Club Pedro Pablo Muñoz, en la oportunidad en que se realizó la sesión para formar el Club de fútbol “Serena Atlético”, fue el 23 de mayo. Fui acompañado en aquella ocasión por el guitarrista Iriarte.

Ya siento que cada vez aumenta mi bienestar, poco a poco voy sanando y volveré a disfrutar esta encantadora ciudad. Lo que lamento es no tener a mi lado un amorcito siquiera para no sentir tan monótono pasar del tiempo.


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