lunes, 27 de septiembre de 2010

Cap 12: Juvenal

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...........................................................Juvenal y su abuela Juana, 1919
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Siento la angustia de que los días pasan y estos malditos dolores no me quieren abandonar, apenas he dormido durante esta noche, tengo náuseas, siento un intenso dolor de cabeza, pareciera que mis pensamientos fuesen a explotar. A pesar de que mi abuelita puso cortinas oscuras en mi habitación, percibí el lánguido amanecer, fue como si el día no tuviese fuerzas para diluir la oscuridad de la noche que se debe ir, apenas oigo los ruidos de la calle, ya no está la algarabía de las mañanas, es un día muy extraño, me siento muy cansado.

Esta enfermedad me agota, cuando parece que estoy mejorando me viene una recaída y luego me vuelvo a sentir mejor para recaer otra vez, pero ahora las nauseas me provocan vomitar todo, expulsar mis pensamientos, vomitar mi alma, botar de una vez mis dolores para descansar el cuerpo de esta angustia que ya no puedo soportar. ¡Esta es una enfermedad de mierda!

Ayer sorprendí a mi hermanita Hildita Hortensia mirándome a hurtadillas desde la puerta medio entreabierta de mi habitación, su inocente carita expresaba curiosidad e incomprensión, también su mirada era de temor. Le grité que se fuera, que nada tenía que hacer allí, entonces sentí que asustada y sollozando corrió hacia donde mi abuelita.

Ella era la única a quien le permitía quedarse en mi habitación escuchando mis prácticas de violín, se sentaba en un rincón del cuarto y escuchaba con atención las melodías musicales que yo practicaba. Su candidez me ayudaba a inspirarme con la mayor pureza en las emociones que acompañaban la música que hacía fluir con mi viejo violín.

Ya no soporto la compañía de nadie, quiero estar sólo, cualquier otra cosa me molesta, todo me irrita y hace mayores mis padecimientos que no he logrado quitar con tantos remedios que me he hecho. Primero me venía aplicando fricciones de mercurio en mis partes afectadas, es lo que llaman ungüento azul, y también he inhalado vapores de mercurio para curar mis malestares, son remedios muy fuertes, pero es la manera de mejorar de mi enfermedad.

Sin embargo, después de altibajos en mi estado de salud, sólo he logrado sentirme muy débil, me surgieron unos agudos dolores del pecho, tenía temblores y espasmos musculares. La fiebre me hacía alucinar con las sombras que parecían que se desplazaban como oscuros fantasmas que me envolvían en un abrazo letal.

Definitivamente pierdo la paciencia por la prolongación desmesurada de esta situación, no merezco este castigo del destino, hace daño a mis planes de terminar mis estudios y daña a mi familia que tiene depositadas tantas esperanzas en mí ¿Por qué la vida deja caer tanto polvo sobre mis hombros? ¿Acaso he hecho algún mal para merecer tan drástico castigo?

Quizás sean pruebas de Dios para obligarme a fortalecer más aún mí espíritu, a fin de prepararme para enfrentar las adversidades de la vida. Pues sí, por este motivo he puesto toda mi fortaleza para tratarme con la mayor intensidad, es la razón por la cual me he administrado mayores dosis de remedios para salir más rápido de este trance, a pesar de los malestares que me produce el tratamiento. Así es, un momento de placer con Venus provoca mucho sufrimiento con Mercurio, es la manera de expiar los pecados.

Mejoraba, pero luego la recaída fue peor, entonces comencé a ver al Dr. Aguirre, quien me viene controlando y me ha dicho que los remedios que me ha dado son definitivos para sanar. “Salvarsán”, esto es, arsénico que salva, es el nombre de un moderno medicamento que me ha recetado el doctor y que me producirá la recuperación total.

Las primeras inyecciones hicieron desparecer las lesiones de mi piel, aunque he tenido muchos nauseas y vómitos con terribles diarreas, además creo que algo he estado perdiendo el cabello. Cada inyección me produce agudos escalofríos y mucha fiebre.

Me desaparecen algunos síntomas, sin embargo, ya no me quedan fuerzas, apenas soporto los dolores abdominales, hoy amanecí con un agudo dolor de pecho, la piel del cuerpo se me ha vuelto grisácea, tengo estrías de color blanco en las uñas. ¿Será que la vida se me va? Díos mío, no quiero pensar en ello, en la vida quiero hacer muchas cosas, quiero ser educador, quiero enseñar, quiero ser poeta y también quiero llenar todos los espacios de música con mi fiel violín, amo la vida.

Tengo ansias de vivir, quiero conocer el mundo y quiero disfrutar la vida junto con mis seres queridos, deseo compartir con ellos mis éxitos que me llenan de orgullo y satisfacción. Me arrepiento de todas las cosas que pudiera haber hecho mal en mi vida, pero mi Dios, no te lleves mi alma todavía, te lo suplico, mi vida será de rectitud y nobleza, lo prometo desde lo más profundo de mí.

El destino quiso quitarme a mi madrecita a mí muy temprana edad, dejándome huérfano en este agreste mundo, desamparado del cariño que sólo da la mujer que a uno lo trae a la vida. Esto me obligó a forjarme mi futuro con mucho esfuerzo y muchos riesgos, sin que la tuviese a ella para advertirme de los peligros que afrontamos en las osadas aventuras de la juventud.

Madrecita, me has hecho mucha falta, siento un profundo vacío que arrastro desde el triste día que te fuiste con tu carita dormida, silenciosa y serena. Tengo el recuerdo de mirarte fijamente, mientras mis lágrimas brotaban de mis ojos y dejaban marcados surcos plateados sobre mis mejillas manchadas de muchacho.

¿Pero, por qué hay tanto silencio? ¿Dónde están todos? Hoy amaneció y no escuché el canto del gallo, ni siquiera escucho el revolotear de los pajarillos en el nogal. Díos mío, el gallo no cantó…
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..............................................................FIN
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Dedicado a la memoria de Héctor
Juvenal Araya Huidobro, a sus
sueños e ilusiones que no pudieron
ser y que dejó plasmados en su
Diario de Vida. Sueños e ilusiones
que se los llevó el viento como
semillas y que en otro lugar, quizás,
puedan germinar como otros
sueños… siempre la vida son
ensueños.
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Alex Villanueva Araya
Caracas, Febrero de 2008.



Consigue la novela: Juvenal, cuando el gallo no canta


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