lunes, 27 de septiembre de 2010

Cap 12: Juvenal

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...........................................................Juvenal y su abuela Juana, 1919
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Siento la angustia de que los días pasan y estos malditos dolores no me quieren abandonar, apenas he dormido durante esta noche, tengo náuseas, siento un intenso dolor de cabeza, pareciera que mis pensamientos fuesen a explotar. A pesar de que mi abuelita puso cortinas oscuras en mi habitación, percibí el lánguido amanecer, fue como si el día no tuviese fuerzas para diluir la oscuridad de la noche que se debe ir, apenas oigo los ruidos de la calle, ya no está la algarabía de las mañanas, es un día muy extraño, me siento muy cansado.

Esta enfermedad me agota, cuando parece que estoy mejorando me viene una recaída y luego me vuelvo a sentir mejor para recaer otra vez, pero ahora las nauseas me provocan vomitar todo, expulsar mis pensamientos, vomitar mi alma, botar de una vez mis dolores para descansar el cuerpo de esta angustia que ya no puedo soportar. ¡Esta es una enfermedad de mierda!

Ayer sorprendí a mi hermanita Hildita Hortensia mirándome a hurtadillas desde la puerta medio entreabierta de mi habitación, su inocente carita expresaba curiosidad e incomprensión, también su mirada era de temor. Le grité que se fuera, que nada tenía que hacer allí, entonces sentí que asustada y sollozando corrió hacia donde mi abuelita.

Ella era la única a quien le permitía quedarse en mi habitación escuchando mis prácticas de violín, se sentaba en un rincón del cuarto y escuchaba con atención las melodías musicales que yo practicaba. Su candidez me ayudaba a inspirarme con la mayor pureza en las emociones que acompañaban la música que hacía fluir con mi viejo violín.

Ya no soporto la compañía de nadie, quiero estar sólo, cualquier otra cosa me molesta, todo me irrita y hace mayores mis padecimientos que no he logrado quitar con tantos remedios que me he hecho. Primero me venía aplicando fricciones de mercurio en mis partes afectadas, es lo que llaman ungüento azul, y también he inhalado vapores de mercurio para curar mis malestares, son remedios muy fuertes, pero es la manera de mejorar de mi enfermedad.

Sin embargo, después de altibajos en mi estado de salud, sólo he logrado sentirme muy débil, me surgieron unos agudos dolores del pecho, tenía temblores y espasmos musculares. La fiebre me hacía alucinar con las sombras que parecían que se desplazaban como oscuros fantasmas que me envolvían en un abrazo letal.

Definitivamente pierdo la paciencia por la prolongación desmesurada de esta situación, no merezco este castigo del destino, hace daño a mis planes de terminar mis estudios y daña a mi familia que tiene depositadas tantas esperanzas en mí ¿Por qué la vida deja caer tanto polvo sobre mis hombros? ¿Acaso he hecho algún mal para merecer tan drástico castigo?

Quizás sean pruebas de Dios para obligarme a fortalecer más aún mí espíritu, a fin de prepararme para enfrentar las adversidades de la vida. Pues sí, por este motivo he puesto toda mi fortaleza para tratarme con la mayor intensidad, es la razón por la cual me he administrado mayores dosis de remedios para salir más rápido de este trance, a pesar de los malestares que me produce el tratamiento. Así es, un momento de placer con Venus provoca mucho sufrimiento con Mercurio, es la manera de expiar los pecados.

Mejoraba, pero luego la recaída fue peor, entonces comencé a ver al Dr. Aguirre, quien me viene controlando y me ha dicho que los remedios que me ha dado son definitivos para sanar. “Salvarsán”, esto es, arsénico que salva, es el nombre de un moderno medicamento que me ha recetado el doctor y que me producirá la recuperación total.

Las primeras inyecciones hicieron desparecer las lesiones de mi piel, aunque he tenido muchos nauseas y vómitos con terribles diarreas, además creo que algo he estado perdiendo el cabello. Cada inyección me produce agudos escalofríos y mucha fiebre.

Me desaparecen algunos síntomas, sin embargo, ya no me quedan fuerzas, apenas soporto los dolores abdominales, hoy amanecí con un agudo dolor de pecho, la piel del cuerpo se me ha vuelto grisácea, tengo estrías de color blanco en las uñas. ¿Será que la vida se me va? Díos mío, no quiero pensar en ello, en la vida quiero hacer muchas cosas, quiero ser educador, quiero enseñar, quiero ser poeta y también quiero llenar todos los espacios de música con mi fiel violín, amo la vida.

Tengo ansias de vivir, quiero conocer el mundo y quiero disfrutar la vida junto con mis seres queridos, deseo compartir con ellos mis éxitos que me llenan de orgullo y satisfacción. Me arrepiento de todas las cosas que pudiera haber hecho mal en mi vida, pero mi Dios, no te lleves mi alma todavía, te lo suplico, mi vida será de rectitud y nobleza, lo prometo desde lo más profundo de mí.

El destino quiso quitarme a mi madrecita a mí muy temprana edad, dejándome huérfano en este agreste mundo, desamparado del cariño que sólo da la mujer que a uno lo trae a la vida. Esto me obligó a forjarme mi futuro con mucho esfuerzo y muchos riesgos, sin que la tuviese a ella para advertirme de los peligros que afrontamos en las osadas aventuras de la juventud.

Madrecita, me has hecho mucha falta, siento un profundo vacío que arrastro desde el triste día que te fuiste con tu carita dormida, silenciosa y serena. Tengo el recuerdo de mirarte fijamente, mientras mis lágrimas brotaban de mis ojos y dejaban marcados surcos plateados sobre mis mejillas manchadas de muchacho.

¿Pero, por qué hay tanto silencio? ¿Dónde están todos? Hoy amaneció y no escuché el canto del gallo, ni siquiera escucho el revolotear de los pajarillos en el nogal. Díos mío, el gallo no cantó…
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..............................................................FIN
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Dedicado a la memoria de Héctor
Juvenal Araya Huidobro, a sus
sueños e ilusiones que no pudieron
ser y que dejó plasmados en su
Diario de Vida. Sueños e ilusiones
que se los llevó el viento como
semillas y que en otro lugar, quizás,
puedan germinar como otros
sueños… siempre la vida son
ensueños.
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Alex Villanueva Araya
Caracas, Febrero de 2008.



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sábado, 25 de septiembre de 2010

Cap 11: Juvenal

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..................................................................Coquimbo - 1906.

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Tan pronto llegué a la Serena comencé a pasar las noches de visita donde mis primas, pero un día conseguí a la coqueta de Albertina con otro. Tuve un gran disgusto y puse fin a nuestra relación de amor. Segundo, que también había reñido con mis primas, me acompaño ese día a tomar vino como grandes despechados, nos plantamos esa noche una tremenda farra.

En aquellas noches de desconsuelo me acordé de Rosalba, con quien me he portado cruel, ya que apenas la he saludado en una oportunidad que la vi en la iglesia. Le envié una carta con la esperanza de que me contestara para retomar nuestra amistad.

Así llegó la Pascua, día que debe ser de recogimiento espiritual junto con la familia, para celebrar otro año más del nacimiento de nuestro salvador, señor Jesucristo, pero más fuertes son mis padecimientos que me llevan a una vida de bohemio, pues el único calmante para mi doloroso desengaño es el licor, es mi afán de todos los días.

Un día, muy sulfurado e influido por los efectos del alcohol, fui donde mi tía política para reclamarle la burla de que había sido víctima por parte de mis primas, ellas se juntaban con dos extraños, sin tenerme ninguna consideración. He puesto final a esa relación.

Cuando regresaba a casa me crucé con uno de esos tipos, no pude resistir la tentación de lanzarle una indirecta, hice como si tropezaba con una piedra y dije:

- ¡Ah, mierda…!

El gallito no se atrevió a contestarme nada, sólo es valiente cuando anda con su amiguito. Se llama Marcelo, pero para mí no es más que un roto que no tiene donde caerse muerto.

El 31 de Diciembre nos dispusimos con Segundo a esperar alegremente la llegada del nuevo año, invitamos a las hermanas Berta y Lucha a mi casa, quienes nos acompañaron más o menos hasta la 1 de la mañana. ¡Oh! ¡Qué sublime abrazo de año nuevo nos dimos! La pasamos muy divertidos y con mucho licor.

Fui a dejar a Sáez a su casa y allá nos encontramos con Tapia, entonces los tres volvimos a la calle tocando una marcha con mi violín hasta llegar a mi casa nuevamente para amanecernos. Cuando aclaró a las 6 y media de la mañana nos recogimos todos. Yo me levanté a la llegada de mis primas, a quienes ni en sueños creía volver a verlas, pero sí fueron más atentas. A María, Albertina y Andrea les di un fuerte abrazo deseándoles que tuviesen un feliz año nuevo 1921.

Esa tarde también llegó mi abuelita con mi hermana Graciela, quienes venían de viaje de Almirante Latorre, donde estuvieron unos días de descanso. El encuentro fue estupendo, cuan tarde se ha conocido mi familia con mis primas, pensaba resignado, puesto que ya en mí se ha apagado la llama del amor que sentía por Albertina. En todo caso, pasamos una deliciosa velada, yo les toque el violín acompañado con la guitarra que tocó Graciela. Mis primas conocieron la casa, les regalé flores y después con Segundo la fuimos a dejar cerca de su casa.

Algunos días después me ha dicho Albertina que desea volver a la amistad anterior, volver al amor: ¡El amor! Pero no, yo ya no puedo amarla tan intensamente como cuando pensé hacerla mi esposa, no puedo olvidar el engaño que me ha hecho, su falta al juramento de lealtad, su burla hacia mí. Más bien siento deseos de castigarla, pero mi conciencia me dice que no, en mi pecho no puede haber ansias de venganza, pues es mi prima, no puedo ni debo hacerle daño. Dejaré todo al destino.

¿El destino? Pues sí, el destino y el tiempo se encargan de suavizar los dolores del alma, cicatrizar las heridas y ofrecer otros senderos que llevan a nuevos horizontes. Pues sí, otros horizontes quisiera explorar con mi Rosalba, pues es el caso que ella ha respondido a mis súplicas y he tenido dos ocasiones para hablarle. Ella se comportó muy cariñosa conmigo, alegre y señorita. ¡Nos amamos y nos amaremos eternamente!

¿Qué más podía pedir? Esa angelical niña me daba la comprensión que mi alma necesitaba, con ella me sentía muy feliz y sentía que todo marchaba de mil maravillas. Sin embargo, cuando volvimos a encontrarnos me dijo que tenía que ir a Vicuña, donde su hermana Rosaura, pero que me escribiría a mi casilla de correo, la número 195.

Pasaron muchos días y Rosalba no cumplió su palabra. El día 1° de Febrero regresó de Vicuña acompañada de Rosaura, pero no la pude ver a pesar de que durante varias noches pasé por frente de su casa, noches en blanco.

Muchos chismes desagradables sobre ella llegaron a mis oídos, además, ella no me había cumplido, de modo que ya no podía admitir ningún tipo de explicaciones, entonces su modo de proceder nos dejaba libre del compromiso entre nosotros. Ya no la buscaría nunca más.

De las primas, ya ha muerto mi obsesión, durante dos meses habré ido a su casa cuando más dos veces, también Segundo les dio su adiós para siempre. Pero un día vinieron a mi casa y me pidieron que les tocara el violín, me escucharon con mucha atención y se mostraron muy amigas conmigo, especialmente Albertina, pero si algo pasa, mí intención es pagar con la misma moneda, no quiero sufrir más desengaños con mi prima.

En realidad prefiero conocer otros mundos que estaban ocultos para mí, el mundo de las diversiones nocturnas en Coquimbo, puerto de marineros que buscan mujeres y licor. Fui para allá con mi amigo Segundo, donde nos quedamos durante 3 días de diversión, paseamos, visitamos teatros y escuchamos música de lo mejor.

Nos encontramos con el amigo Estival, quien nos llevó a visitar fondas. ¡Caray! Qué ambiente se ve, es otra vida completamente distinta, todo es diferente, hay mucha diversión y también es una vida de degeneración y corrupción. En una de esas casas vimos a una muchacha que estuvo empleada en mi casa de trapeadora.

En otra oportunidad nos encontramos 7 amigos y acordamos ir a “putas”. De hecho fuimos a varias casas de prostitución, donde las Gaonas, Aída, Tírelas, Omalia y finalmente donde María Guzmán, por la cual pasamos dos veces. ¡Caramba! Todo esto era un mundo nuevo, ya que era primera vez que me iba de farras en prostíbulos.

A medianoche nos dejaron Guerrero, Emilio Godoy, Manuel Vergara y dos más. Quedamos con mis amigos Tapia y Vergara, el sastre, con quienes permanecimos hasta las tres de la mañana. Vergara se quedó con una puta, yo casi, pero no tenía suficiente dinero.

La brisa nocturna de la calle, céfiro de la bahía del puerto, me hizo evocar unas estrofas del poeta español Esteban Manuel de Villegas:

Dulce vecino de la verde selva,
huésped eterno del abril florido
vital aliento de la madre Venus,
céfiro blando.

Si de mis ansias de amor supiste,
tú que las quejas de mi voz llevaste,
oye, no temas, y a mi ninfa dile,
dile que muero.

Al día siguiente, cuando iba junto con Segundo, nos encontramos con Guevara, Emilio Larrondo, Godoy, Martínez, Aqueda, Tapia, Vallejos, Vergara, etc. Nos convidaron a “putas” otra vez, entonces vinimos a casa a buscar plata, pero después no los encontramos; mejor así.

He tenido suerte al no meterme otra vez en farras. Con mi inseparable amigo Sáez hemos tomado otra vida, la de tenorios… bueno, tenorios en el sentido de “tener”. Es así que el tiene su “Emilia” y yo mi “María”. Las noches se han deslizado con toda la dicha imaginable.

Yo fui el primero en entrar a su casa en la noche, por hombre no puedo describir las cosas que hicimos en el calor de la intimidad y de la pasión. Después le tocó a Segundo con Emilia, mientras yo salía a pasear con María.

Así íbamos, pasamos tres noches seguidas divinas, pero a los pocos días me sentí enfermo, entonces inmediatamente me hice remedio, a los tres días me apliqué otros más violentos para de esta manera estar más esperanzado de sanar pronto.

A mediados de marzo debía haber viajado a Copiapó, pero debido a mi reciente enfermedad no lo pude hacer, el destino ha querido que no esté en la Escuela Normal. ¿Qué podía hacer? Me daban ganas de llevarle un sermón a la cruel mujer que tuvo aquel corazón tan malo de enfermarme y, por su culpa, no haber podido irme a terminar mis estudios.

Con mi amigo Sáez he mandado a Copiapó el certificado médico, pidiendo permiso por algunos días. El viajó con el nuevo normalista de la Serena, Armando Zepeda.

Después que transcurrió un mes me comencé a sentir un poco mejor. Fui a ver a María, ella se comportó muy emocionada y me regaló su retrato, sin embargo, en la noche vi entrar a otro hombre a su hogar, al día siguiente, a la hora de almuerzo, encontré a otro, nada más para nuestro disgusto en la noche. ¡El adiós! No fui nunca más donde ella, mujeres así no merecen más que desprecios.

De Segundo he recibido una sola carta, después de su llegada a Copiapó y nada más, ninguna respuesta a mis dos cartas siguientes. Junto con la de él me escribió Magdalena, mi dulce Magda que extraño tanto, le contesté por manos de Segundo.

Grandes han sido mis sufrimientos, mi enfermedad dura demasiado tiempo, pero estoy seguro que mejoraré por completo y me podré ir a la Escuela Normal el próximo 2 de Junio. Esto es pasajero, volveré a mi vida de estudiante y, con la gracia de Dios, este año culmino mis estudios de Maestro Normalista

Sin embargo, en estos días también me he sentido muy feliz, pues para la celebración del 21 de mayo toqué el violín en la Escuela Superior de Hombres Nº 1. Interpreté un tango, Irigoyen, acompañado de guitarra y después toqué un solo de violín, Rigoletto. La selecta concurrencia me aplaudió y el director, Sr. Molina, me felicitó y me dio las gracias por mi colaboración.

Otro día toque el violín en el Club Pedro Pablo Muñoz, en la oportunidad en que se realizó la sesión para formar el Club de fútbol “Serena Atlético”, fue el 23 de mayo. Fui acompañado en aquella ocasión por el guitarrista Iriarte.

Ya siento que cada vez aumenta mi bienestar, poco a poco voy sanando y volveré a disfrutar esta encantadora ciudad. Lo que lamento es no tener a mi lado un amorcito siquiera para no sentir tan monótono pasar del tiempo.


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miércoles, 22 de septiembre de 2010

Cap 10: Juvenal

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.................................................. Estración de Ferrocarril - Copiapó

.Después de seis días sin salida del hogar de la Escuela Normal, días de encierro y mucho estudio, pude por fin salir a recorrer las calles polvorientas de Copiapó, era el día domingo 2 de octubre. Este es un pueblo de mineros que está lleno de gente de piel curtida por el sol y el aire de la montaña, aventureros que buscan la fortuna en la entrañas de la tierra, sedientos de encontrar las vetas de oro, plata y cobre que se esconden en la cordillera de los Andes.

Fui en busca de mi Magdalena y la encontré sentada en el interior de su casa, asomada a la ventana con la mirada perdida en la distancia. Se sorprendió al verme y salió pronto a saludarme. Besé sus labios, pero sentí una sensación de frialdad, eran besos muertos, fúnebres, yertos… ya no sentía la calidez que de ella ansiaba, no estaba la ternura que ella siempre me entregaba.

Me dijo que no podía quedarse más tiempo conmigo, pues debía entrar a su casa para atender a su mamá, sólo había salido un ratito para saludarme y que se alegraba de verme de regreso, entonces se fue corriendo con su largo vestido flameando al viento. Quedamos de vernos el próximo fin de semana, que eran mis días de salida de la escuela.

De regreso me encontré con Tapia, él ahora es mi amigo sincero y confío en su franqueza. Me ha contado que Lincoyán, a quien yo había encargado me cuidara a Magdalena, ha tenido tanto empeño en atenderla que ahora me hace traición.

¡Jamás me lo figuré así! Tapia me ha comentado las murmuraciones que han llegado a sus oídos, de las cuales yo mismo algo había escuchado, pero no creía que pudiera haber un acto desleal de quien se decía mi amigo. Me contó que Tapia iba a casa de Magdalena todos los días, lo presentía, pues cuando nos hemos cruzamos apenas me ha hablado, creo que él me rehuye.

Me da mucha rabia un amigo traicionero, siento ira por el abuso de confianza de quien no respeta el honor de la amistad, él es una persona hipócrita de doble conducta, sin valores ni principios, no tiene ninguna valía ni merece el respeto de nadie. Pero veremos quién vence, no me he rendido ni ya pretendo un amor puro con Magdalena, ella es mía.

Una noche en que mi pecho se sofocaba de rabia, no sé si era más furia por mi honor ofendido o eran más celos por temor a perderla, le reclamé a Magdalena su comportamiento desleal, le dije que la infidelidad era de las mujeres sin decoro, que la decencia de una mujer exige recato en la compostura y no estar coqueteando con cualquiera, ni menos con los amigos de uno, como ese tal Tapia.

Ella horrorizada respondió que no era verdad aquello, que nada malo había hecho, me dijo que el amor que ella sentía era sólo para mí. Le pedí que fuese mía de cuerpo y alma, que me diera su prueba verdadera de su amor… ¡Caramba! Todo lo que he dicho por culpa de este canalla que ha querido burlarse de mí.

Pasaron unos días y comprendí que ella realmente me ama, mi desconfianza no tenía sentido; sin embargo, un día que salí a verla divisé desde la distancia a Lincoyán en la puerta de la casa de ella. En el momento me invadió nuevamente la incertidumbre, entonces me pregunté si de verdad se burlaban de mí, cuán engañado había sido, pensé, me trataban como un tonto.

Cuando llegué se despidió Lincoyán de inmediato y encontré a Navarro, compañero de banco, que es amigo de Julia, hermana de Magda. Navarro me contó que Lincoyán había ido a preguntarle a Magdalena por qué yo no le hablaba; “usted sabe más que yo”, había contestado ella. Entonces él había comentado que más habían valido las palabras de otro que las de él mismo, que él tenía que hablar conmigo antes que perder nuestra amistad. Se colmó mi intranquilidad, parece que todo han sido sólo malos entendidos.

En mi interior me reconcilié con mi Magda. El domingo disfruté de sus besos y ella prometió portarse mejor conmigo, mejor que antes, y ser mía de cuerpo y alma. ¡Cuerpo y alma! Claro, también le he dicho que no me gustan sus muchas saliditas.

Anoche principiaron las Fiestas de los Estudiantes, festejos para celebrar la llegada de la primavera, el florecimiento de los valles y la alegría de la vida, es fiesta de la juventud y de challa, fiesta de carnaval de octubre. A causa de esto casi toda la semana hemos estado saliendo la mayoría de los estudiantes de la escuela para ir a ensayar al Teatro Municipal y pasar gratos momentos viendo las bellezas copiapinas, no me refiero a los paisajes, me refiero a las muchachas, por supuesto.

Anoche se llevó a efecto la Velada Bufa, mi traje fue de Pierrot, un disfraz de color rosadito que me quedó macanudo, fui el único de toda la estudiantina que llevó un traje distinto, ya que el mío no estuvo listo para Fiesta, en cambio todo el resto del grupo tenía un disfraz de Trovador. Total, la fiesta estuvo muy buena, aunque demasiado larga.

El día 24 no pude dejarme de disfrazar, pues fue el último día y naturalmente el más esplendoroso. El desfile de los carros adornados fue lo mejor de las Fiestas, yo tuve que dirigir un carro en que cuatro estrellitas copiapinas de la Escuela Profesional representaban un trébol, lo hice a lo largo de 31 cuadras. ¡Uff! yo jamás había caminado tanto así, pero a las chiquillas les caí en gracia, se llaman: Consuelo Ruiz, Mercedes Zalames, Carmen Rosa Astorga y María Hernández.

Pasé de lo más feliz toda la tarde con mi traje de disfraz que era muy lujoso, Pierrot, el cual me lo facilitó un amigo. El desfile duró hasta muy avanzada la noche y acudió un inmenso gentío, entremedio de la algarabía anduve con Magdalena que se había disfrazado de hombre.

Más tarde hubo baile en la Escuela Vocacional. Ya en los salones, con mi querido amigo Abilio Moreno y otros compañeros, formamos un fenomenal alboroto y nos divertimos hasta más no poder. Me vine a las 3 de la mañana con Concha. Al día siguiente hubo estudio libre y era atroz el sueño.

Quizás nos excedimos en los festejos del carnaval de estudiantes, ya que en la mañana del 28 de octubre hubo un tremendo temblor que casi se nos cayó la casa. El terremoto fue en Vallenar y aquí se sintió muy fuerte, algunas paredes cayeron en la ciudad y el pánico cundió de inmediato.

Felizmente no ocurrieron desgracias personales, sin embargo se anuncia otro terremoto, pero esta vez es un terremoto político, pues dicen que el día 8 de Noviembre pasa por la ciudad el electo presidente Don Arturo Alessandri, el “León de Tarapacá”.

Alessandri obtuvo la presidencia después de una muy reñida elección frente al candidato conservador Luís Barros Borgoña. La votación primaria del 25 de junio dio como resultado un conjunto de electores que llevaron a efecto la elección en segundo grado de Presidente de la República, el 25 de julio. Aquí Alessandri obtuvo 179 votos contra 174 de su adversario, pero las reclamaciones de fraudes de ambas partes dieron lugar al fallo del Tribunal de Honor, el 30 de septiembre, de 177 electores para Alessandri y 176 para Barros Borgoña.

Este controversial y delicado dictamen del Tribunal de Honor fue finalmente acogido por el Congreso Pleno, quien procedió a designar legalmente a Alessandri Presidente de la República el 6 de octubre de este año 1920.

El lunes 8 estaba todo el pueblo volcado en las calles para recibir al electo presidente. La ciudad estaba de gala: arbolillos, arcos, flores y un regio banquete para las autoridades gubernamentales e invitados del pueblo. En medio de la multitud yo estaba presto a darme un bañito de cultura.

El presidente llegó a las 12 y media, lo llevaron por la calle Atacama hasta la Plaza, donde subió al kiosco y escuchó a varios oradores que le dieron la bienvenida. Luego él hizo uso de la palabra, arrancó de nuestros pechos el cariño y la emoción que despierta su liderazgo, quedamos prendados de su elocuencia y contagiados de entusiasmo con sus ideales para llevar al país hasta la cima más alta.

Nuestro presidente quiere la felicidad para todos, así lo expresó en una parte de su discurso: “…no quiero que los de arriba bajen, sino que los de abajo suban. ¡Ni quiero tampoco que bajo mi bandera lloren los necesitados!”. La gente aplaudía con delirante entusiasmo.

Luego vino casi toda la comisión a visitar la Escuela, también Don Arturo Alessandri nos honró con su presencia. Los salones y el corredor estaban adornados con cuadros, flores, trabajos manuales, aparatos de física, etc., y la orquesta de la escuela, de la cual soy integrante, deleitó con sus interpretaciones durante la visita.

En la noche fui al banquete en el Teatro Municipal aprovechando que yo figuraba entre los músicos de la escuela que tocarían en el evento. Escuché discursos políticos de Zambrano, Vallejos, Acharán, Arancibia, Lazo, también conocí al escritor Rafael Malvenda. Fue una noche felicísima para mí.

Entre la gente vi a las señoritas Zalames y Astorga, las del carro que sacó el trébol y que yo lo dirigí durante muchas cuadras. Me saludaron muy atentamente, después llovieron las sonrisas. Finalmente el electo presidente partió en la noche a Caldera, a las 10 y media salió hacia el Norte.

A los pocos días después, el 13 de Noviembre, se clausuraron las clases; otro año más de estudio que termina, tan sólo me falta el próximo año y seré Maestro Normalista ¡Que orgullo! Muchos de mis compañeros de escuela partieron el lunes siguiente, unos hacia el Sur, otros al Norte, yo también tenía planificado partir pronto a mi hogar familiar.

Quedamos unos 20 estudiantes en la Escuela, pero como todo el personal ya estaba de vacaciones no teníamos nada para comer, el hambre nos invadía de manera fenomenal. Apenas soportamos unos pocos días, ya no se podía estar en la Escuela, entonces con Sáez nos mudamos donde una generosa señora, mamá de Elizalde, amigo nuestro de la Escuela.

Mis pensamientos siempre estaban en esos días con mi Magda, mis sueños la rodeaban de amor y más amor. Magdalena era mi prometida y había aceptado ser mía de alma y cuerpo, así yo seré también más suyo cuando nuestros órganos ardientes de calor se unan en ésta hermosa primavera en que todo fecunda, será mía, seré suyo, seremos uno.

Una noche anduve hasta muy tarde con Magda, intenté seducirla en el amparo de la oscuridad, mis manos acariciaron tu tersa y cálida piel, exploré recónditos secretos de su cuerpo, su respiración agitada intentaba susurros que silenciaba con mis besos llenos de ardor. Será mía pensaba en mis afanes lujuriosos, quise seducirla… no pude, con tantas polleras no es nada sencillo.

Gran acontecimiento en esos días, ensayé la interpretación de la “Traviata” en la iglesia San Francisco, luego en la noche toqué mi violín en presencia de mucha gente que llenaba completamente la iglesia, también habían hermosas chiquillas copiapinas. Toqué con toda mi alma, mis dedos veloces hacían volar las notas musicales en bella cadencia, sé que emocioné a muchos.

A la salida de la iglesia me encontré con las hermanas Guerras, María, Amelia y Amanda, quienes me felicitaron por mi interpretación. Las acompañé y me atreví a pasar con ellas por delante de la casa de mi dulce Magda, pero suerte la mía, estaba enferma en cama y nadie me vio.

Para causarles simpatía y obtener su atención hice galas de mi buen vocabulario saturado de elegancia, como un gran caballero. Las dejé convencidas que yo no era un cualquiera sin ninguna gracia, no era un fatuo ni un fanfarrón; sé que quedaron encantadas de mi ingenio, lo digo sin alabarme, porque lo noté.

Al día siguiente me encontré nuevamente con las Guerras y las llevé al biógrafo, a las cuatro hermanas, Teodora, Amanda, Amalia y María, además a su mamá, las invité a luneta. Noche deliciosa con ellas a mi lado. ¡Pobre Magda, no fui a verla!

Así se repitieron los días, noches de tocata en la iglesia San Francisco, interpretaba mi tema favorito, “Traviata”, después acompañaba a las hermanas Guerras hasta su casa, eran noches primaverales felices que disfrutaba muy intensamente antes de partir a La Serena. A fin de mes tenía previsto partir de viaje.

Sin embargo, a Doña Elisa Elizalde Sierralta, la dueña de casa donde me hospedo, se le perdieron 20 pesos que le había entregado Sáez, entonces no podía irme, puesto que podrían juzgar de mí. Para demostrar mi honradez me quedé con gran pena.

Esa noche fui a tocar mi violín en la Iglesia San Francisco, después la Emmita Prieto (cupletista copiapina) me convidó a su casa y me pidió que llevara mi violín, acepté. Al día siguiente, después de almuerzo, fui donde Emmita, fue una tarde deliciosa, tocamos muchas piezas de música y después tomamos once, salí a más de las 5 de la tarde.

En la noche estuve con Magda, casi todas las noches me encuentro con ella, me siento muy feliz en su compañía. He hablado con mi suegra, la madre de Magda, y creo que le caí completamente en gracia, me siento muy complacido.

Cuando me vine a casa tenía la intención de acostarme, pero a Sáez y Elizalde se les ocurrió ir al velorio del padre de unas amiguitas de las Guerras. Fuimos, pero Segundo se aburrió, entonces junto con Elizalde tuve que pasar toda la santa noche en el funeral cuidando el ataúd, pues éramos los únicos hombres allí.

Ese caballero muerto dentro del cajón y Elizalde preocupado porque el difunto podría sufrir de claustrofobia. No pudimos evitar reírnos, pasamos una noche tragicómica, en medio del drama de la muerte, nunca había reído tanto, a pesar de que morirse es un asunto muy serio, claro, es muy serio para el que se muere. Como patos nos venimos a dormir a las 7 de la mañana.

No es sencillo aceptar el acontecimiento de la muerte, a pesar de que es lo más natural del mundo, todos tenemos que morirnos un día, sin embargo, la idea de la muerte propia nos produce temor, puesto que es una experiencia desconocida y muy íntima, nadie puede morir por mí y evitarme tan desagradable costumbre llena de misterios que asociamos con la oscuridad, el frío y la soledad.

Sin embargo, la muerte tiene la virtud de que nos hace pensar con más intensidad en la vida, nos hace más sedientos de vivencias que hagan vibrar todo nuestro ser, sentir la existencia a plenitud de nuestra condición de mortales, seres humanos con conciencia de sí mismo, lo cual nos distingue de las plantas, de los árboles y de los animales.

La vida nos ofrece placeres como la compañía de nuestros semejantes, compartir nuestra interioridad con seres queridos, a pesar de que siempre tengamos también que sufrir disgustos y frustraciones que debemos soportar. La vida nos ofrece la posibilidad de realizar alguna obra, que por muy humilde que sea, será al menos un granito de arena para beneficio de los demás, incluso más allá de nuestra muerte.

El día que Dios me llame, entonces podré decir con orgullo y satisfacción que en la vida amé con sinceridad y fui un maestro dedicado a la enseñanza, para dar luz a las mentes jóvenes, de quienes vienen de las sombras y buscan un camino de virtud. Yo sé cual es la misión de mi vida.

A propósito de placeres, el último día en Copiapó, el lunes 6 de diciembre de 1920, tuvimos una gran farra con Gonzalo Pizarro, Leoncio Morales, Alfredo Sáez y José María Elizalde. En la noche me despedí de Magda, en la estación estuve un momento con las Guerras, luego, al amanecer del nuevo día, tomamos el longitudinal hacia La Serena.

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domingo, 19 de septiembre de 2010

Cap 9: Juvenal

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..............................................................Tranvia de Coquimbo, 1912.

.Sáez y yo salimos de noche desde Copiapó en el tren longitudinal con destino a nuestro terruño. Pasamos por Vallenar a la una y media de la noche y llegamos a la estación de La Serena a las 11:50 de la mañana del día 24 de agosto, nos moríamos de mareados por la fatiga de tan largo viaje.

Llegué de improviso a mi casa, pues no me esperaban en esa fecha. Me recibieron en mi familia con mucha alegría, todos me abrazaban y los más pequeños saltaban a mí alrededor. Mi abuelita mandó a que le echaran más agua a la sopa y que le agregaran más papas al guiso de cochayuyo con chuchoca.

Mi hermanito Luis Felipe me mostraba muy emocionado su primer cuaderno donde garabateaba sus tareas escolares del primer año que iniciaba en su Escuela, la misma donde yo me eduqué. Graciela estaba encargada de cuidarlo y atenderlo, para ayudar a la abuelita en los quehaceres del hogar.

Me sentía muy alegre compartiendo junto con mi familia, ellos son mi sangre y nos unen lazos que nunca se romperán. Cuando sea maestro normalista haré construir un jardín en el patio de la casa, lleno de rosas, claveles y pensamientos trinitarias, allí reuniré a toda la familia para interpretarles bellas melodías con mi violín.

He llegado enfermo, desde el 8 de agosto estoy con una gripe y tos que no se me quiere quitar con nada, menos aún con estas heladas de invierno que calan los huesos. Mi abuelita Juana me preparó una sopa de gallina con bastante ajo y cebolla, más una limonada bien caliente y me aconsejó que tomara cama durante algunos días.

A regañadientes me he quedado en casa, a pesar de que mis ansias me impulsaban con desespero para salir de correrías y buscar a Rosalba y a Albertina… ¿Qué será de ellas? Mis sueños y fantasías están llenas de ellas, son las ilusiones que expresan las ansias de mi corazón sediento de pasión.

Después de casi un mes de enfermedad, un día de septiembre salí a la calle a extasiarme contemplando los atractivos serenenses, ya casi se anuncia la primavera, el rostro de la ciudad me parece lleno de alegrías y esperanzas, las campanas de las iglesias suenan jubilosas su cantar.

Salí a respirar el aire fresco para llenarme del aliento de mi terruño, me sentía revitalizado, estaba lleno de nuevas energías, hacía casi un mes que no me hacía un aseo completamente minucioso, siempre es muy refrescante un baño de tina con agua tibia y la espuma del agua de corteza de quillay. La piel se tersa con el fregar de la piedra pómez y toma un color rojizo que hace respirar los poros de la epidermis.

La vida la percibía muy intensamente, todo mí alrededor resplandecía de colores intensos y yo los podía disfrutar. Sin duda que soy muy afortunado por la vida que Dios ha tenido a bien darme, llena de salud y esperanzas de un destino cada vez mejor.

No cabía en sí de alegría, me fui con Sáez directamente, sin detenerme, hasta la casa de mis primas. Andrea nos recibió, después llegó María y mi tía, pero a mi linda Albertina no la pude ver en primera instancia, porque estaba en su habitación resfriada.

Nos vimos más tarde, estaba muy ronquita, apenas hablaba, su voz era un murmullo:

- ¿Cómo va, Juvenal? - susurró

Estuvimos departiendo un rato, junto con sus hermanas, y a las 10 de la noche me retiré de su casa. Albertina llena todo mi corazón, ella invade todos mis pensamientos, quisiera tener palabras para mostrarle todo mi cariño, tener la libertad para correr tomado de su mano por campos llenos de flores. Me dormí en la noche pensando en ella.

Al día siguiente, junto con Segundo, volvimos a la casa de mis primas. Tuve la dicha de ver a mi ensueño dorado, Albertina. ¡Oh, qué hermoso abrazo le di! Luego llegaron otras amistades de mis primas, nos vinimos después que estas últimos se fueron.

Así pasamos con Sáez varias noches con mis primas, sin embargo, desgracia la mía, Albertina comenzó a hacerme sufrir con su indiferencia, siempre con su carácter tan risueño ha descendido hasta decirme que no me ama, se comporta con un cruel desdén. Me tiene loco por su amor.

El domingo pasado llevé a Albertina a pasear más allá del hospital nuevo San Juan de Dios, nos acompañaba un niñito del vecindario y también llevé a mi encantadora hermanita Hildita que se dedicó a perseguir a las mariposas, claro, por supuesto, no alcanzó a ninguna.

Después que pasamos el edificio del hospital, nos internamos abrazados por un sendero hacia campo abierto desde donde podíamos ver toda la bahía de Coquimbo. Nos detuvimos un momento para besarnos.

- ¿Albertina, me amas? – pregunté suave en su oído.

- ¡Por Dios! Te quiero como primo, pero lo otro no. Sin engañarte, lo otro no. ¡Por Dios, así no…!

Fui soltándola poco a poco, sentía como baldes de agua fría que caía sobre mí. La miraba y no podía creer que tuviese tanta indiferencia de su parte, sus palabras eran un desaire para mí, más todavía, eran certeras puñaladas frías que destrozaban mi corazón.

- No volveré a verte nunca más, pondré todo mi empeño en no buscarte ni encontrarte… nunca más… ¡Jamás! - atiné a decir casi aturdido.

- Si no vuelve a visitarme, Juvenal, entonces diré por qué lo hace – me dijo en tono de chantaje – No se disguste, yo lo quiero mucho como primito.

Esa noche no podía dormir… deliraba. Sin embargo, tengo una esperanza, pues ella es sólo una niña, muy alegre, atractiva y coqueta, pero su edad supongo que será apenas de 15 años, de modo que estoy seguro que todavía no sabe lo que es el amor, confío en que pronto ella volverá rendida a mis brazos.

Pasaron varios días sin que fuera a ver mis primas, tenía el firme propósito de alejarme un tiempo de ellas. Mis pensamientos desordenados divagaban sin mayor atención, entonces se me ocurrió que podía volver a conquistar el cariño de Rosalba. Una noche fuimos con Segundo a la calle M. A. Matta donde se habría mudado Rosalba y su familia. Según me dijeron ella vive en la casa Nro. 2, pero todo fue en vano, no la vi.

Tengo la desgracia de no haber podido ver a Rosalba, a pesar de que varias veces he pasado por su casa. ¿Acaso ella no está en La Serena? ¿Se habrá ido a Potrerillos, dónde su hermano quería que se fuera? ¿Cómo saber algo de ella? Me queda el sabor amargo de ilusionarme con sus caricias y no saber nada de ella ¿Ella me recordará?

Mis preocupaciones cambiaron de golpe cuando una mañana me desperté muy temprano, puesto que la ciudad amaneció completamente convulsionada, salían los soldados del Regimiento de Artillería Nro. 2 de La Serena hacia Tacna y los familiares, amigos y curiosos los despedían desde la calle, algunos se abrazaban y lloraban, era como una marcha hacia el frente de batalla en defensa de la patria.

El Ministro de Guerra, Ladislao Errázuriz, había ordenado la movilización del Ejército de Chile hacia la frontera norte, supuestamente en consideración a antecedentes que vaticinaban un conflicto bélico con Perú.

Sin embargo, la Federación de Estudiantes de Chile, FECh, de marcada vacación pacifista, se enfrascó en un agrio enfrentamiento con el gobierno, a quien acusaba de actuar sólo con fines políticos para quitarle popularidad al candidato opositor de las próximas elecciones presidenciales, Don Arturo Alessandri.

Este cuestionamiento provocó que una turba de nacionalistas asaltara y destruyera las instalaciones de la FECh en Santiago. Los estudiantes bautizaron las acciones del ministro como “La Guerra de Don Ladislao”. Quizás haya un objetivo político interno en todo esto, pero no hay duda que existe un sentimiento revanchista anti-chileno en nuestros vecinos, frente a los cuales hay que estar siempre muy prevenidos.

De cualquier modo que fuese, toda la población despidió a los soldados que defendían la patria. Sonaron compases de una marcha militar y marcando el paso, al más puro estilo prusiano, los militares avanzaban en sobria y perfecta formación con fusiles al hombro y acompañados de cañones prestos a disparar.

Me siento muy patriota, pues mi país está formado por hombres valientes que han defendido esta tierra con su alma y su sangre, tenemos héroes como Arturo Prat, quien es un símbolo de honor y gloria, es emblema del arrojo y de la bravura del pueblo chileno, aunque debo reconocer que me siento mejor quedándome aquí, en mi ciudad, con las batallas de mis amores.

Un día pasé por la Oficina del Correo Postal, tenía una carta de Magdalena, mi estrellita copiapina. ¡Qué grata sorpresa me dio! Yo mismo me sentí ingrato con mi Magda, poco me había acordado de ella en estos días de vacaciones, pues he estado completamente embebido en mi terruño. También Lincoyán me escribió y me mandó el último “Republicano” publicado en la Escuela, en el cual tengo dos artículos.

Después me dirigí con Segundo hacia la Plaza de Armas donde nos encontramos con nuestro común amigo Oscar Vergara, quien nos presentó a otros dos compañeros. Estuvimos divirtiéndonos un rato en la plaza y después nos fuimos al biógrafo.

Al día siguiente fuimos a pasar una tarde de esparcimiento al olivar de mi amigo Tapia, en la Compañía Baja, tierra de historias que se remontan a la Orden Compañía de Jesús en el siglo XVII, cuando desarrollaban una importante actividad productiva, benéfica y de evangelización.

Me cuentan que la Compañía Baja fue en su origen una enorme hacienda de los jesuitas que producía verduras, hortalizas, cereales y frutas. También había cría de animales, especialmente mulas y caballos. En el siglo XIX comienza a surgir, además, una importante actividad minera en lo que se conoce como Compañía Alta.

Hubo un notable experto en metales y faenas mineralógicas, Carlos San Lambert, que instaló en 1825 una planta de fundición de cobre y adquirió el yacimiento “El Brillador” y “Solapar”, cuya operación continuó su hijo hasta 1919, año en que cesó esa actividad industrial.

Así entonces, esta mezcla de actividades mineras y agropecuarias ha ido desarrollando este centro poblado de profundas raíces en la historia. Se dice que la conocida poetisa Lucila Godoy Alcayaga fue maestra ayudante de la vieja Escuela de calle La Cruz, en la Compañía Baja, hace algunos años atrás.

Este año la población ha crecido más aún con la migración espontánea que se ha producido de las pampas salitreras del norte grande, debido al cierre gradual de las salitreras a causa de la depresión mundial del negocio del nitrato. Muchas personas recién llegadas se han instalado en la Compañía Baja, otros se han ido a Tierras Blancas.

Desde ese paseo a la Compañía Baja dejé pasar tres días sin ir a ver mis primas, si no tenía el amor de Albertina no valía la pena verla. Sin embargo, una noche fui a su casa y me porté indiferente con ella, apenas le hablaba y sólo la miraba de reojo. Al despedirme me dijo mi prima María que mi Albertina me había aceptado, que dicha tan grande, sin embargo yo nada contesté a su nueva.

Siguieron noche felices, un día las llevé al biógrafo público, al día siguiente las traje a la kermesse en la Recova, otro día fuimos hasta la Pampa con Albertina, María, Mercedes y Andrea, acompañados de mi siempre fiel amigo Sáez.

El día de fiestas patrias, el 18 de septiembre, me he plantado una tremenda farra con mis amigos, estuvimos bebiendo vino tinto con Don Marcos Varela. Después en la tarde fui borracho a ver a Albertina con toda la intención de cortar la relación con ella, le hablé con duras y crueles palabras, ella lloró y me juró ser mi prometida.

Volví a la noche siguiente, la noche que ha sido la más feliz de mi vida, noche inolvidable llena de dicha. Albertina me habló de sus temores y juró por Dios serme fiel por siempre, prometió darme todo su cariño. ¡Qué noche tan feliz! ¡Soy feliz, muy feliz! ¡Juró ser mi esposa!

¿Casado con Albertina? Bueno, la idea realmente no me parece mal, si ahora soy feliz a su lado, mucho más lo sería estando ella siempre conmigo, y tendríamos muchos hijos para darles la mayor felicidad. Sí, me quiero comprometer con mi Albertina, un año más para terminar mis estudios de normalista y luego nos podríamos casar, sólo nos espera la felicidad.

Para despedirme de mis familiares fui a Coquimbo, tuve que quedarme un día a pesar que hubiera preferido estar al lado de mí prometida Albertina, mis ansias eran ver a la niña de mis sueños, sin embargo estaba al lado de quien ahora no me atrae en nada, Teresa, la detesto, me resulta insoportable, la aborrezco… adiós para siempre.

Tan pronto regresé a La Serena me fui a casa de mis primas. Mi tía estaba enferma, no pude despedirme de ella, pero con Albertina disfruté de ósculos que sellaron nuestro amor, con ella estuve hasta las 2 de mañana, entonces le entregué el anillo de compromiso que había comprado para ella y le di un beso en la frente.

- Adiós, Albertina. Pronto regresaré – dije con la resignación de la despedida, mientras pensaba: “El hombre debe ser fuerte, debe ser roble”. Sentía una enorme excitación nerviosa, pues al día siguiente, 26 de septiembre, partía temprano en tren hacia Copiapó.

- Estaré esperando por ti, Juvenal – ella contestó


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viernes, 17 de septiembre de 2010

Cap 8: Juvenal

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............................................................Plaza de Armas. Copiapo 1910

“Puro, Chile, es tu cielo azulado,
puras brisas te cruzan también,
y tu campo de flores bordado
es la copia feliz del Edén.”

Cuando llegué el Teatro Municipal de Copiapó ya estaba lleno de gente que cantaba con encendido patriotismo la canción nacional de Chile. Igual que en anteriores días, hemos tenido muchas convocatorias de dirigentes políticos y manifestaciones del pueblo contra Perú y Bolivia, quienes no cejan en sus reclamaciones que se derivan de la derrota que les infringimos en la Guerra del Pacífico del 79. Con entusiasmo exaltado el público cantaba en defensa de la Patria:

“Majestuosa es la blanca montaña
que te dio por baluarte el Señor,
y ese mar que tranquilo te baña
te promete futuro esplendor.”

Me doy cuenta que los años cruentos de la guerra aún están frescos están frescos en la mente de la población, son muchas las vidas que se perdieron en las batallas del desierto y en los combates en medio del mar. Tengo la convicción de que la victoria fue dolorosa y muy cara, de modo que ahora tenemos el derecho del vencedor, en cambio Bolivia no tiene ningún derecho a exigir un puerto en compensación por la pérdida de su antiguo litoral, por el contrario, es la nación vencedora la que impone sus condiciones y puede exigir el pago por los daños y gastos incurridos.

El ambiente me envolvía de contagio, cada vez el fervor dentro del teatro era mayor, algunos ondeaban a lo alto la bandera tricolor chilena, todo el mundo cantaba con un profundo sentimiento de orgullo patrio:

“Dulce Patria, recibe los votos
con que Chile en tus aras juró
que o la tumba serás de los libres
o el asilo contra la opresión.”
Los territorios conquistados a Perú y Bolivia fueron entregados al país de manera indefinida, fue una entrega absoluta, incondicional y perpetua, salvo el asunto de Tacna y Arica, que debería dirimirse con un plebiscito en virtud del Tratado de Ancón. Por este motivo enardecen tanto las motivaciones revanchistas de estos países; entre medio de la multitud se escuchó el grito de un roto:

- ¡Viva Chile, mierda!

Estos acontecimientos se desencadenan a consecuencia del golpe de Estado que se produjo en Bolivia el 12 de julio de este año 1920, según el cual asumieron el poder los líderes del Partido Republicano, quienes han tenido una oposición vehemente a la política de los liberales bolivianos, presididos por Gutiérrez Guerra, orientada a buscar una solución marítima para Bolivia por Arica-Tacna y, más bien, reclaman la devolución de todo el litoral de Antofagasta… ¡Vaya, poca cosa!
Las noticias que llegan informan que la revolución puso en el Palacio Quemado un nuevo gobierno boliviano, dirigido por Batista Saavedra y su Junta, cuyo estandarte de lucha es la reivindicación de las costas que fueron bolivianas. Este gobierno esta constituido por alzados que han sido apoyados por el Perú, país que aspira a la recuperación de Tacna y Arica y, por tal motivo, desaprueba por completo el eventual acuerdo entre Bolivia y Chile para una solución marítima por dicho territorio.
En consecuencia, el gobierno de La Paz recuperó el acercamiento con Lima que había ido perdiendo desde principios de siglo, y amenaza con desconocer todos los acuerdos sobre mediterraneidad que hasta este momento se habían establecido con Chile.
Bolivia pretende hacer el papel de víctima, como si hubiese sido engañada o presionada a suscribir el Tratado de 1904, en el cual renuncia a toda pretensión o aspiración litoral a cambio de una amplia libertad de tránsito y de uso de aduanas para el Altiplano, la construcción del ferrocarril Arica-La Paz y el pago directo de dineros del fisco chileno, poniendo fin a la controversia que se venía arrastrando desde el Pacto de Tregua de 1884.
De hecho, todos sabemos que el General Ismael Montes defendió el proyecto del tratado en su campaña por la presidencia boliviana, siendo luego elegido por mayoría absoluta en mayo de 1904. Posteriormente el Congreso aprobó el tratado por amplísima mayoría también, previendo los importantes beneficios que generosamente Chile les ha concedido.
Sin embargo, parodiando el lema del escudo de Chile, algunos dirigentes bolivianos han dicho con soberbia: “Sea por la razón o por la fuerza, Bolivia ha de volver a tener costas propias”. Con este espíritu pendenciero, al acercarse el fin de la Gran Guerra de Europa de 1914, Bolivia y Perú vieron la posibilidad de una nueva ofensiva para sus pretensiones territoriales y afanes de recuperación.
Los hábiles diplomáticos peruanos y bolivianos vieron aumentar sus oportunidades en consideración a que Chile está catalogado como un país pro-alemán, puesto que se negó a romper relaciones con los vencidos y se mantuvo neutral durante todo el conflicto bélico; en tanto que Perú y Bolivia estuvieron junto a Estados Unidos y sus aliados. De modo que se tiene la sensación de que Chile ha quedado más cerca de los perdedores que de los países de la Liga.
En este contexto, los republicanos bolivianos alegan cínicamente que solicitar salidas al mar por Tacna o Arica es una traición al ex aliado peruano durante la guerra del pacífico. Ellos pretenden desconocer los tratados y acuerdos establecidos para buscar la recuperación total de los territorios perdidos de Atacama.
Esta situación es la que ha motivado que el gobierno del presidente Sanfuentes, a través de su Ministro de Guerra y Marina, Ladislao Errázuriz Lazcano, haya ordenado el movimiento de importantes contingentes de militares chilenos hasta las inmediaciones de la frontera de Tacna-Arica y también el envío de nuevos efectivos para expulsar ciudadanos peruanos de Iquique y Arica. Del mismo modo, Perú y Bolivia han concentrado tropas en la frontera con Chile, así entonces la situación es extremadamente delicada.

El Teatro Municipal estaba repleto de gente que escuchaba las arengas patrióticas de algunos dirigentes políticos. Allí me encontré con la María Guerra y sus hermanas, quienes me pagaron las dos revistas de la Escuela, “El Republicano”, que les había vendido durante la celebración del décimo quinto aniversario de la Normal.

Me siento feliz en la compañía de ellas, las estuve acompañando durante todo el acto político y después nos fuimos charlando animadamente por la calle Chañarcillo hasta su casa, ellas viven en una linda casita con balcones, frente donde vive el doctor Vallejos.

Los graves conflictos internacionales no son nada frente a mis pretensiones con esta coquetoncita, pretendo una perla copiapina que por un instante ha puesto en mí su mirada fija, sus bellos ojos claros, y que he respondido, claro está, a tanta honra con mi mejor sonrisa: ¡La María Guerra! Ella es una aristócrata, culta y, sobre todo, tan bella como una diosa.

Me atreví a hablarle en ocasión de la velada de celebración del aniversario de nuestra escuela, le vendí dos revistas que me quedó pendiente de pagar más adelante, allí está publicada una poesía mía, “A ti”, y un artículo titulado “El músico viajero”, firmados con el seudónimo Monteverdi.

Esa vez ella vino al acto cultural y el posterior banquete con profesores y alumnos que organizó nuestro curso, el 4to año, y se comportó muy atrayente, a mí me dijo que le habían gustado mucho mis interpretaciones musicales que hice con el violín.

Fue un día felicísimo, me hicieron tocar “Traviata” con mi violín, acompañado por piano con el Sr. Hidalgo, nuestro profesor de música. Después, acompañado de guitarra por mi compañero Luís Benavides, toqué el tema “Antofagasta” y un valsecito mío.

Más tarde, en la noche, en la calle Atacama, nos volvimos a cruzar y la María Guerra fue muy cortés en saludarme amablemente. Cualquiera que supiese de mis sentimientos diría que soy un Cupido de primera, como un verdadero picaflor. Bueno, no lo niego, es verdad, pero a quién amo más es a quién digo amar más, así es mi corazón que se va purificando y engrandeciendo con los amorcillos pasajeros.

A propósito de amor, debo reconocer que pienso mucho en mi primita Albertina y también en Rosalba, ellas están siempre en mis pensamientos. Sin embargo, nada sé de ellas a pesar de que ya estamos en el mes de julio, se han puesto ingratas y no me han escrito desde que me vine de La Serena en el pasado mes de marzo.

Desde que llegué he tenido que estudiar mucho, son numerosas las asignaturas que tengo y hay muchas cosas nuevas que aprender, mis notas son buenas y sólo pido a Dios que me ayude a vencer este año, eximiendo los exámenes finales si es posible.

En los programas de estudio se atribuye una importancia fundamental al idioma patrio y comprende la enseñanza de la lectura, la escritura y la gramática, es decir el cultivo del lenguaje hablado y escrito. Como futuros maestros tenemos el deber de luchar contra la falta del gusto por la lectura y el mal uso del lenguaje, fenómeno muy generalizado en todo el país.

Sin duda alguna que Chile es el país dónde peor se habla el idioma español en América Latina. Los vicios de la pronunciación y el descuido de las voces, cuyo significado se desconoce o confunde, son rasgos característicos del modo de hablar del pueblo. Entre nosotros se confunden de manera generalizada la pronunciación de la “v” con la “b”, la “y” con la “ll”, la “c” con la “s” y la “z”, la “l” con la “r”.

Es común encontrar que un niño lea “defeuto”, aunque esté escrito “defecto”, “convición” aunque esté escrito “convicción”, “Tarca” por “Talca”. No es tampoco raro oír en las conversaciones frases como éstas: “los juimos”, “cual es que venis”, “como estai”, y otras incorrecciones por el estilo. No hay ningún cuidado en el uso del lenguaje.

Por este motivo he cultivado con atención el hábito de la lectura. Últimamente me he tomado el tiempo para leer la novela “Verdad” de Emilio Zola, “María” de Jorge Isaac, “Un empleado público” de Tancredo Pinochet Le-Brum. También este año he leído otros libros, “El abate de Constantino”, “Aritmética en el amor”, “Quién disparó”, “Marinero”, y más novelas que he disfrutado con delectación.

Decía que este año he estudiado con bastante tesón, no quiero volver a pasar por la mala experiencia de francés. Una semana después de mi llegada a Copiapó tuve que rendir mi examen de reparación de francés, salí mal. Hubo Consejo de Profesores y allí decidieron que en consideración a mi buena trayectoria e intachable conducta merecía ser aprobado. ¡Qué feliz me sentí!

Esa noche estuve de salida con mi Magdalena, noche estrellada como nunca, dicen que las estrellas no son más que huequitos del cielo por donde penetra la luz del infinito, luz profunda que se siembra en los corazones de los amantes para iluminar los sentimientos nobles.

Esa niña es buena y me adora, me ama puramente. Con mi Magda las noches son cual una cadencia del cantar de una alondra, suspiros de notas musicales que se deslizan con suave armonía. ¡Oh! Mi dulce niña, siempre fiel.

El 23 de Agosto voy a partir nuevamente en tren longitudinal a La Serena, mi querido e inolvidable terruño, para pasar mis vacaciones de invierno. Necesito descansar, pues prácticamente todo este mes me he sentido enfermo con una gripe que no se me quiere quitar.

Un día me encontré en la Plaza de Armas con las Guerras, las acompañé mientras paseábamos en torno a la plaza. Ellas son personas que están muy pendientes de los acontecimientos políticos del país y me comentaban que lo que se estaba llamando la “Guerra de Ladislao” era una movilización militar defensiva del país, a pesar de que en instancias internacionales lo acusen de militarista, porque no sólo está la actitud anti-chilena de Perú y Bolivia, sino además está la actitud oportunista de Argentina, quien siempre ha obtenido ventajas de los conflictos del país.

- Imagínese - me decía María – Argentina suscribió en 1878 la alianza militar de Perú y Bolivia contra Chile, antes que estallara la Guerra del Pacífico, pero no fue ratificada debido a las sorpresivas victorias chilenas, ya que falsamente se creía en una inferioridad del espíritu guerrero de los chilenos.

- Sin embargo, ellos invadieron la Patagonia, que hasta entonces estaba disputada, creando la posibilidad de un tercer frente de guerra – comenté.

- Sí, efectivamente, los argentinos tenían la intención de cortar Chile, a la altura de Puerto Montt, con la expedición de ocupación que dirigió el general Roca, explicaba con furia contenida. Chile tuvo que renunciar a los territorios patagónicos orientales en controversia, con la firma del tratado de 1881, no podía hacer otra cosa mientras estaba en guerra contra Perú y Bolivia.

- Bueno, también Chile tuvo que renunciar a los territorios de la Puna de Atacama a favor de Argentina – le recordé a la María.

- Es verdad, usted sabe que Bolivia le regaló a Argentina en 1898 aquellos territorios que estaban ocupados por las fuerzas militares chilenas, conquistados con muchas vidas y sangre de soldados, con la intención de provocar una nueva guerra que diera oportunidad de recuperar Tarapacá y Antofagasta. Entonces, un cuestionable arbitraje norteamericano del año siguiente dejó la mayor parte de la Puna en manos argentinas. ¡Qué indignación! – sus hermosos ojitos brillaban.

Estuvimos charlando hasta bastante avanzada la noche, disfruté mucho la conversación con las Guerras, ellas son personas muy educadas y de una amplia cultura. Cuando nos despedimos me desearon “Felices vacaciones”, sacándome el sombrero les conteste: “Muchas gracias”.

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martes, 14 de septiembre de 2010

Cap 7: Juvenal

........................................................,,,.......Bahía de Coquimbo

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¡Vaya que impresión me causó! ¡Fue totalmente inesperado, una sorpresa! Oscar Vergara me presentó unas muchachas que decían ser mis primas, hijas de mi difunto tío Juan Esteban Araya, quien era agricultor en San Isidro. Ese día me quedó grabado vivamente en la memoria, fue el día 10 de febrero de este año 1920.

Conocí a mis primas María, Andrea y Albertina, quienes me parecieron muy amables, sus tratos eran buenos y agradables. Conversamos un rato y recordamos algunos familiares antepasados comunes, les causó mucha curiosidad mis comentarios sobre un supuesto antepasado del que había escuchado hablar en las crónicas históricas de la ciudad, me refiero a Gregorio Araya, Alarife de la Municipalidad en 1816, algo así como el Jefe de Obras Públicas del Cabildo, cuando era Alcalde José Ramón Subercaseux.

Un día, cuando estaba caminando alrededor de la Plaza de Armas con mis amigos, encontré a estas primas. Me presentaron a su mamá y me paseé con ellas, conversamos animadamente y reímos viendo a la gente como jugaba en el último día de Carnaval. Luego las acompañé hasta su casita.

En la mañana siguiente las fui a buscar para traerlas a mi casa y presentarles a mis hermanas Graciela y Juana, quienes les expresaron su agrado por conocerlas. Creo que simpatizaron entre ellas.

Después de cuatro noches fui a ver a Rosalba, ella está completamente disgustada conmigo. ¡Me cobra celos con mis primas! Tres noches y días de martirios crueles, Rosalba no se convence de mis palabras y quiere a toda costa no volver más a nuestra amistad por miles de motivos que no logro entender.

Mi prima María me ha hablado de Rosalba, me ha hecho comentarios sobre ella que me han provocado mucha indignación y me he sentido muy humillado de ser su amigo. María la conoce bastante bien, pues ambas estudian corte y costura en la misma institución.

¡Jamás creí que Rosalba fuese tan hipócrita! Yo que me he comportado lo más caballero en mi modo de proceder y ella haciéndome traición con sus murmuraciones. Lo decidí a mí pesar, así no la podía aceptar: ¡Terminar todo de una vez!

En la noche me encontré con Rosalba, nada más verla y sentí al oído las palabras punzantes de María que me llenaban de humillación, he puesto fin al amor. Le he devuelto sus cartas y ella me ha entregado las mías. Noté unas lágrimas en sus ojos y trémulamente sentida contestaba: “¿Qué enigma será éste que no puedo descifrar?”

Como nunca le hablé, como a ninguna mujer le dije que jamás el honor de un hombre se puede irrespetar, mi dignidad y decencia está por encima de cualquier mujer, le hable de mi sincero amor que ella atropellaba con su falta de lealtad y que ella no lo merecía. Tenía deseos de ser aún más rudo.

Me vine completamente destrozado. Esa noche estaba de un carácter de mil demonios… ¡Una lágrima rozó mis mejillas! ¡Oh, mujeres! Qué frágiles son, Rosalba diciéndome ayer: “¡fiel hasta la muerte!”. Y yo confiaba en su amor, porque la creía buena, su expresión humilde así creía que me lo demostraba ¿Qué puede haber realmente en todo esto?

¿Cómo va quedando mi corazón? Ahora le llevan otro pedazo de alegría, de felicidad… ¡Está destrozado ya! Destino mío, ya que eres tan adverso conmigo, llevadle al menos a ella el placer que me quitas a mí, espero que sea feliz, ya no importo yo.

Ya no hay alegría para mí, me siento muy sólo en este valle de lágrimas, más aún, este mes es precisamente el sexto aniversario de la muerte de mi madrecita, ella se fue el día 13 de febrero de 1914. Recuerdos horrorosos guarda mi corazón de esa trágica fecha que me dejó huérfano y a la deriva en este borrascoso mundo.

Una noche intenté ver a Rosalba, pero ella andaba con toda su familia, incluso su papá que es prefecto de La Higuera, en el biógrafo público de la Plaza Buenos Aires. Me vine a casa, triste y solitario, ya no tengo interés por nada.

En otra oportunidad me encontré con Rosalba y su prima Rosaura en el Teatro Municipal, nos hemos saludado, aunque ellas lo hicieron con cierta frialdad. Hubiese querido acercarme y hablarles, pero el aire de desdén de Rosalba frenó mis impulsos.

No tuve oportunidad de hablarle a Rosalba durante muchos días, pero le escribí una carta con ruegos para que volviese a mi amistad. Crueles ideas desgarraban mi alma, pronto partiría de ésta hermosa ciudad de donde tengo tan gratos recuerdos, pero Rosalba ya no admitía mis súplicas. De hecho, su respuesta a mi carta dice sencillamente “no”.

Con Rosaura le envié muchas veces mensajes para que me permitiera encontrarme con ella. Un día, cuando ya había perdido la esperanza, ella me dejó dicho que fuera a verla, pero como mi orgullo estaba herido no fui, y así tuve muchas otras oportunidades similares que decidí no ir. Ahora yo la hacía sufrir, el desdén con el desdén.

Pasé varias noches en casa de mis primas compartiendo gratas veladas con ellas. Albertina es la menor y la que más me agrada, por su carácter muy alegre y su conducta tan educada, a su lado me olvido de todo, mi eterno dolor se trueca en alegría.

Junto con mis primas me siento muy bien, ellas me reciben en su casa con mucha consideración y nuestra vinculación familiar nos facilita una relación de confianza. Ellas son extrovertidas y muy conversadoras… ¡Pero son tan cuentistas! Precisamente debido a sus chismes es que me he separado de mi tan querida y recordada Rosalba, no la puedo olvidar, ella está siempre dentro de mí.

Así pasaban monótonos los días de verano, era un devenir impasible del tiempo que se dejaba deslizar indiferente, apenas perceptivo a la conciencia. Ese sosiego lo interrumpió las noticias que recibí de Teresita, apenas había pensado en ella, pero la carta que recibí despertó mis pensamientos por esa bella niña.

Desde Coquimbo me escribió Teresa esa hermosa carta de amor y que estaba muy bien escrita. Me decía que me extrañaba mucho y me pedía que fuera pronto a visitarla, escribía que tenía ansias de pasear junto conmigo por la orilla del mar sintiendo su eterno vaivén, sentir impregnándose la humedad con el flujo y reflujo de las aguas que desatan las olas del mar y se extienden suaves sobre las arenas ardientes de sol.

Pensé, en estos días debo ir a Coquimbo para despedirme de mis familiares, antes de partir nuevamente a Copiapó. Entonces me dejaré llevar por los senderos que Teresita desea recorrer, avanzar con despreocupación por los caminos primorosos del amor.

Invité a Segundo para que me acompañara a Coquimbo. Nos fuimos a las 6 de la mañana a la estación ferroviaria, sin embargo el tren nos dejó esperando y sólo pudimos salir a las 3 de la tarde. Llegamos a la estación El Empalme, en Coquimbo, y nos fuimos a donde mis tías.

En la noche fuimos con mi tía Elisa, Teresita, Segundo y su tía al teatro Apolo, en la calle Melgarejo, vimos la película: “La virgen que los dioses olvidaron”. Pasamos un rato muy agradable, después estuvimos escuchando la música que tocaba la banda municipal en el kiosco otomano de la Plaza de Armas.

Esa noche me despedí de Teresita, le di un ósculo de adiós y ella muy triste me tomó las manos y me suplicó que no la olvidara, pues ella me tenía siempre en sus pensamientos y muy dentro de su corazón. No sé, ya no me parece tan atractiva, más bien la he notado gris y se apaga mi entusiasmo por ella. ¡En la noche soñé con Albertina!

Me causa cierto desasosiego Teresa, pues no quisiera jugar con sus sentimientos, ni pretendo alimentarle falsas expectativas, pienso que debo alejarme y dejar que el tiempo se encargue de ordenar las cosas. Esta situación me recuerda la tonadilla que está tan de moda: “Del agua que no has de beber… déjala pasar”

Al día siguiente nos vinimos en el tren de la tarde, venía con deseos de ver a mis primas, cada vez me siento más atraído por Albertina, mi primita del alma mía, llena de una dulce risita que me colma de alegría, siempre sus ojitos tienen el brillo en su mirada que iluminan mi corazón.

Tuve un día de enorme felicidad por dos acontecimientos que me llenan de satisfacción. Primero, mi hermanito Luís Felipe ingresó a la Escuela Superior, donde antes yo me eduqué. ¡A los 6 años! Y segundo, el otro acontecimiento, amo a Albertina, la he estrechado en mis brazos.

¡Amo a Albertina! Tan pronto llegué de Coquimbo fui a ver a mis primas y encontré a Albertina radiante como la alborada, tan hermosa como una flor… mis labios con los de ella han saboreado las mieles del amor sublime. La estreché entre mis brazos y con susurros le hablaba de amor. ¡Oh, cuando suspiraba me decía “te adoro”! ¡Qué alegría! Mi bienestar y dicha no tenían límites, sentados en aquel banco en un rincón de su casa hablábamos de la religión del amor, solos los dos, éramos el uno para el otro.

Pasé otras noches con Albertina disfrutando de besos, de caricias y abrazos que quisiera que nunca se terminaran. En pocos días más debo partir nuevamente a Copiapó, para terminar mis estudios en la Escuela Normal; si pudiera detener el tiempo y hacer eterno los momentos de dicha con mi querida primita.

La tarde de un domingo estaba paseando por la Alameda cuando se me acercó un jovencito que me traía un mensaje de Rosalba, me mandaba a decir que fuera a su casa, me decía que ella esperaba por mí. Cuando la vi me sorprendí que estuviese tan hermosa como nunca, mi corazón dio un vuelco y saltaba desbocado. Salimos a pasear junto con su prima Rosaura

Volví a verla al día siguiente, sentía que nuestros amantes lazos volvían a estrecharse con el sublime amor que envolvía nuestra atmósfera. ¡Cuánto la amo! Rosalba es mi más querida de las mujeres. Un poco triste me vine, pues el día siguiente sería la última noche que nos hablaríamos, nos despediríamos hasta fin de año, pues vuelvo a mi Escuela a terminar mis estudios. Me duele dejar a mi tan bella Rosalba, no quiero amar sino sólo a ella.

El último día previo a mi viaje, el 24 de marzo, me despedí de mi tan querida Rosalba, fue mi último día que disfruté de tanta alegría y felicidad. Primero la acompañe en la oportunidad que me presentaron a Marta, hermana de Rosaura y prima de Rosalba. Después me dirigí a la plaza de Buenos Aires, hasta la casa de su madrina, donde me encontré con mi adorada Rosalba.

¡Oh, qué despedida tan hermosa! Rosalba olvidó todo lo pasado y juramos amarnos siempre, lleno de ilusiones, con pasión sellamos nuestros pensamientos. ¡Con un sublime beso nos prometimos amor eterno! Entonces me alejé con mi alma tranquila.

Mas tarde Segundo me acompañó a donde las primas mías, siempre es conveniente despedirse de todos los familiares. Por supuesto que estuve con Albertina, mi dulce amor me estaba esperando, y me fundí con ella en largos abrazos, los besos fueron infinitos. A las 2 de la mañana dejamos su casa y me traje dentro de mí los gratos recuerdos de mi primita que endulzan mi alma.

A las 7 de la mañana estaba listo para partir en tren hacia Copiapó, a mi Escuela Normal. Viajo junto con mi amigo Segundo Sáez, haremos escala en Vallenar, alojaremos en el Gran Hotel y al día siguiente continuaremos el viaje hasta Copiapó.

Sentado en el vagón de segunda mis ojos dejan pasar el paisaje sin prácticamente mirar, apenas hay trazos que veloz retroceden sin que apenas el inconciente registre escena alguna, solo hay un nebuloso horizonte que gira suavemente, ver sin mirar, mis ojos están fijos en el infinito vencidos por mis meditaciones y recuerdos.

Mis pensamientos están con Albertina, están en el amor que hoy tengo por mi prima, tan llena de gracia y alegría como la más bella mariposa del jardín. ¿Y que puedo decir de Rosalba? Mi niña virtuosa, de alma noble y pensamientos puros. Cuando pienso en una también evoco a la otra.

¡Qué lejos ellas van quedando mientras el tren se aleja de la ciudad! Ellas son parte de la encantadora ciudad de La Serena, en cambio, yo cada vez más envuelto en éste árido desierto atacameño que inspira la más profunda soledad y, para colmo de este infortunio, soy tan sólo un estudiantillo.

Otra vez llegaré a mi mundo de estudiante, otro puerto diría un marinero, se anclan las naves hasta que llegue de nuevo la hora de partir y navegar de aquí para allá, luego de ahí para acá, en cada puerto un amor y un vaso para beber. Cada puerto es un jardín donde hay hermosas rosas, pero las rosas tienen espinas, mi Rosa con espinas me inspiras estos versos:

No te perdono, me hiciste tanto daño
nuestro amor vivió lo que una flor;
has sembrado en mí ser ¡el desengaño!
y ha muerto para siempre nuestro amor…


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lunes, 13 de septiembre de 2010

Cap 6: Juvenal

............................................................Plaza de Armas. Coquimbo


El 3 de Diciembre llegué a La Serena, ¡mi ciudad querida! ¡Oh, cuanto placer rebosa en mi alma al volver a mi tierra, a mi hogar! El tren atravesó la vega como si fuese una gigantesca serpiente que se precipita por el borde de la ciudad. Al norte, en la punta Teatinos, el mar rompe sus olas con insistente testarudez y, a la distancia, se observan las alegres saltos del agua como hojas movidas por el viento.

Puedo apreciar el mar de la bahía que recibe las aguas plateadas del río con el murmullos de su ir y venir, en eterno vaivén del océano azulado y transparente como el cielo que refleja. A lo lejos alcanzo a ver la Punta Pelícanos del puerto de Coquimbo y su vistoso Cerro Alegre, como si fuese una lengua hacia el mar.

La vista a la vega me ofrece un paisaje lleno de verdor, adornada con sauces y arrayanes hasta las mismas puertas de la ciudad, con un cuadro que muestra rústicas chozas, bueyes, caballos y vacas pastando; siembras de maíz, trigo, zapallos, melones, porotos y otras más. Algunas lagunas se divisan con sus totorales y pájaros que revolotean con su alborozada inquietud.

Puedo apreciar la ciudad con sus blancos edificios, como si se superpusieran unos con otros, con follajes intercalados de variados colores verdes de los árboles de la ciudad. Entre ese conjunto de edificios se alzan, a mayor altura, las torres de las iglesias y de las esbeltas palmeras, y al fondo de la perspectiva está el cerro de la Cruz o cerro Santa Lucía.

El paisaje se completa con el valle estrecho por donde se desliza el río, como una cinta de plata que alimenta los cultivos de ambas riberas. En el borde norte se ve el caserío de la Compañía que surgió en torno a la antigua hacienda de los padres de la congregación de la Compañía de Jesús. El horizonte de esta vista son las altas y majestuosas montañas de la cordillera de los Andes, desde cuyo seno se explotan los más ricos minerales.

Mi ciudad es como un hermoso anfiteatro formado por varias mesetas: la primera, a casi 20 metros de altura sobre los terrenos de la vega, aledaños al río Coquimbo, arriba de la “Barranca del Mar” se halla la parte principal y más antigua de la ciudad, limitada por el paseo de la Alameda, antigua quebrada de San Francisco.

La segunda meseta, más al oriente y en cota superior, se encuentra el espacioso barrio denominado Santa Lucía que se extiende hasta las suaves laderas del Cerro de la Cruz. Hacia el sur, limitada por el paseo de la Alameda está el sector del Hospital San Juan de Dios. Luego viene la Pampa, con varias quintas y chacras que abastecen de frutas y verduras a la población de la ciudad

¡Qué emoción tan grande me invade al observar mi ciudad! ¡Qué inmensa alegría me provoca la cercanía de mi familia! En mi hogar sentí la alegría de estar junto con los míos, tuve la emoción de abrazar a mi abuelita Juana, saltar de alegría con mis hermanas y mi hermanito. Todos me expresaban su alegría al recibirme, me llenaban de preguntas, querían saber todas mis experiencias de Copiapó.

Mi abuelita desplumó 2 pollos grandes del gallinero, con técnica muy precisa les torció el pescuezo y les dio un pequeño jalón, luego con agua caliente les quitó rápidamente todo el plumaje, después Graciela y Juanita Rosa se encargaron de preparar una magnífica cena para celebrar mi llegada.

Pensaba que no merecía tanto festejo, finalmente había reprobado el curso de Francés que, por supuesto, no se lo dije a nadie. Tampoco podía hablarles de Rosita, cuya traición casi me hizo perder el juicio, sin embargo, estaba seguro que triunfaría en mis estudios, ya faltaba poco para terminar y, entonces, podría ayudar a mi abuelita a mantener el hogar.

Había que pensar en mi hermanito Luis Felipe, apenas el próximo año empezará a estudiar, pero ayudarlo a estudiar en el futuro para que logre profesión era mi responsabilidad. En cambio, más sencillo es la situación de mis hermanas, pues ellas deben aprende labores de mano y buenos modales para prepararse para el matrimonio.

Nosotros los hombres tenemos una mayor responsabilidad en la sociedad, no podría ser de otra manera. No logro imaginarme, por ejemplo, que las mujeres pudiesen votar en política, todo se transformaría en chismes y lloriqueos. Buena razón para que la vigente Ley de Elecciones de 1884 prohibiera expresamente el voto femenino.

También el manejo del dinero es asunto muy delicado, por ese motivo no se puede confiar en una mujer. Razón, además, por la cual la mujer en el matrimonio queda bajo la potestad del marido y si excepcionalmente trabaja no tiene derecho a disponer de su salario. Buenas costumbres que aseguran que la mujer se dedique a atender los asuntos domésticos del hogar y el cuidado de los hijos.

Por este motivo, mi sabia abuelita dispuso que Graciela atendiera como madre sustituta a Luis Felipe y Juana Rosa a Hildita, es la mejor escuela de aprendizaje para criar, es la preparación para el matrimonio. Con estas reflexiones me dormí profundamente, después de tan largo viaje en tren estaba muy cansado.

Al día siguiente fui con Rubio a la calle Rodríguez por si veía a las amiguitas que conocí en el Carnaval pasado, pero desgraciadamente se habían mudado. Durante varios días las busqué, pero no logré encontrarlas, hasta que un día nos topamos con Carlos, hermano de las niñas González. Pregunté por Rosalba, entonces me enteré que ella vive en la calle Vicuña con esquina Las Casas. Le mandé muchos saludos.

Pasé muchas noches callejeando con Rubio, teníamos unos galanteos con unas muchachas de la calle Colo-Colo. Después, una vez que Rubio, Segundo y Aqueda se hicieron amigos entre sí, salíamos juntos de noche a divertirnos por las calles de la ciudad, paseábamos por la Plaza, íbamos al biógrafo, etc.

Claro, durante el mes de María iba por las tardes a la iglesia Corazón de Jesús, para mí las misas eran momentos de recogimiento espiritual; por supuesto que también era la oportunidad de ver a bellas muchachas que iban con sus madres a rezar. Recordaba que en el año 1918 iba a la iglesia San Francisco, en Copiapó, a esperar a Rosa, esa infiel y cruel mujer a quien todavía evocaba.

Un día divisé a Rosalba, iba con unas amigas por la calle Infante, pero no me atreví a saludarla. Otra vez la vi en la Alameda, la saludé de lejos con una seña de mano y ella me sonrió, hasta que finalmente una noche le hablé y quedamos de vernos en la Plaza Buenos Aires, allí nos vimos y quedamos muy amigos. Así tuve muchos encuentros que me hicieron sentir muy dichoso a su lado.

Las Pascuas la pasé con mis amigos, la recibí con mucha alegría y con mucho alboroto en la Plaza de Armas. Compramos una empanadas donde la gorda Liliana, realmente estaban sabrosas con su guiso de carne picada con huevo y cebolla, pero con un toque amarguito de un no sé qué.

Bueno, las empanadas nos provocaron casi de inmediato un efecto que hizo exclamar a Segundo: “¡Apretemos cuevas!”. Por primera vez entiendo esta expresión tan nuestra, pues no sólo significa que hay que salir corriendo muy rápido, sino además hay que hacerlo con las nalgas bien apretadas para contener la fulminante diarrea que nos asaltó: ¡trote a la letrina de la casita!

Para recibir el Año Nuevo fui con mis amigos a la Plaza de Armas, allá estaba Rosaura con su novio y mi angelical Rosalba, pero no pude hablarle, no tuve una excusa para acercarme, pero pude observarla de lejos. Hubo biógrafo público, música con la banda municipal y fuegos artificiales. En fin, creo que este año nuevo 1920 lo pasaré de lo mejor, porque es la primera vez que lo recibo con tanta alegría.

El día 11 de enero fui en tren a Coquimbo, me envió mi abuelita para acompañar y traer de regreso a La Serena a mi hermana Graciela, quien estaba pasando unos días de vacaciones y disfrutando de las playas junto con mis tías y demás familiares.

Siempre me ha sorprendido Coquimbo por su agitada vida de Puerto que ofrece diversión de todo tipo y una vida nocturna excitante donde se mezclan marineros de paso, obreros del puerto, mineros que bajaban de todas partes, carrilanos del ferrocarril, vagabundos, borrachos y mujeres de la vida alegre.

La calle Pinto, en la noche avanzada, es una verdadera Babilonia llena de garitos, cantinas y prostíbulos, en los cuales el vino, la cerveza, el aguardiente y el humo de cigarrillos dominan las mentes embotadas de quienes dilapidan el fruto de su trabajo. Tampoco falta uno que otro cogotero que hace de las suyas.

A mí lo que más me gusta son las historias y leyendas de Coquimbo, como los cuentos del tesoro de los piratas, el ánima del quisco, el coche del diablo, el hombre perro y muchísimas más. Hay una historia reciente que a mí me conmueve profundamente, se refiere a la dama de la playa.

Era 25 de julio de 1914 cuando llegó a la bahía de La Herradura el majestuoso barco escuela alemán “Herzogin Cecilie”, con apuestos cadetes teutones, rubios y de ojos azules. En esos días ocurrió que estalló la gran guerra de Europa y Chile decretó su neutralidad territorial, en consecuencia, la referida nave debió quedar internada durante todo el período del conflicto bélico.

Los marinos bajaban con frecuencia a Coquimbo y La Serena y recorrían los alrededores con entera libertad, aunque en cierto sentido eran prisioneros del destino. Se cuenta que un cadete de nombre Walter se enamoró de una bella muchacha, Claudia, hija de un vecino muy adinerado. Para no ser sorprendidos, la dama y el galán se veían por las noches en la solitaria playa de La Herradura.

Todo parecía marchar sobre ruedas, Claudia amaba a Walter con delirio y él le correspondía. La dicha embargaba el alma de Walter, pero a su vez en su espíritu de guerrero sentía la llamada al combate en defensa de su país. Un día 16 arrojados pilotines del Herzogin, entre los que se contaba Walter, planearon fugarse para incorporarse al frente de guerra en las huestes alemanas. Se marcharon en un viejo barco de madera llamado Pinto, el cual dicen que logró recalar en Trondheim, Noruega, el 1 de abril de 1917.

Una profunda melancolía se fue apoderando del atormentado corazón de Claudia, esperando en vano el regreso de su amado. Un día, entre sollozos, la vieron caminando por la orilla de la playa. A la mañana siguiente, una hermosa jovencita fue hallada flotando en el mar.

Cuentan que en las noches de luna llega a la playa de La Herradura una hermosa carroza tirada por esbeltos caballos, conducida por un elegante cochero uniformado, de la cual se baja una bella dama, finamente vestida de blanco y cubierta de valiosas joyas, y se pasea por la orilla del mar, mirando ansiosa al horizonte como si aguardase a alguien. Luego, sube al coche para perderse en la fría oscuridad de la noche… es la dama de la playa.

Llegué a casa de mi tía Mercedes, ella vive frente a la línea del tren que viene de Ovalle, entre la estación del Empalme y el cerro Dominante. Por atrás de la casa, a una altura algo menor, pasa la línea del tren que viene de La Serena y llega también hasta el mismo Empalme.

Esta estación, donde confluyen las dos líneas ferroviarias, tiene instalado de hace pocos años una hermosa estructura metálica techada, con elegantes terminaciones góticas. En las cercanías se estacionan los coches y carrozas tirados por caballos para el transporte de las personas más distinguidas y, por supuesto, con más dinero.

El tren luego continúa por la calle Aldunate hasta la Maestranza, donde está la estación terminal, “la estación de Abajo”, en el área del muelle del ferrocarril, más allá del muelle Fiscal, a 3 cuadras de la Plaza Vicuña Mackena. Naturalmente que el tren debe transitar dentro del puerto a una velocidad menor, de tal modo que permita el trote del caballo del policía de control que va delante del tren.

Al día siguiente fuimos con Graciela a saludar a mis tías Elisa y María Luisa Rojo, también saludé con emoción contenida a Teresita. Esa mañana, al verla después de un año, me sentí feliz como nunca, todo estaba lleno de colores brillantes, todo era música encantada, para mí era un día primaveral divino. Pasamos el día escuchando gramófono, polipón y guitarra.

Un día salimos a caminar por los arenales cercanos a Guayacán, desde allí divisábamos a la misma vez la bahía de Coquimbo y la bahía de La Herradura. En medio de la soledad del paisaje, apartado del mundanal ruido del puerto, está el Convento del Buen Pastor, inaugurado hace 10 años por Sor María de Santa Gertrudis. Inspira al retiro espiritual, ahora más, con Teresita a mi lado.

Después, el día martes 13 de enero, fecha que para algunos se vincula con la mala suerte o de posibles desgracias que obligan a andarse con mucho cuidado; sin embargo, yo tuve una tarde imborrable y sublime. Di besos a Teresita y juramos amor eternamente.

Sí, fue una tarde inolvidable. Vine solo donde mis tías Elisa y Luisa, pues mi hermana Graciela, tía Mercedes, Sarita y Marina se habían ido a la playa de Guayacán a bañarse. Me encontré a Teresita sola en casa, los demás habían salido al centro de la ciudad, entonces ella me recibió con despreocupación y nos sentamos en el salón de la casa.

No sé como ocurrió, acaso ella se acercó, o quizás fui yo que tomé sus manos, tal vez fue su aliento de perfume de jardín, o acaso su silencio con su dulce mirada fue una invitación, ya no sé como fue, solo sé que un beso en sus labios nos unió en la emoción del amor.

¡Un beso! Sí, después fueron muchos besos y caricias que las manos sensibles llevaban al corazón, caricias que sentían su delicada tez y jugaban con su terso cabello entre mis dedos. La tuve entre mis brazos y sentí el palpitar de su alma entre susurros de palabras de amor.

¡Jurar amor eternamente! Día extraordinario de pasión y éxtasis, sentir el alma de una tierna y bella muchacha ávida de cariño. ¡Tarde maravillosa! ¿Y cuando me aleje otra vez? ¿Cómo irá mi corazón? No lo sé, el amor tiene senderos misteriosos y llenos de sorpresas, realmente no sé qué será después, sólo me dejo llevar como una paja al viento, el destino dirá lo demás.

Tan pronto regresé a La Serena fui a visitar a mi recordada Rosalba, realmente desde que la conocí me ha gustado mucho, pero ahora siento que la amo con delirio y sé que ella también lo siente así. Recibí una misiva de ella donde me dice: “¡Te seré fiel hasta la muerte!… Te amo como ninguna mujer habrá amado nunca a un hombre”, he saboreado con besos esta dulce carta de mi angelical niña de mis sueños.

He presentado Rosalba a Graciela y hemos charlado durante largo tiempo. Graciela la miraba con cierto aire de curiosidad y un mal disimulado recelo, seguramente un día terminarán siendo amigas, pensaba para mis adentros. Chiquilla mía, cuanto te estoy amando y lo hago con toda mi fuerza juvenil, Rosalba es la mujer que amo más puramente en el mundo.

Amor platónico, es amor casto y puro que llena todo mi espíritu, todos mis pensamientos siempre tienen un nombre, es el nombre de una flor, Rosalba, así es lo que siento por ella y jamás me atrevería a intentar el mínimo daño para ella, como hacen algunos tontos que actúan sin pensar.

Es verdad, algunos tontos se meten en tremendos líos como ocurre con mi amigo Aqueda. Me ha contado que tiene a su enamorada con un mes de tremenda angustia, la menstruación paralizada y, desde luego, un bebé que nadie desea. El anda muy asustado y no haya con qué pamplinas hacerle botar el feto… ¡Qué lío!

Se dice que hay algunas comadronas que se dedican a practicar el aborto con brebajes y ungüentos, además se comenta de varias mujeres que lo han hecho en la clandestinidad, pero también se sabe que es una intervención peligrosa para la vida de la mujer. Definitivamente no es un asunto que permita la legalidad y, por otro lado, la iglesia lo prohíbe tajantemente. ¿Entonces, qué hacer?

A través de los siglos la tradición religiosa venía explicando que el embrión es una suerte de órgano sin alma hasta fines del tercer mes del embarazo, en consecuencia, digamos que podría asumirse “abortable”. Pero una vez transformado en feto, ya quedaba dotado de alma, era “animatus”. Sin embargo, esta posición de la iglesia fue modificada por el Papa Pío IX en 1869, quien declaró que el nacimiento del alma ocurre en el preciso momento de la concepción. ¡Grave problema, amigo Aqueda! Yo no sé que haría en tu lugar.

Los primeros días de Febrero estuvo el circo Beltrán, junto con mis amigos Sáez y Rubio entramos para disfrutar una tarde de distensión. El payaso chorizo fue la delicia del público, sus gracias y tonterías provocaban risa incontenible.

Después paseamos durante la noche de luna, hasta las 3 de la mañana. En el Teatro Municipal hubo un té danzante, nosotros que no entramos al espectáculo, tuvimos nuestra propia danza en la calle con un tarro de duraznos lleno de helado.

Esa noche, cuando regresé a casa, estaba el cielo completamente despejado y todas sus estrellas eran más brillantes que nunca, era noche de luna llena. Antes de entrar a mi hogar me detuve un momento, para dejarme llevar por mis pensamientos, envuelto en la magia del infinito cielo.

Pensaba en Rosalba, sólo ella ocupaba mi memoria, sentía esos ojitos tan vivitos, ese mirar melancólico, su boquita con esos labios que me vuelven loco, esa risita que resuena en mis oídos como cascada de campanillas ¡Oh, qué angelical! Es un dechado de hermosura, cuyas manos han acariciado las mías y mi rostro, también mi corazón. Por ella tengo valor para sentir que merezco su alba mano, su vida, la amo con delirio. ¿Pensará esa virgencita en mí como yo pienso en ella?


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