viernes, 19 de noviembre de 2010

PRINCESA Y EL PADRE ANTUÁN



Me puse el Alba sobre la sotana, la enlacé con el cíngulo a la cintura y con paso solemne salí de la sacristía para dirigirme al altar. Sobre los hombros me puse la estola y me incliné con veneración para besar el altar, luego hice varios pases de incienso con el turíbulo en torno al altar para perfumar el carácter sagrado del lugar donde celebraríamos, una vez más, la renovación del sacrificio del Calvario.

- In nomine Patris, et Filii, et Spiritus Sancti - dije en voz alta a los asistentes mientras hacía la señal de la cruz para iniciar la santa misa.

Prefiero iniciar la misa en latín, lenguaje sacro de la Santa Biblia, aunque el Espíritu Santo la dictó originalmente en hebreo, arameo y griego, pero el latín tiene carácter solemne desde que Constantino elevó el cristianismo a religión oficial del Imperio Romano y se impuso la versión Vulgata de las Escrituras. En todo caso, no ha estado mal que gracias al loco de Lutero la Biblia haya sido traducida a muchas lenguas vulgares accesible a los comunes mortales.

- Amén - contestaron los feligreses mientras se santiguaban.

Miré con disimulo a los presentes que estaban de pie para ver dónde estaba Princesa, pero no la vi. La tarde anterior, durante las jornadas juveniles cristianas, me había prometido que vendría a misa. Antuán, mañana quiero verte en la misa para rezar por nosotros, me dijo mientras tomaba mis manos y yo sentía que la sangre hervía en mi cuerpo y subía a mi cabeza nublando tono mi entendimiento.

- La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre, y la comunión del Espíritu Santo estén con todos vosotros - continué diciendo casi automáticamente a los asistentes a la misa.

- Y con tu espíritu - contestaron los presentes, pero apenas escuché, mi mente se escapaba a otros rincones de ensueño.

Estaba ansioso por ver a Princesa, mi mundo estaba lleno de sueños y fantasías, pero también me embargaban las dudas sobre mi futuro y me ahogaba la incertidumbre. ¿Acaso la carne estaba socavando la fortaleza de mi compromiso con la Iglesia? ¿Era el Diablo quién me estaba tentando con placeres mundanos?

Entonces de repente la vi, allí estaba sentada en una de las últimas filas de la iglesia, vestía un pantalón azul y una blusa ajustada de color celeste de cielo, su pelo suelto castaño oscuro caía libre sobre sus hombros. Me miraba fijamente y sentí que mi corazón daba un vuelco, un rubor invadió mi rostro, un sentimiento de pecado irrumpió en mi interior y un temblor se apoderó de mi voz mientras continuaba la misa:

- Queridos hermanos: Para celebrar dignamente estos sagrados misterios, reconozcamos nuestros pecados. Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.

- Por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa - contestaron los feligreses.

Es verdad, ahora como nunca me doy cuenta lo pecador que me estoy volviendo. Dios mío, invoco tu misericordia para que perdones mis pecados, me absuelvas de mis ansias de lujuria contenida, no porque me guste el lujo, que en todo caso no está demás, sino por mis impulsos libidinosos que corroen el alma mía que era tan pura como el agua cristalina. Por eso me dirijo a la Santísima Trinidad, a ti Padre, a ti Hijo y al Espíritu Santo, como un grito desesperado que quiere aferrarse a ti con la angustia de mi vida que pide compasión.

- ¡Señor, ten piedad! - dije suplicante.

- ¡Señor, ten piedad! - contestaban todos los presentes.

No veo que Princesa se lleve las manos al corazón, pues claro, ella no tiene pecados veniales y mucho menos pecados mortales, es tan inocente mi Princesa. Bueno, quizás no tanto, ella tiene muchas ambiciones y a veces la noto engreída cuando se ufana de la Universidad donde estudió y aprendió tantas cosas de una profesión técnica que, en mi opinión, no dan ningún alimento al alma. A veces simplemente me la imagino como una inconciente y bella mariposa que vuela cándida por un colorido jardín de la primavera.

- Oremos - invité a los feligreses - Señor nuestro, que prometiste venir y hacer tu morada en los corazones rectos y sinceros, concédenos la rectitud y sinceridad de vida que nos hagan dignos de esa presencia tuya. Por nuestro Señor Jesucristo...

- Amén - asintieron todos.

Hice una leve reverencia frente a la Sagrada Biblia y procedí a echar incienso con el turíbulo para esparcir el blanco humo que asciende como en suave danza al cielo junto con nuestras fervorosas oraciones. Claro, el humo es bueno también para fumigar tantos zancudos que salen en esta época del año.

Abrí la Biblia en una página que previamente había marcado en el libro del Apocalipsis para la Liturgia de la Palabra, pero con los nervios que tenía debido a la presencia de Princesa me equivoqué y frente a mi vista quedó expuesto el capítulo 5 del libro de San Mateo, entonces comencé a leer desde el versículo 27.

- Ustedes han oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pero yo les digo: El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Si tu ojo derecho es para ti una ocasión de pecado, arráncalo y arrójalo lejos de ti…

- Te alabamos Señor - contestó en coro la asamblea.

Me alarmé con mis propias palabras que retumbaron dentro de mi cabeza como ecos de la montaña. Es verdad, me dije, una manzana podrida puede podrir todas las demás del cesto, entonces la manzana podrida debe ser arrojada lejos como dice el Señor.

¿Arrojar a Princesa? No, no, no puede ser eso, sino debo arrojar mis malos pensamientos. ¿O quizás debo arrancar mi corazón y arrojarlo lejos de mí? Pero mis pensamientos lascivos están en mi mente ¿Entonces acaso debo cortar mi cabeza y arrojarla lejos de mí para salvar mi cuerpo de las llamas del infierno? Menos mal que no he tenido relaciones sexuales, porque entonces no sé qué me debería cortar. Díos mío. ¿Qué debo hacer?

- Munda cor meum, ac labia mea, omnipotens Deus, ut sanctum Evangelium tuum digne valeam nuntiare. Per Christum Dominum nostrum. Amen - murmuré casi en silencio, luego continué en voz alta - El Señor esté con vosotros.

- Y con tu espíritu - respondieron los fieles.

Bueno, a pesar de mis pecados creo que no debo ser tan malo, ya que he intentado ser manso y humilde a lo largo de mi vida, me ha tocado llorar muchas veces, he sufrido hambre y sed de justicia, también de pan y agua, entonces quizás sea bienaventurado con la gracia del Señor. Mis pecados los habré expiados con mis sufrimientos, ahora mismo mi alma sufre en la soledad la angustia de no encontrar un sendero iluminado para recorrer intensamente los prados de la vida.

- Per evangelica dicta deleantur nostra delicta - dije en voz baja mientras besaba la Sagrada Biblia y la cerraba cuidadosamente.

Me resigna pensar que estoy ayudando al mundo en la lucha entre el Bien y el Mal, participo como soldado en la guerra entre Dios y Satanás. Parece que mientras más sufro más digno me haré del paraíso celestial, más se purificará mi alma y más lejos quedará toda tentación del mal, entonces me provoca torturarme, sacarme por ejemplo toda la piel tal como se despelleja un pescado, o clavarme alfileres en la partes íntimas, o apretarme la nariz para no respirar…¡Vaya, enorme purificación que alcanzaría!

Bueno, quizás exagero un poco, pues nuestro Señor Jesucristo también dijo: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, no en el sentido de hacer sufrir a los demás como quisiéramos sufrir consigo mismo, sino por el contrario, amarse a sí mismo en el sentido de quererse, valorarse, respetarse, aceptarse, cuidarse a sí mismo, lo cual es la base para amar incondicionalmente a los demás, no por miedo al infierno, ni como un sacrificio a cambio de algo, pues el amor no es un negocio. Amar sencillamente es compartir, es vivir.

Entonces, ¿no habría nada malo en que yo ame a Princesa? ¡Ay!, tan sólo pensarlo y me recorre un escalofrío por todo el cuerpo y la piel se me pone como carne de gallina. Ahora que reflexiono de esta manera me siento mejor. ¿Cómo se podría amar sin tener aprecio de sí mismo?, sería como dar algo propio que no valorásemos, sería como intentar compartir la propia existencia sin atribuirle algún valor a ella. Por supuesto, así no se puede compartir, pues es como intentar ofrecer algo desechable. Entonces hay que amarse a sí mismo.

Pero, en fin, llegó el momento del Ofertorio para presentarle a Dios los dones del pan y del vino que se convertirán en el cuerpo y la sangre del Señor mediante el milagro de la transubstanciación.

Sí, sabemos que nuestro Señor Jesucristo así lo pidió: “tomó en sus manos el pan y el cáliz, dio gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: Tomad, comed, bebed; esto es mi cuerpo; éste es el cáliz de mi sangre. Haced esto en conmemoración mía”. Claro, si bien el vino de la misa sabe a vino y el pan sabe a pan, su sustancia es el cuerpo y sangre de Jesús por acto de fe, entonces esta suerte de sagrada antropofagia en la misa es el alimento de vida eterna.

Entonces, quizás, los actos de canibalismo como el de los uruguayos que durante un vuelo en avión cayeron en la cordillera de los Andes y se comieron a sus amigos y familiares, o el de los chinos que se comían a sus muertos para sobrevivir durante el Gran Salto Adelante de Mao, se deben considerar como cena de alimentos humanos de vida eterna si es que lo hicieron con fe. Realmente no sé.

Me complace pensar que antes los antiguos cristianos traían alimentos y vino de su propiedad para compartirlos, como en un gran banquete, durante la celebración de la misa. Aunque ahora es bastante práctico pedirles a los fieles que preferiblemente aporten dinero y otras donaciones de valor, mientras más mejor, ya que es para los pobrecitos de la iglesia donde, por supuesto, estoy yo. En este sentido, es necesario que la Iglesia se modernice y, a tal efecto, he propuesto que se pongan puntos de venta inalámbricos para permitir las donaciones con el uso de las tarjetas de débito y de crédito de los feligreses.

¡Ay! Dios mío, me estoy dispersando con mis pensamientos, es mejor que me persigne y haga unos pases de incienso para espantar tantos fantasmas y divagaciones que me desconcentran.

- Bendito seas, Señor, Dios del Universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos: él será para nosotros pan de vida - dije mientras presentaba el pan sagrado, las hostias, y el vino para la plegaria eucarística.

- Bendito seas, por siempre, Señor - respondieron los feligreses.

Entonces tomé el cáliz y puse vino, aquél sabroso vino que la congregación recibe de España y que el padre José se toma todas las noches a hurtadillas. Luego añadí una gotitas de agua tal como lo hizo Cristo durante la última cena. Por supuesto, a nadie se le ocurriría a la inversa, poner agua en el cáliz con una gotitas de vino, sería un sacrilegio… con lo bueno que está el vino.

- De nobis per hujus aquae et vini mysterium, ejus divinitatis esse consortes, qui humanitatis nostrae fieri dignatus est particeps, Jesus Christus, Filius tuus, Dominus Noster. Amen - dije calladamente, luego continúe en voz alta y levantando el cáliz.

- Bendito seas, por siempre, Señor - replicaron los asistentes.

- In spiritu humilitatis, et in animo contrito suscipiamur a te, Domine: et sic fiat sacrificium nostrum in conspectu tuo hodie, ut placeat tibi, Domine Deus. Que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios nuestro - dije en voz baja y luego continúe - Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado.

Me lavé cuidadosamente los dedos de las manos como expresión del deseo de purificación interior, aunque sinceramente creo que me debería haber dado un baño completo de tina y con jabón azul, pero el rito no lo permite así. Por supuesto que sí, pero quién está libre de pecado, si el mismo Jesús se besaba con la tal María Magdalena quien, a su vez, lo financiaba económicamente en su misión redentora.

¿Era amor erótico? A veces pienso que sí, porque no era interés financiero, sin duda que Cristo no era un chulo, y es parte de la naturaleza disfrutar el placer de una caricia, así como yo quiero sentir el aliento de Princesa y recorrer su cálida piel del mismo modo como el céfiro del mar acaricia el arenal del litoral. Y allí estaba ella, Princesa de rodillas cruzaba sus miradas conmigo y me sonreía disimuladamente en pícara complicidad.

¡Caramba!, otra vez divagando. Respiré profundo, rápidamente me ubiqué en el centro del altar y me dirigí a la asamblea:

- Orad, hermanos, para que este sacrificio mío y vuestro, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso. El Señor esté con vosotros.

- Y con tu espíritu - respondieron todos.

- Unidos a todos los ángeles, te glorificamos unánimemente, y te alabamos con nuestras voces seguí con la ceremonia de las ofrendas

- Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Bendito el que viene en nombre del Señor - replicaron todos.

No deja de sobrecogerme, y es muy fuerte para mí, que pidamos que el sacrificio de la crucifixión de Jesús sea agradable a Dios, como si fuese un feroz sediento de bestial sadismo, como aquellos dioses que requerían de sacrificios humanos para tranquilizar su furia y saciar sus ansias de sangre. Ya fue bastante cruenta la inmolación redentora de Jesucristo que nos libró de todo pecado, de modo que sería suficiente el carácter memorial de este acto, sin agregarle el sentido propiciatorio del sacrificio que lo vuelve continuo, se repite en las misas una y otra vez, con su cuerpo presente. ¿Acaso Jesús no obtuvo ya el perdón completo para nosotros por medio de su sacrificio? ¿O sólo fue un pedacito de perdón, de modo que es necesario crucificarlo, una y otra vez, junto con cada uno de los presentes? ¡Virgen María, que confusión la mía!

Apreté fuerte los dientes y cerré los ojos mientras me decía: Antuán, no pierdas la fe, el Señor está presente. Entonces procedí a consagrar el pan:

- Tomad y comed todos de él, porque esto es mi cuerpo, que será entregado por vosotros.

Luego consagré el vino:

- Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía.

Sentí que un escalofrío recorría mi cuerpo y que el Espíritu Santo me daba un par de bofetadas para que me mantuviese atento y que no fuese a divagar otra vez, las mejillas se me enrojecieron hasta el ardor. Entonces, en virtud de la consagración se convirtió el pan en el cuerpo y el vino en la sangre de nuestro señor Jesucristo.

Mi rostro estaba sudoroso y mis manos temblorosas. Mostré emocionado a los fieles la Hostia consagrada y el Cáliz, cuerpo y sangre de Jesús, y expresé mi adoración con un signo de reverencia.

- Éste es el sacramento de nuestra fe - dije con la voz entrecortada.

- Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús! - respondieron todos puestos de pie.

- Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación, y te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia. Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.

- Amén - aclamaron los presentes.

Yo ya no soy yo, ahora soy Jesucristo en la última cena del Señor que, invadido de infinita humildad, ofrece su cuerpo y su sangre para la renovación del sacrificio del Calvario, con la presencia de la virgen María, con los Apóstoles y las Santas mujeres, para sentir una anticipación de la gloria que recibiremos en el cielo.

Santas mujeres, sí, mujeres que siguieron a Cristo como María Magdalena, Junías, Priscila, Aquila y tantas más que, quizás, sin la visión misógina de la iglesia histórica, deberían también ser consideradas apóstoles femeninas. Ellas tienen más méritos que el loco de Pablo que ni siquiera perteneció al grupo de los doce de Jesús.

Es una lástima que Tomás de Aquino haya escrito: "La mujer es al hombre lo que lo imperfecto y defectuoso es a lo perfecto. La mujer es físicamente inferior, y también mentalmente. No es sino un error de la naturaleza, una suerte de hombre mutilado". ¡Recórcholis!, ¡Qué teología!

El gordo Tomás creía que la concepción humana recaía en la "virtud activa" exclusivamente masculina y que la mujer no era sino un receptáculo en donde un pequeño ser humano era depositado por el varón para que se desarrollara. Entonces "el poder activo de la semilla masculina" tendía a reproducir a su igual, es decir, a otro magnífico varón, de manera tal que si el resultado era una "niña" se consideraba que la famosa "virtud" había fallado. Así resulta que las mujeres serían el resultado de un "poder activo" defectuoso. Dramática y conmovedora ignorancia que el Espíritu Santo demoró un largo tiempo en aclarar.

La mujer no creo que sea inferior, ni signo de falta de pureza. No es la razón de mi celibato y juramento de castidad, aunque pensar en este asunto me pone muy nervioso, pues sólo pensar en la Magda cuando ungió con perfumes los pies de Jesús y los enjuagó con sus cabellos, con esas amplias vestimentas de la antigüedad que dejaban asomar parte de los senos, se me ponen todos los vellos de punta, y otras cosas más.

De repente sentí como que me jalaban las orejas, otra vez el Espíritu Santo me remecía para despertarme, entonces regresé de mis pensamientos y vi que todos los asistentes de la misa esperaban que continuara con la ceremonia. Rápidamente me persigné cinco veces y de modo reverencial tomé la patena, con la hostia consagrada, y el cáliz, y sosteniéndolos elevados, dije:

- Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.

- Amén - aclamaron los presentes.

- Padre nuestro que estás en el cielo santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal - oramos todos juntos.

- Señor Jesucristo, concédenos la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Per omnia saecula saeculorum.

- Amén - dijeron todos.

Padre nuestro, hágase tu voluntad… ¿Y mi papá qué piensa de mí? Por supuesto que está muy orgulloso de mi ordenación como sacerdote de la iglesia católica apostólica romana, ya que me confiere el poder de renovar el sacrificio de la Cruz, celebrar los sacramentos y perdonar los pecados. Poderes grandiosos ¿verdad?

De esta manera mi papá se siente más cerca del Cielo, debido a que le puedo perdonar sus pecadillos y dejarle al alma más limpia y blanca que con cloro de lavandería. Por este motivo, cuando le insinué la posibilidad de renunciar al sacerdocio, porque el celibato, le dije, era una carga muy pesada para mí, rechazó irritado mi idea y me dijo que no era correcto que faltara a mi compromiso con la virgen María y que, además, le daría un disgusto muy grande a mi mamá.

Una vez me habló el Superior de la Congregación y me aconsejó, de hombre a hombre, que buscara algunas muchachas medias tontas con quien aliviar mis tensiones, pero con mucha discreción. Después, dijo, todo se resuelve con el sacramento de la penitencia y listo. Incluso se ofreció acompañarme una noche a la casa de unas niñas alegres de la ciudad.

Ciertamente me sentí muy confundido, mucho más cuando recordé a varios compañeros de sacerdocio que tenían discretamente sus queridas, quienes más bien veían la relación como una gracia divina, bueno, supongo que lo pasaban divino. ¡Vaya gracia divina! Estoy seguro que Princesa jamás aceptaría una situación de este tipo y yo tampoco aceptaría una vida de hipocresía en la iglesia.

Jamás podría aceptar a alguien como el padre Gaspar de Villarias, sacerdote de la Compañía de Jesús, cuya historia fue registrada en los Libros de la Inquisición. Fue enjuiciado por el Tribunal del Santo Oficio en la Ciudad de México en 1625, donde más de 90 mujeres declararon haberse involucrado sexualmente con él o haber sido objeto de proposiciones indecorosas, luego de visitar la parroquia donde las confesaba y absolvía. ¡Caramba!, absoluciones para criollas y mulatas, para nobles españolas y esclavas negras, década tras década. Y nadie hablaba.

¡Por Dios! Quiero que la paz invada mi espíritu, que la armonía ilumine a todo el mundo y la concordia sea el lazo que una a la humanidad en un vínculo infinito. Los miré a todos y dije con voz fuerte para que retumbara en toda la iglesia:

- La paz del Señor esté siempre con vosotros - luego extendí los brazos y enseguida junté las manos ceremoniosamente.

- Y con tu espíritu - respondieron todos.

Después de comulgar con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, dije a media voz:

- Qui séquitur me, non ámbulat in ténebris, sed habébit lumen vitae, dicit Dóminus.

Entonces procedí a comulgar a aquellos que se me acercaron y le entregué el pan consagrado a cada uno de ellos:

- Corpus Domini nostri Jesu Christi - y le ofrezco la hostia a cada uno.

- Amén.

De repente noté que Princesa también esperaba para comulgar, se arrodilló frente a mí y con la cabeza levemente inclinada a la derecha puso los ojos en blanco y entrecerró los párpados, sacó su lengua para recibir la hostia. Muy nervioso le entregué la hostia y sentí sus labios en mis dedos mientras el rubor subía por mis mejillas.

- Corpus Domini nostri Jesu Christi - repetí tembloroso.

- Amén.

Una vez que todos hubieron comulgados procedí a limpiar la patena y el Cádiz, y en silencio me dirigí al Señor. Después de un lapso en silencio me dirigí a la asamblea desde el altar.

- Oremos.

Por supuesto que este banquete resulta algo frugal, aunque el vino no estuvo nada de mal, sin embargo, me llena el espíritu y me da fuerzas para abordar los desafíos de la vida y enfrentar mi soledad que encierra las angustias de mi espíritu atormentado. Sí, se apacigua el peso de la cruz, pero también quisiera salir de mi propia reclusión y correr de la mano con la mujer de mis sueños por los senderos del amor, juntos mirar al horizonte y a la vida sonreír.

¿Quién me lo impide? Señor, dame una señal sobre cuál debe ser mi proceder, ¿Jesús, dame un respuesta tú que tuviste la cercanía de Magda? ¿Acaso no tengo derecho a la felicidad junto a una mujer? ¿O la felicidad es algo pecaminoso, o la mujer lo es? ¿Quién me dará la respuesta? ¿Yo mismo? Pues, no sé.

Estuve unos minutos en silencio mientras todos oraban, luego continué:

- Señor, que este sagrado banquete nos dé fuerza para que, siguiendo el ejemplo de los santos, llevemos en el corazón y manifestemos en la práctica el amor a los demás y la luz de tu verdad. Por Jesucristo nuestro Señor.

- Amén.

Me recordé de Ándriu, el hermano de Princesa, y sentí celos de él, pues no tenía las cadenas que a mí me aprisionan en una suerte de condena a ser diferente a los demás y, también, porque siempre tendrá el cariño fraterno de Princesa. ¡Dios santo!, qué odiosas las comparaciones, en realidad no es rivalidad, sino sólo expresión de mis propias frustraciones. Realmente a Ándriu le deseo lo mejor, por eso siempre le llevo una caja de pollos McDonald con papas fritas, que él disfruta enloquecidamente cada vez que visito a Princesa.

Extendí mis manos hacia la asamblea, los miré a todos atentamente, y dije con tono solemne:

- La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espítiru Santo, descienda sobre vosotros - dije mientras todos se santiguaban.

- Amén.

Junté las manos, incliné con humildad la cabeza y me despedí:

- Podéis ir en paz.

- Demos gracias a Dios.

Besé con veneración el altar, casi como una despedida. Me parecía que era la última vez que lo hacía, mi corazón estaba oprimido y contenía las lágrimas de mis ojos, tantos años en el convento y ahora sentía que allí no estaba mi vida. Me retiré lentamente a la sacristía a esperar a Princesa, sabía que ella vendría por mí.

Ella llegó en silencio, nos abrazamos fuertemente entre suspiros y el llanto cubrió nuestros rostros, no por la vergüenza de nuestro amor, sino por el desafío que representan los códigos sociales que nos aprisionaban. Mi alma parecía que iba a estallar por las fuerzas que luchaban en mi interior. ¿Qué camino seguir? ¿Y si me equivoco?

- Princesa, te amo y no puedo vivir sin ti.

- Antuán, no debemos apresurarnos, yo sé lo que quiero, pero tú debes aclara tus pensamientos. Vete unos meses al monasterio del desierto y pongamos a prueba nuestro amor, después decidimos qué vamos a hacer. Vete tranquilo y confía que decidirás lo mejor. Te amo.
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FIN
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Este cuento es el resultado simplemente de una imaginación desenfrenada que libremente ha recorrido caminos de fantasías, muy lejos de la realidad, que alude a personajes y hechos inexistentes que sólo son invento de una desequilibrada alucinación.

Cualquier parecido a algún personaje de la vida real es pura y simple casualidad. Tampoco es alabanza, ni descrédito de nada y de nadie, solamente es el espejismo de una ficción.


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lunes, 27 de septiembre de 2010

Cap 12: Juvenal

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...........................................................Juvenal y su abuela Juana, 1919
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Siento la angustia de que los días pasan y estos malditos dolores no me quieren abandonar, apenas he dormido durante esta noche, tengo náuseas, siento un intenso dolor de cabeza, pareciera que mis pensamientos fuesen a explotar. A pesar de que mi abuelita puso cortinas oscuras en mi habitación, percibí el lánguido amanecer, fue como si el día no tuviese fuerzas para diluir la oscuridad de la noche que se debe ir, apenas oigo los ruidos de la calle, ya no está la algarabía de las mañanas, es un día muy extraño, me siento muy cansado.

Esta enfermedad me agota, cuando parece que estoy mejorando me viene una recaída y luego me vuelvo a sentir mejor para recaer otra vez, pero ahora las nauseas me provocan vomitar todo, expulsar mis pensamientos, vomitar mi alma, botar de una vez mis dolores para descansar el cuerpo de esta angustia que ya no puedo soportar. ¡Esta es una enfermedad de mierda!

Ayer sorprendí a mi hermanita Hildita Hortensia mirándome a hurtadillas desde la puerta medio entreabierta de mi habitación, su inocente carita expresaba curiosidad e incomprensión, también su mirada era de temor. Le grité que se fuera, que nada tenía que hacer allí, entonces sentí que asustada y sollozando corrió hacia donde mi abuelita.

Ella era la única a quien le permitía quedarse en mi habitación escuchando mis prácticas de violín, se sentaba en un rincón del cuarto y escuchaba con atención las melodías musicales que yo practicaba. Su candidez me ayudaba a inspirarme con la mayor pureza en las emociones que acompañaban la música que hacía fluir con mi viejo violín.

Ya no soporto la compañía de nadie, quiero estar sólo, cualquier otra cosa me molesta, todo me irrita y hace mayores mis padecimientos que no he logrado quitar con tantos remedios que me he hecho. Primero me venía aplicando fricciones de mercurio en mis partes afectadas, es lo que llaman ungüento azul, y también he inhalado vapores de mercurio para curar mis malestares, son remedios muy fuertes, pero es la manera de mejorar de mi enfermedad.

Sin embargo, después de altibajos en mi estado de salud, sólo he logrado sentirme muy débil, me surgieron unos agudos dolores del pecho, tenía temblores y espasmos musculares. La fiebre me hacía alucinar con las sombras que parecían que se desplazaban como oscuros fantasmas que me envolvían en un abrazo letal.

Definitivamente pierdo la paciencia por la prolongación desmesurada de esta situación, no merezco este castigo del destino, hace daño a mis planes de terminar mis estudios y daña a mi familia que tiene depositadas tantas esperanzas en mí ¿Por qué la vida deja caer tanto polvo sobre mis hombros? ¿Acaso he hecho algún mal para merecer tan drástico castigo?

Quizás sean pruebas de Dios para obligarme a fortalecer más aún mí espíritu, a fin de prepararme para enfrentar las adversidades de la vida. Pues sí, por este motivo he puesto toda mi fortaleza para tratarme con la mayor intensidad, es la razón por la cual me he administrado mayores dosis de remedios para salir más rápido de este trance, a pesar de los malestares que me produce el tratamiento. Así es, un momento de placer con Venus provoca mucho sufrimiento con Mercurio, es la manera de expiar los pecados.

Mejoraba, pero luego la recaída fue peor, entonces comencé a ver al Dr. Aguirre, quien me viene controlando y me ha dicho que los remedios que me ha dado son definitivos para sanar. “Salvarsán”, esto es, arsénico que salva, es el nombre de un moderno medicamento que me ha recetado el doctor y que me producirá la recuperación total.

Las primeras inyecciones hicieron desparecer las lesiones de mi piel, aunque he tenido muchos nauseas y vómitos con terribles diarreas, además creo que algo he estado perdiendo el cabello. Cada inyección me produce agudos escalofríos y mucha fiebre.

Me desaparecen algunos síntomas, sin embargo, ya no me quedan fuerzas, apenas soporto los dolores abdominales, hoy amanecí con un agudo dolor de pecho, la piel del cuerpo se me ha vuelto grisácea, tengo estrías de color blanco en las uñas. ¿Será que la vida se me va? Díos mío, no quiero pensar en ello, en la vida quiero hacer muchas cosas, quiero ser educador, quiero enseñar, quiero ser poeta y también quiero llenar todos los espacios de música con mi fiel violín, amo la vida.

Tengo ansias de vivir, quiero conocer el mundo y quiero disfrutar la vida junto con mis seres queridos, deseo compartir con ellos mis éxitos que me llenan de orgullo y satisfacción. Me arrepiento de todas las cosas que pudiera haber hecho mal en mi vida, pero mi Dios, no te lleves mi alma todavía, te lo suplico, mi vida será de rectitud y nobleza, lo prometo desde lo más profundo de mí.

El destino quiso quitarme a mi madrecita a mí muy temprana edad, dejándome huérfano en este agreste mundo, desamparado del cariño que sólo da la mujer que a uno lo trae a la vida. Esto me obligó a forjarme mi futuro con mucho esfuerzo y muchos riesgos, sin que la tuviese a ella para advertirme de los peligros que afrontamos en las osadas aventuras de la juventud.

Madrecita, me has hecho mucha falta, siento un profundo vacío que arrastro desde el triste día que te fuiste con tu carita dormida, silenciosa y serena. Tengo el recuerdo de mirarte fijamente, mientras mis lágrimas brotaban de mis ojos y dejaban marcados surcos plateados sobre mis mejillas manchadas de muchacho.

¿Pero, por qué hay tanto silencio? ¿Dónde están todos? Hoy amaneció y no escuché el canto del gallo, ni siquiera escucho el revolotear de los pajarillos en el nogal. Díos mío, el gallo no cantó…
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..............................................................FIN
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Dedicado a la memoria de Héctor
Juvenal Araya Huidobro, a sus
sueños e ilusiones que no pudieron
ser y que dejó plasmados en su
Diario de Vida. Sueños e ilusiones
que se los llevó el viento como
semillas y que en otro lugar, quizás,
puedan germinar como otros
sueños… siempre la vida son
ensueños.
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Alex Villanueva Araya
Caracas, Febrero de 2008.



Consigue la novela: Juvenal, cuando el gallo no canta


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sábado, 25 de septiembre de 2010

Cap 11: Juvenal

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..................................................................Coquimbo - 1906.

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Tan pronto llegué a la Serena comencé a pasar las noches de visita donde mis primas, pero un día conseguí a la coqueta de Albertina con otro. Tuve un gran disgusto y puse fin a nuestra relación de amor. Segundo, que también había reñido con mis primas, me acompaño ese día a tomar vino como grandes despechados, nos plantamos esa noche una tremenda farra.

En aquellas noches de desconsuelo me acordé de Rosalba, con quien me he portado cruel, ya que apenas la he saludado en una oportunidad que la vi en la iglesia. Le envié una carta con la esperanza de que me contestara para retomar nuestra amistad.

Así llegó la Pascua, día que debe ser de recogimiento espiritual junto con la familia, para celebrar otro año más del nacimiento de nuestro salvador, señor Jesucristo, pero más fuertes son mis padecimientos que me llevan a una vida de bohemio, pues el único calmante para mi doloroso desengaño es el licor, es mi afán de todos los días.

Un día, muy sulfurado e influido por los efectos del alcohol, fui donde mi tía política para reclamarle la burla de que había sido víctima por parte de mis primas, ellas se juntaban con dos extraños, sin tenerme ninguna consideración. He puesto final a esa relación.

Cuando regresaba a casa me crucé con uno de esos tipos, no pude resistir la tentación de lanzarle una indirecta, hice como si tropezaba con una piedra y dije:

- ¡Ah, mierda…!

El gallito no se atrevió a contestarme nada, sólo es valiente cuando anda con su amiguito. Se llama Marcelo, pero para mí no es más que un roto que no tiene donde caerse muerto.

El 31 de Diciembre nos dispusimos con Segundo a esperar alegremente la llegada del nuevo año, invitamos a las hermanas Berta y Lucha a mi casa, quienes nos acompañaron más o menos hasta la 1 de la mañana. ¡Oh! ¡Qué sublime abrazo de año nuevo nos dimos! La pasamos muy divertidos y con mucho licor.

Fui a dejar a Sáez a su casa y allá nos encontramos con Tapia, entonces los tres volvimos a la calle tocando una marcha con mi violín hasta llegar a mi casa nuevamente para amanecernos. Cuando aclaró a las 6 y media de la mañana nos recogimos todos. Yo me levanté a la llegada de mis primas, a quienes ni en sueños creía volver a verlas, pero sí fueron más atentas. A María, Albertina y Andrea les di un fuerte abrazo deseándoles que tuviesen un feliz año nuevo 1921.

Esa tarde también llegó mi abuelita con mi hermana Graciela, quienes venían de viaje de Almirante Latorre, donde estuvieron unos días de descanso. El encuentro fue estupendo, cuan tarde se ha conocido mi familia con mis primas, pensaba resignado, puesto que ya en mí se ha apagado la llama del amor que sentía por Albertina. En todo caso, pasamos una deliciosa velada, yo les toque el violín acompañado con la guitarra que tocó Graciela. Mis primas conocieron la casa, les regalé flores y después con Segundo la fuimos a dejar cerca de su casa.

Algunos días después me ha dicho Albertina que desea volver a la amistad anterior, volver al amor: ¡El amor! Pero no, yo ya no puedo amarla tan intensamente como cuando pensé hacerla mi esposa, no puedo olvidar el engaño que me ha hecho, su falta al juramento de lealtad, su burla hacia mí. Más bien siento deseos de castigarla, pero mi conciencia me dice que no, en mi pecho no puede haber ansias de venganza, pues es mi prima, no puedo ni debo hacerle daño. Dejaré todo al destino.

¿El destino? Pues sí, el destino y el tiempo se encargan de suavizar los dolores del alma, cicatrizar las heridas y ofrecer otros senderos que llevan a nuevos horizontes. Pues sí, otros horizontes quisiera explorar con mi Rosalba, pues es el caso que ella ha respondido a mis súplicas y he tenido dos ocasiones para hablarle. Ella se comportó muy cariñosa conmigo, alegre y señorita. ¡Nos amamos y nos amaremos eternamente!

¿Qué más podía pedir? Esa angelical niña me daba la comprensión que mi alma necesitaba, con ella me sentía muy feliz y sentía que todo marchaba de mil maravillas. Sin embargo, cuando volvimos a encontrarnos me dijo que tenía que ir a Vicuña, donde su hermana Rosaura, pero que me escribiría a mi casilla de correo, la número 195.

Pasaron muchos días y Rosalba no cumplió su palabra. El día 1° de Febrero regresó de Vicuña acompañada de Rosaura, pero no la pude ver a pesar de que durante varias noches pasé por frente de su casa, noches en blanco.

Muchos chismes desagradables sobre ella llegaron a mis oídos, además, ella no me había cumplido, de modo que ya no podía admitir ningún tipo de explicaciones, entonces su modo de proceder nos dejaba libre del compromiso entre nosotros. Ya no la buscaría nunca más.

De las primas, ya ha muerto mi obsesión, durante dos meses habré ido a su casa cuando más dos veces, también Segundo les dio su adiós para siempre. Pero un día vinieron a mi casa y me pidieron que les tocara el violín, me escucharon con mucha atención y se mostraron muy amigas conmigo, especialmente Albertina, pero si algo pasa, mí intención es pagar con la misma moneda, no quiero sufrir más desengaños con mi prima.

En realidad prefiero conocer otros mundos que estaban ocultos para mí, el mundo de las diversiones nocturnas en Coquimbo, puerto de marineros que buscan mujeres y licor. Fui para allá con mi amigo Segundo, donde nos quedamos durante 3 días de diversión, paseamos, visitamos teatros y escuchamos música de lo mejor.

Nos encontramos con el amigo Estival, quien nos llevó a visitar fondas. ¡Caray! Qué ambiente se ve, es otra vida completamente distinta, todo es diferente, hay mucha diversión y también es una vida de degeneración y corrupción. En una de esas casas vimos a una muchacha que estuvo empleada en mi casa de trapeadora.

En otra oportunidad nos encontramos 7 amigos y acordamos ir a “putas”. De hecho fuimos a varias casas de prostitución, donde las Gaonas, Aída, Tírelas, Omalia y finalmente donde María Guzmán, por la cual pasamos dos veces. ¡Caramba! Todo esto era un mundo nuevo, ya que era primera vez que me iba de farras en prostíbulos.

A medianoche nos dejaron Guerrero, Emilio Godoy, Manuel Vergara y dos más. Quedamos con mis amigos Tapia y Vergara, el sastre, con quienes permanecimos hasta las tres de la mañana. Vergara se quedó con una puta, yo casi, pero no tenía suficiente dinero.

La brisa nocturna de la calle, céfiro de la bahía del puerto, me hizo evocar unas estrofas del poeta español Esteban Manuel de Villegas:

Dulce vecino de la verde selva,
huésped eterno del abril florido
vital aliento de la madre Venus,
céfiro blando.

Si de mis ansias de amor supiste,
tú que las quejas de mi voz llevaste,
oye, no temas, y a mi ninfa dile,
dile que muero.

Al día siguiente, cuando iba junto con Segundo, nos encontramos con Guevara, Emilio Larrondo, Godoy, Martínez, Aqueda, Tapia, Vallejos, Vergara, etc. Nos convidaron a “putas” otra vez, entonces vinimos a casa a buscar plata, pero después no los encontramos; mejor así.

He tenido suerte al no meterme otra vez en farras. Con mi inseparable amigo Sáez hemos tomado otra vida, la de tenorios… bueno, tenorios en el sentido de “tener”. Es así que el tiene su “Emilia” y yo mi “María”. Las noches se han deslizado con toda la dicha imaginable.

Yo fui el primero en entrar a su casa en la noche, por hombre no puedo describir las cosas que hicimos en el calor de la intimidad y de la pasión. Después le tocó a Segundo con Emilia, mientras yo salía a pasear con María.

Así íbamos, pasamos tres noches seguidas divinas, pero a los pocos días me sentí enfermo, entonces inmediatamente me hice remedio, a los tres días me apliqué otros más violentos para de esta manera estar más esperanzado de sanar pronto.

A mediados de marzo debía haber viajado a Copiapó, pero debido a mi reciente enfermedad no lo pude hacer, el destino ha querido que no esté en la Escuela Normal. ¿Qué podía hacer? Me daban ganas de llevarle un sermón a la cruel mujer que tuvo aquel corazón tan malo de enfermarme y, por su culpa, no haber podido irme a terminar mis estudios.

Con mi amigo Sáez he mandado a Copiapó el certificado médico, pidiendo permiso por algunos días. El viajó con el nuevo normalista de la Serena, Armando Zepeda.

Después que transcurrió un mes me comencé a sentir un poco mejor. Fui a ver a María, ella se comportó muy emocionada y me regaló su retrato, sin embargo, en la noche vi entrar a otro hombre a su hogar, al día siguiente, a la hora de almuerzo, encontré a otro, nada más para nuestro disgusto en la noche. ¡El adiós! No fui nunca más donde ella, mujeres así no merecen más que desprecios.

De Segundo he recibido una sola carta, después de su llegada a Copiapó y nada más, ninguna respuesta a mis dos cartas siguientes. Junto con la de él me escribió Magdalena, mi dulce Magda que extraño tanto, le contesté por manos de Segundo.

Grandes han sido mis sufrimientos, mi enfermedad dura demasiado tiempo, pero estoy seguro que mejoraré por completo y me podré ir a la Escuela Normal el próximo 2 de Junio. Esto es pasajero, volveré a mi vida de estudiante y, con la gracia de Dios, este año culmino mis estudios de Maestro Normalista

Sin embargo, en estos días también me he sentido muy feliz, pues para la celebración del 21 de mayo toqué el violín en la Escuela Superior de Hombres Nº 1. Interpreté un tango, Irigoyen, acompañado de guitarra y después toqué un solo de violín, Rigoletto. La selecta concurrencia me aplaudió y el director, Sr. Molina, me felicitó y me dio las gracias por mi colaboración.

Otro día toque el violín en el Club Pedro Pablo Muñoz, en la oportunidad en que se realizó la sesión para formar el Club de fútbol “Serena Atlético”, fue el 23 de mayo. Fui acompañado en aquella ocasión por el guitarrista Iriarte.

Ya siento que cada vez aumenta mi bienestar, poco a poco voy sanando y volveré a disfrutar esta encantadora ciudad. Lo que lamento es no tener a mi lado un amorcito siquiera para no sentir tan monótono pasar del tiempo.


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miércoles, 22 de septiembre de 2010

Cap 10: Juvenal

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.................................................. Estración de Ferrocarril - Copiapó

.Después de seis días sin salida del hogar de la Escuela Normal, días de encierro y mucho estudio, pude por fin salir a recorrer las calles polvorientas de Copiapó, era el día domingo 2 de octubre. Este es un pueblo de mineros que está lleno de gente de piel curtida por el sol y el aire de la montaña, aventureros que buscan la fortuna en la entrañas de la tierra, sedientos de encontrar las vetas de oro, plata y cobre que se esconden en la cordillera de los Andes.

Fui en busca de mi Magdalena y la encontré sentada en el interior de su casa, asomada a la ventana con la mirada perdida en la distancia. Se sorprendió al verme y salió pronto a saludarme. Besé sus labios, pero sentí una sensación de frialdad, eran besos muertos, fúnebres, yertos… ya no sentía la calidez que de ella ansiaba, no estaba la ternura que ella siempre me entregaba.

Me dijo que no podía quedarse más tiempo conmigo, pues debía entrar a su casa para atender a su mamá, sólo había salido un ratito para saludarme y que se alegraba de verme de regreso, entonces se fue corriendo con su largo vestido flameando al viento. Quedamos de vernos el próximo fin de semana, que eran mis días de salida de la escuela.

De regreso me encontré con Tapia, él ahora es mi amigo sincero y confío en su franqueza. Me ha contado que Lincoyán, a quien yo había encargado me cuidara a Magdalena, ha tenido tanto empeño en atenderla que ahora me hace traición.

¡Jamás me lo figuré así! Tapia me ha comentado las murmuraciones que han llegado a sus oídos, de las cuales yo mismo algo había escuchado, pero no creía que pudiera haber un acto desleal de quien se decía mi amigo. Me contó que Tapia iba a casa de Magdalena todos los días, lo presentía, pues cuando nos hemos cruzamos apenas me ha hablado, creo que él me rehuye.

Me da mucha rabia un amigo traicionero, siento ira por el abuso de confianza de quien no respeta el honor de la amistad, él es una persona hipócrita de doble conducta, sin valores ni principios, no tiene ninguna valía ni merece el respeto de nadie. Pero veremos quién vence, no me he rendido ni ya pretendo un amor puro con Magdalena, ella es mía.

Una noche en que mi pecho se sofocaba de rabia, no sé si era más furia por mi honor ofendido o eran más celos por temor a perderla, le reclamé a Magdalena su comportamiento desleal, le dije que la infidelidad era de las mujeres sin decoro, que la decencia de una mujer exige recato en la compostura y no estar coqueteando con cualquiera, ni menos con los amigos de uno, como ese tal Tapia.

Ella horrorizada respondió que no era verdad aquello, que nada malo había hecho, me dijo que el amor que ella sentía era sólo para mí. Le pedí que fuese mía de cuerpo y alma, que me diera su prueba verdadera de su amor… ¡Caramba! Todo lo que he dicho por culpa de este canalla que ha querido burlarse de mí.

Pasaron unos días y comprendí que ella realmente me ama, mi desconfianza no tenía sentido; sin embargo, un día que salí a verla divisé desde la distancia a Lincoyán en la puerta de la casa de ella. En el momento me invadió nuevamente la incertidumbre, entonces me pregunté si de verdad se burlaban de mí, cuán engañado había sido, pensé, me trataban como un tonto.

Cuando llegué se despidió Lincoyán de inmediato y encontré a Navarro, compañero de banco, que es amigo de Julia, hermana de Magda. Navarro me contó que Lincoyán había ido a preguntarle a Magdalena por qué yo no le hablaba; “usted sabe más que yo”, había contestado ella. Entonces él había comentado que más habían valido las palabras de otro que las de él mismo, que él tenía que hablar conmigo antes que perder nuestra amistad. Se colmó mi intranquilidad, parece que todo han sido sólo malos entendidos.

En mi interior me reconcilié con mi Magda. El domingo disfruté de sus besos y ella prometió portarse mejor conmigo, mejor que antes, y ser mía de cuerpo y alma. ¡Cuerpo y alma! Claro, también le he dicho que no me gustan sus muchas saliditas.

Anoche principiaron las Fiestas de los Estudiantes, festejos para celebrar la llegada de la primavera, el florecimiento de los valles y la alegría de la vida, es fiesta de la juventud y de challa, fiesta de carnaval de octubre. A causa de esto casi toda la semana hemos estado saliendo la mayoría de los estudiantes de la escuela para ir a ensayar al Teatro Municipal y pasar gratos momentos viendo las bellezas copiapinas, no me refiero a los paisajes, me refiero a las muchachas, por supuesto.

Anoche se llevó a efecto la Velada Bufa, mi traje fue de Pierrot, un disfraz de color rosadito que me quedó macanudo, fui el único de toda la estudiantina que llevó un traje distinto, ya que el mío no estuvo listo para Fiesta, en cambio todo el resto del grupo tenía un disfraz de Trovador. Total, la fiesta estuvo muy buena, aunque demasiado larga.

El día 24 no pude dejarme de disfrazar, pues fue el último día y naturalmente el más esplendoroso. El desfile de los carros adornados fue lo mejor de las Fiestas, yo tuve que dirigir un carro en que cuatro estrellitas copiapinas de la Escuela Profesional representaban un trébol, lo hice a lo largo de 31 cuadras. ¡Uff! yo jamás había caminado tanto así, pero a las chiquillas les caí en gracia, se llaman: Consuelo Ruiz, Mercedes Zalames, Carmen Rosa Astorga y María Hernández.

Pasé de lo más feliz toda la tarde con mi traje de disfraz que era muy lujoso, Pierrot, el cual me lo facilitó un amigo. El desfile duró hasta muy avanzada la noche y acudió un inmenso gentío, entremedio de la algarabía anduve con Magdalena que se había disfrazado de hombre.

Más tarde hubo baile en la Escuela Vocacional. Ya en los salones, con mi querido amigo Abilio Moreno y otros compañeros, formamos un fenomenal alboroto y nos divertimos hasta más no poder. Me vine a las 3 de la mañana con Concha. Al día siguiente hubo estudio libre y era atroz el sueño.

Quizás nos excedimos en los festejos del carnaval de estudiantes, ya que en la mañana del 28 de octubre hubo un tremendo temblor que casi se nos cayó la casa. El terremoto fue en Vallenar y aquí se sintió muy fuerte, algunas paredes cayeron en la ciudad y el pánico cundió de inmediato.

Felizmente no ocurrieron desgracias personales, sin embargo se anuncia otro terremoto, pero esta vez es un terremoto político, pues dicen que el día 8 de Noviembre pasa por la ciudad el electo presidente Don Arturo Alessandri, el “León de Tarapacá”.

Alessandri obtuvo la presidencia después de una muy reñida elección frente al candidato conservador Luís Barros Borgoña. La votación primaria del 25 de junio dio como resultado un conjunto de electores que llevaron a efecto la elección en segundo grado de Presidente de la República, el 25 de julio. Aquí Alessandri obtuvo 179 votos contra 174 de su adversario, pero las reclamaciones de fraudes de ambas partes dieron lugar al fallo del Tribunal de Honor, el 30 de septiembre, de 177 electores para Alessandri y 176 para Barros Borgoña.

Este controversial y delicado dictamen del Tribunal de Honor fue finalmente acogido por el Congreso Pleno, quien procedió a designar legalmente a Alessandri Presidente de la República el 6 de octubre de este año 1920.

El lunes 8 estaba todo el pueblo volcado en las calles para recibir al electo presidente. La ciudad estaba de gala: arbolillos, arcos, flores y un regio banquete para las autoridades gubernamentales e invitados del pueblo. En medio de la multitud yo estaba presto a darme un bañito de cultura.

El presidente llegó a las 12 y media, lo llevaron por la calle Atacama hasta la Plaza, donde subió al kiosco y escuchó a varios oradores que le dieron la bienvenida. Luego él hizo uso de la palabra, arrancó de nuestros pechos el cariño y la emoción que despierta su liderazgo, quedamos prendados de su elocuencia y contagiados de entusiasmo con sus ideales para llevar al país hasta la cima más alta.

Nuestro presidente quiere la felicidad para todos, así lo expresó en una parte de su discurso: “…no quiero que los de arriba bajen, sino que los de abajo suban. ¡Ni quiero tampoco que bajo mi bandera lloren los necesitados!”. La gente aplaudía con delirante entusiasmo.

Luego vino casi toda la comisión a visitar la Escuela, también Don Arturo Alessandri nos honró con su presencia. Los salones y el corredor estaban adornados con cuadros, flores, trabajos manuales, aparatos de física, etc., y la orquesta de la escuela, de la cual soy integrante, deleitó con sus interpretaciones durante la visita.

En la noche fui al banquete en el Teatro Municipal aprovechando que yo figuraba entre los músicos de la escuela que tocarían en el evento. Escuché discursos políticos de Zambrano, Vallejos, Acharán, Arancibia, Lazo, también conocí al escritor Rafael Malvenda. Fue una noche felicísima para mí.

Entre la gente vi a las señoritas Zalames y Astorga, las del carro que sacó el trébol y que yo lo dirigí durante muchas cuadras. Me saludaron muy atentamente, después llovieron las sonrisas. Finalmente el electo presidente partió en la noche a Caldera, a las 10 y media salió hacia el Norte.

A los pocos días después, el 13 de Noviembre, se clausuraron las clases; otro año más de estudio que termina, tan sólo me falta el próximo año y seré Maestro Normalista ¡Que orgullo! Muchos de mis compañeros de escuela partieron el lunes siguiente, unos hacia el Sur, otros al Norte, yo también tenía planificado partir pronto a mi hogar familiar.

Quedamos unos 20 estudiantes en la Escuela, pero como todo el personal ya estaba de vacaciones no teníamos nada para comer, el hambre nos invadía de manera fenomenal. Apenas soportamos unos pocos días, ya no se podía estar en la Escuela, entonces con Sáez nos mudamos donde una generosa señora, mamá de Elizalde, amigo nuestro de la Escuela.

Mis pensamientos siempre estaban en esos días con mi Magda, mis sueños la rodeaban de amor y más amor. Magdalena era mi prometida y había aceptado ser mía de alma y cuerpo, así yo seré también más suyo cuando nuestros órganos ardientes de calor se unan en ésta hermosa primavera en que todo fecunda, será mía, seré suyo, seremos uno.

Una noche anduve hasta muy tarde con Magda, intenté seducirla en el amparo de la oscuridad, mis manos acariciaron tu tersa y cálida piel, exploré recónditos secretos de su cuerpo, su respiración agitada intentaba susurros que silenciaba con mis besos llenos de ardor. Será mía pensaba en mis afanes lujuriosos, quise seducirla… no pude, con tantas polleras no es nada sencillo.

Gran acontecimiento en esos días, ensayé la interpretación de la “Traviata” en la iglesia San Francisco, luego en la noche toqué mi violín en presencia de mucha gente que llenaba completamente la iglesia, también habían hermosas chiquillas copiapinas. Toqué con toda mi alma, mis dedos veloces hacían volar las notas musicales en bella cadencia, sé que emocioné a muchos.

A la salida de la iglesia me encontré con las hermanas Guerras, María, Amelia y Amanda, quienes me felicitaron por mi interpretación. Las acompañé y me atreví a pasar con ellas por delante de la casa de mi dulce Magda, pero suerte la mía, estaba enferma en cama y nadie me vio.

Para causarles simpatía y obtener su atención hice galas de mi buen vocabulario saturado de elegancia, como un gran caballero. Las dejé convencidas que yo no era un cualquiera sin ninguna gracia, no era un fatuo ni un fanfarrón; sé que quedaron encantadas de mi ingenio, lo digo sin alabarme, porque lo noté.

Al día siguiente me encontré nuevamente con las Guerras y las llevé al biógrafo, a las cuatro hermanas, Teodora, Amanda, Amalia y María, además a su mamá, las invité a luneta. Noche deliciosa con ellas a mi lado. ¡Pobre Magda, no fui a verla!

Así se repitieron los días, noches de tocata en la iglesia San Francisco, interpretaba mi tema favorito, “Traviata”, después acompañaba a las hermanas Guerras hasta su casa, eran noches primaverales felices que disfrutaba muy intensamente antes de partir a La Serena. A fin de mes tenía previsto partir de viaje.

Sin embargo, a Doña Elisa Elizalde Sierralta, la dueña de casa donde me hospedo, se le perdieron 20 pesos que le había entregado Sáez, entonces no podía irme, puesto que podrían juzgar de mí. Para demostrar mi honradez me quedé con gran pena.

Esa noche fui a tocar mi violín en la Iglesia San Francisco, después la Emmita Prieto (cupletista copiapina) me convidó a su casa y me pidió que llevara mi violín, acepté. Al día siguiente, después de almuerzo, fui donde Emmita, fue una tarde deliciosa, tocamos muchas piezas de música y después tomamos once, salí a más de las 5 de la tarde.

En la noche estuve con Magda, casi todas las noches me encuentro con ella, me siento muy feliz en su compañía. He hablado con mi suegra, la madre de Magda, y creo que le caí completamente en gracia, me siento muy complacido.

Cuando me vine a casa tenía la intención de acostarme, pero a Sáez y Elizalde se les ocurrió ir al velorio del padre de unas amiguitas de las Guerras. Fuimos, pero Segundo se aburrió, entonces junto con Elizalde tuve que pasar toda la santa noche en el funeral cuidando el ataúd, pues éramos los únicos hombres allí.

Ese caballero muerto dentro del cajón y Elizalde preocupado porque el difunto podría sufrir de claustrofobia. No pudimos evitar reírnos, pasamos una noche tragicómica, en medio del drama de la muerte, nunca había reído tanto, a pesar de que morirse es un asunto muy serio, claro, es muy serio para el que se muere. Como patos nos venimos a dormir a las 7 de la mañana.

No es sencillo aceptar el acontecimiento de la muerte, a pesar de que es lo más natural del mundo, todos tenemos que morirnos un día, sin embargo, la idea de la muerte propia nos produce temor, puesto que es una experiencia desconocida y muy íntima, nadie puede morir por mí y evitarme tan desagradable costumbre llena de misterios que asociamos con la oscuridad, el frío y la soledad.

Sin embargo, la muerte tiene la virtud de que nos hace pensar con más intensidad en la vida, nos hace más sedientos de vivencias que hagan vibrar todo nuestro ser, sentir la existencia a plenitud de nuestra condición de mortales, seres humanos con conciencia de sí mismo, lo cual nos distingue de las plantas, de los árboles y de los animales.

La vida nos ofrece placeres como la compañía de nuestros semejantes, compartir nuestra interioridad con seres queridos, a pesar de que siempre tengamos también que sufrir disgustos y frustraciones que debemos soportar. La vida nos ofrece la posibilidad de realizar alguna obra, que por muy humilde que sea, será al menos un granito de arena para beneficio de los demás, incluso más allá de nuestra muerte.

El día que Dios me llame, entonces podré decir con orgullo y satisfacción que en la vida amé con sinceridad y fui un maestro dedicado a la enseñanza, para dar luz a las mentes jóvenes, de quienes vienen de las sombras y buscan un camino de virtud. Yo sé cual es la misión de mi vida.

A propósito de placeres, el último día en Copiapó, el lunes 6 de diciembre de 1920, tuvimos una gran farra con Gonzalo Pizarro, Leoncio Morales, Alfredo Sáez y José María Elizalde. En la noche me despedí de Magda, en la estación estuve un momento con las Guerras, luego, al amanecer del nuevo día, tomamos el longitudinal hacia La Serena.

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domingo, 19 de septiembre de 2010

Cap 9: Juvenal

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..............................................................Tranvia de Coquimbo, 1912.

.Sáez y yo salimos de noche desde Copiapó en el tren longitudinal con destino a nuestro terruño. Pasamos por Vallenar a la una y media de la noche y llegamos a la estación de La Serena a las 11:50 de la mañana del día 24 de agosto, nos moríamos de mareados por la fatiga de tan largo viaje.

Llegué de improviso a mi casa, pues no me esperaban en esa fecha. Me recibieron en mi familia con mucha alegría, todos me abrazaban y los más pequeños saltaban a mí alrededor. Mi abuelita mandó a que le echaran más agua a la sopa y que le agregaran más papas al guiso de cochayuyo con chuchoca.

Mi hermanito Luis Felipe me mostraba muy emocionado su primer cuaderno donde garabateaba sus tareas escolares del primer año que iniciaba en su Escuela, la misma donde yo me eduqué. Graciela estaba encargada de cuidarlo y atenderlo, para ayudar a la abuelita en los quehaceres del hogar.

Me sentía muy alegre compartiendo junto con mi familia, ellos son mi sangre y nos unen lazos que nunca se romperán. Cuando sea maestro normalista haré construir un jardín en el patio de la casa, lleno de rosas, claveles y pensamientos trinitarias, allí reuniré a toda la familia para interpretarles bellas melodías con mi violín.

He llegado enfermo, desde el 8 de agosto estoy con una gripe y tos que no se me quiere quitar con nada, menos aún con estas heladas de invierno que calan los huesos. Mi abuelita Juana me preparó una sopa de gallina con bastante ajo y cebolla, más una limonada bien caliente y me aconsejó que tomara cama durante algunos días.

A regañadientes me he quedado en casa, a pesar de que mis ansias me impulsaban con desespero para salir de correrías y buscar a Rosalba y a Albertina… ¿Qué será de ellas? Mis sueños y fantasías están llenas de ellas, son las ilusiones que expresan las ansias de mi corazón sediento de pasión.

Después de casi un mes de enfermedad, un día de septiembre salí a la calle a extasiarme contemplando los atractivos serenenses, ya casi se anuncia la primavera, el rostro de la ciudad me parece lleno de alegrías y esperanzas, las campanas de las iglesias suenan jubilosas su cantar.

Salí a respirar el aire fresco para llenarme del aliento de mi terruño, me sentía revitalizado, estaba lleno de nuevas energías, hacía casi un mes que no me hacía un aseo completamente minucioso, siempre es muy refrescante un baño de tina con agua tibia y la espuma del agua de corteza de quillay. La piel se tersa con el fregar de la piedra pómez y toma un color rojizo que hace respirar los poros de la epidermis.

La vida la percibía muy intensamente, todo mí alrededor resplandecía de colores intensos y yo los podía disfrutar. Sin duda que soy muy afortunado por la vida que Dios ha tenido a bien darme, llena de salud y esperanzas de un destino cada vez mejor.

No cabía en sí de alegría, me fui con Sáez directamente, sin detenerme, hasta la casa de mis primas. Andrea nos recibió, después llegó María y mi tía, pero a mi linda Albertina no la pude ver en primera instancia, porque estaba en su habitación resfriada.

Nos vimos más tarde, estaba muy ronquita, apenas hablaba, su voz era un murmullo:

- ¿Cómo va, Juvenal? - susurró

Estuvimos departiendo un rato, junto con sus hermanas, y a las 10 de la noche me retiré de su casa. Albertina llena todo mi corazón, ella invade todos mis pensamientos, quisiera tener palabras para mostrarle todo mi cariño, tener la libertad para correr tomado de su mano por campos llenos de flores. Me dormí en la noche pensando en ella.

Al día siguiente, junto con Segundo, volvimos a la casa de mis primas. Tuve la dicha de ver a mi ensueño dorado, Albertina. ¡Oh, qué hermoso abrazo le di! Luego llegaron otras amistades de mis primas, nos vinimos después que estas últimos se fueron.

Así pasamos con Sáez varias noches con mis primas, sin embargo, desgracia la mía, Albertina comenzó a hacerme sufrir con su indiferencia, siempre con su carácter tan risueño ha descendido hasta decirme que no me ama, se comporta con un cruel desdén. Me tiene loco por su amor.

El domingo pasado llevé a Albertina a pasear más allá del hospital nuevo San Juan de Dios, nos acompañaba un niñito del vecindario y también llevé a mi encantadora hermanita Hildita que se dedicó a perseguir a las mariposas, claro, por supuesto, no alcanzó a ninguna.

Después que pasamos el edificio del hospital, nos internamos abrazados por un sendero hacia campo abierto desde donde podíamos ver toda la bahía de Coquimbo. Nos detuvimos un momento para besarnos.

- ¿Albertina, me amas? – pregunté suave en su oído.

- ¡Por Dios! Te quiero como primo, pero lo otro no. Sin engañarte, lo otro no. ¡Por Dios, así no…!

Fui soltándola poco a poco, sentía como baldes de agua fría que caía sobre mí. La miraba y no podía creer que tuviese tanta indiferencia de su parte, sus palabras eran un desaire para mí, más todavía, eran certeras puñaladas frías que destrozaban mi corazón.

- No volveré a verte nunca más, pondré todo mi empeño en no buscarte ni encontrarte… nunca más… ¡Jamás! - atiné a decir casi aturdido.

- Si no vuelve a visitarme, Juvenal, entonces diré por qué lo hace – me dijo en tono de chantaje – No se disguste, yo lo quiero mucho como primito.

Esa noche no podía dormir… deliraba. Sin embargo, tengo una esperanza, pues ella es sólo una niña, muy alegre, atractiva y coqueta, pero su edad supongo que será apenas de 15 años, de modo que estoy seguro que todavía no sabe lo que es el amor, confío en que pronto ella volverá rendida a mis brazos.

Pasaron varios días sin que fuera a ver mis primas, tenía el firme propósito de alejarme un tiempo de ellas. Mis pensamientos desordenados divagaban sin mayor atención, entonces se me ocurrió que podía volver a conquistar el cariño de Rosalba. Una noche fuimos con Segundo a la calle M. A. Matta donde se habría mudado Rosalba y su familia. Según me dijeron ella vive en la casa Nro. 2, pero todo fue en vano, no la vi.

Tengo la desgracia de no haber podido ver a Rosalba, a pesar de que varias veces he pasado por su casa. ¿Acaso ella no está en La Serena? ¿Se habrá ido a Potrerillos, dónde su hermano quería que se fuera? ¿Cómo saber algo de ella? Me queda el sabor amargo de ilusionarme con sus caricias y no saber nada de ella ¿Ella me recordará?

Mis preocupaciones cambiaron de golpe cuando una mañana me desperté muy temprano, puesto que la ciudad amaneció completamente convulsionada, salían los soldados del Regimiento de Artillería Nro. 2 de La Serena hacia Tacna y los familiares, amigos y curiosos los despedían desde la calle, algunos se abrazaban y lloraban, era como una marcha hacia el frente de batalla en defensa de la patria.

El Ministro de Guerra, Ladislao Errázuriz, había ordenado la movilización del Ejército de Chile hacia la frontera norte, supuestamente en consideración a antecedentes que vaticinaban un conflicto bélico con Perú.

Sin embargo, la Federación de Estudiantes de Chile, FECh, de marcada vacación pacifista, se enfrascó en un agrio enfrentamiento con el gobierno, a quien acusaba de actuar sólo con fines políticos para quitarle popularidad al candidato opositor de las próximas elecciones presidenciales, Don Arturo Alessandri.

Este cuestionamiento provocó que una turba de nacionalistas asaltara y destruyera las instalaciones de la FECh en Santiago. Los estudiantes bautizaron las acciones del ministro como “La Guerra de Don Ladislao”. Quizás haya un objetivo político interno en todo esto, pero no hay duda que existe un sentimiento revanchista anti-chileno en nuestros vecinos, frente a los cuales hay que estar siempre muy prevenidos.

De cualquier modo que fuese, toda la población despidió a los soldados que defendían la patria. Sonaron compases de una marcha militar y marcando el paso, al más puro estilo prusiano, los militares avanzaban en sobria y perfecta formación con fusiles al hombro y acompañados de cañones prestos a disparar.

Me siento muy patriota, pues mi país está formado por hombres valientes que han defendido esta tierra con su alma y su sangre, tenemos héroes como Arturo Prat, quien es un símbolo de honor y gloria, es emblema del arrojo y de la bravura del pueblo chileno, aunque debo reconocer que me siento mejor quedándome aquí, en mi ciudad, con las batallas de mis amores.

Un día pasé por la Oficina del Correo Postal, tenía una carta de Magdalena, mi estrellita copiapina. ¡Qué grata sorpresa me dio! Yo mismo me sentí ingrato con mi Magda, poco me había acordado de ella en estos días de vacaciones, pues he estado completamente embebido en mi terruño. También Lincoyán me escribió y me mandó el último “Republicano” publicado en la Escuela, en el cual tengo dos artículos.

Después me dirigí con Segundo hacia la Plaza de Armas donde nos encontramos con nuestro común amigo Oscar Vergara, quien nos presentó a otros dos compañeros. Estuvimos divirtiéndonos un rato en la plaza y después nos fuimos al biógrafo.

Al día siguiente fuimos a pasar una tarde de esparcimiento al olivar de mi amigo Tapia, en la Compañía Baja, tierra de historias que se remontan a la Orden Compañía de Jesús en el siglo XVII, cuando desarrollaban una importante actividad productiva, benéfica y de evangelización.

Me cuentan que la Compañía Baja fue en su origen una enorme hacienda de los jesuitas que producía verduras, hortalizas, cereales y frutas. También había cría de animales, especialmente mulas y caballos. En el siglo XIX comienza a surgir, además, una importante actividad minera en lo que se conoce como Compañía Alta.

Hubo un notable experto en metales y faenas mineralógicas, Carlos San Lambert, que instaló en 1825 una planta de fundición de cobre y adquirió el yacimiento “El Brillador” y “Solapar”, cuya operación continuó su hijo hasta 1919, año en que cesó esa actividad industrial.

Así entonces, esta mezcla de actividades mineras y agropecuarias ha ido desarrollando este centro poblado de profundas raíces en la historia. Se dice que la conocida poetisa Lucila Godoy Alcayaga fue maestra ayudante de la vieja Escuela de calle La Cruz, en la Compañía Baja, hace algunos años atrás.

Este año la población ha crecido más aún con la migración espontánea que se ha producido de las pampas salitreras del norte grande, debido al cierre gradual de las salitreras a causa de la depresión mundial del negocio del nitrato. Muchas personas recién llegadas se han instalado en la Compañía Baja, otros se han ido a Tierras Blancas.

Desde ese paseo a la Compañía Baja dejé pasar tres días sin ir a ver mis primas, si no tenía el amor de Albertina no valía la pena verla. Sin embargo, una noche fui a su casa y me porté indiferente con ella, apenas le hablaba y sólo la miraba de reojo. Al despedirme me dijo mi prima María que mi Albertina me había aceptado, que dicha tan grande, sin embargo yo nada contesté a su nueva.

Siguieron noche felices, un día las llevé al biógrafo público, al día siguiente las traje a la kermesse en la Recova, otro día fuimos hasta la Pampa con Albertina, María, Mercedes y Andrea, acompañados de mi siempre fiel amigo Sáez.

El día de fiestas patrias, el 18 de septiembre, me he plantado una tremenda farra con mis amigos, estuvimos bebiendo vino tinto con Don Marcos Varela. Después en la tarde fui borracho a ver a Albertina con toda la intención de cortar la relación con ella, le hablé con duras y crueles palabras, ella lloró y me juró ser mi prometida.

Volví a la noche siguiente, la noche que ha sido la más feliz de mi vida, noche inolvidable llena de dicha. Albertina me habló de sus temores y juró por Dios serme fiel por siempre, prometió darme todo su cariño. ¡Qué noche tan feliz! ¡Soy feliz, muy feliz! ¡Juró ser mi esposa!

¿Casado con Albertina? Bueno, la idea realmente no me parece mal, si ahora soy feliz a su lado, mucho más lo sería estando ella siempre conmigo, y tendríamos muchos hijos para darles la mayor felicidad. Sí, me quiero comprometer con mi Albertina, un año más para terminar mis estudios de normalista y luego nos podríamos casar, sólo nos espera la felicidad.

Para despedirme de mis familiares fui a Coquimbo, tuve que quedarme un día a pesar que hubiera preferido estar al lado de mí prometida Albertina, mis ansias eran ver a la niña de mis sueños, sin embargo estaba al lado de quien ahora no me atrae en nada, Teresa, la detesto, me resulta insoportable, la aborrezco… adiós para siempre.

Tan pronto regresé a La Serena me fui a casa de mis primas. Mi tía estaba enferma, no pude despedirme de ella, pero con Albertina disfruté de ósculos que sellaron nuestro amor, con ella estuve hasta las 2 de mañana, entonces le entregué el anillo de compromiso que había comprado para ella y le di un beso en la frente.

- Adiós, Albertina. Pronto regresaré – dije con la resignación de la despedida, mientras pensaba: “El hombre debe ser fuerte, debe ser roble”. Sentía una enorme excitación nerviosa, pues al día siguiente, 26 de septiembre, partía temprano en tren hacia Copiapó.

- Estaré esperando por ti, Juvenal – ella contestó


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viernes, 17 de septiembre de 2010

Cap 8: Juvenal

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............................................................Plaza de Armas. Copiapo 1910

“Puro, Chile, es tu cielo azulado,
puras brisas te cruzan también,
y tu campo de flores bordado
es la copia feliz del Edén.”

Cuando llegué el Teatro Municipal de Copiapó ya estaba lleno de gente que cantaba con encendido patriotismo la canción nacional de Chile. Igual que en anteriores días, hemos tenido muchas convocatorias de dirigentes políticos y manifestaciones del pueblo contra Perú y Bolivia, quienes no cejan en sus reclamaciones que se derivan de la derrota que les infringimos en la Guerra del Pacífico del 79. Con entusiasmo exaltado el público cantaba en defensa de la Patria:

“Majestuosa es la blanca montaña
que te dio por baluarte el Señor,
y ese mar que tranquilo te baña
te promete futuro esplendor.”

Me doy cuenta que los años cruentos de la guerra aún están frescos están frescos en la mente de la población, son muchas las vidas que se perdieron en las batallas del desierto y en los combates en medio del mar. Tengo la convicción de que la victoria fue dolorosa y muy cara, de modo que ahora tenemos el derecho del vencedor, en cambio Bolivia no tiene ningún derecho a exigir un puerto en compensación por la pérdida de su antiguo litoral, por el contrario, es la nación vencedora la que impone sus condiciones y puede exigir el pago por los daños y gastos incurridos.

El ambiente me envolvía de contagio, cada vez el fervor dentro del teatro era mayor, algunos ondeaban a lo alto la bandera tricolor chilena, todo el mundo cantaba con un profundo sentimiento de orgullo patrio:

“Dulce Patria, recibe los votos
con que Chile en tus aras juró
que o la tumba serás de los libres
o el asilo contra la opresión.”
Los territorios conquistados a Perú y Bolivia fueron entregados al país de manera indefinida, fue una entrega absoluta, incondicional y perpetua, salvo el asunto de Tacna y Arica, que debería dirimirse con un plebiscito en virtud del Tratado de Ancón. Por este motivo enardecen tanto las motivaciones revanchistas de estos países; entre medio de la multitud se escuchó el grito de un roto:

- ¡Viva Chile, mierda!

Estos acontecimientos se desencadenan a consecuencia del golpe de Estado que se produjo en Bolivia el 12 de julio de este año 1920, según el cual asumieron el poder los líderes del Partido Republicano, quienes han tenido una oposición vehemente a la política de los liberales bolivianos, presididos por Gutiérrez Guerra, orientada a buscar una solución marítima para Bolivia por Arica-Tacna y, más bien, reclaman la devolución de todo el litoral de Antofagasta… ¡Vaya, poca cosa!
Las noticias que llegan informan que la revolución puso en el Palacio Quemado un nuevo gobierno boliviano, dirigido por Batista Saavedra y su Junta, cuyo estandarte de lucha es la reivindicación de las costas que fueron bolivianas. Este gobierno esta constituido por alzados que han sido apoyados por el Perú, país que aspira a la recuperación de Tacna y Arica y, por tal motivo, desaprueba por completo el eventual acuerdo entre Bolivia y Chile para una solución marítima por dicho territorio.
En consecuencia, el gobierno de La Paz recuperó el acercamiento con Lima que había ido perdiendo desde principios de siglo, y amenaza con desconocer todos los acuerdos sobre mediterraneidad que hasta este momento se habían establecido con Chile.
Bolivia pretende hacer el papel de víctima, como si hubiese sido engañada o presionada a suscribir el Tratado de 1904, en el cual renuncia a toda pretensión o aspiración litoral a cambio de una amplia libertad de tránsito y de uso de aduanas para el Altiplano, la construcción del ferrocarril Arica-La Paz y el pago directo de dineros del fisco chileno, poniendo fin a la controversia que se venía arrastrando desde el Pacto de Tregua de 1884.
De hecho, todos sabemos que el General Ismael Montes defendió el proyecto del tratado en su campaña por la presidencia boliviana, siendo luego elegido por mayoría absoluta en mayo de 1904. Posteriormente el Congreso aprobó el tratado por amplísima mayoría también, previendo los importantes beneficios que generosamente Chile les ha concedido.
Sin embargo, parodiando el lema del escudo de Chile, algunos dirigentes bolivianos han dicho con soberbia: “Sea por la razón o por la fuerza, Bolivia ha de volver a tener costas propias”. Con este espíritu pendenciero, al acercarse el fin de la Gran Guerra de Europa de 1914, Bolivia y Perú vieron la posibilidad de una nueva ofensiva para sus pretensiones territoriales y afanes de recuperación.
Los hábiles diplomáticos peruanos y bolivianos vieron aumentar sus oportunidades en consideración a que Chile está catalogado como un país pro-alemán, puesto que se negó a romper relaciones con los vencidos y se mantuvo neutral durante todo el conflicto bélico; en tanto que Perú y Bolivia estuvieron junto a Estados Unidos y sus aliados. De modo que se tiene la sensación de que Chile ha quedado más cerca de los perdedores que de los países de la Liga.
En este contexto, los republicanos bolivianos alegan cínicamente que solicitar salidas al mar por Tacna o Arica es una traición al ex aliado peruano durante la guerra del pacífico. Ellos pretenden desconocer los tratados y acuerdos establecidos para buscar la recuperación total de los territorios perdidos de Atacama.
Esta situación es la que ha motivado que el gobierno del presidente Sanfuentes, a través de su Ministro de Guerra y Marina, Ladislao Errázuriz Lazcano, haya ordenado el movimiento de importantes contingentes de militares chilenos hasta las inmediaciones de la frontera de Tacna-Arica y también el envío de nuevos efectivos para expulsar ciudadanos peruanos de Iquique y Arica. Del mismo modo, Perú y Bolivia han concentrado tropas en la frontera con Chile, así entonces la situación es extremadamente delicada.

El Teatro Municipal estaba repleto de gente que escuchaba las arengas patrióticas de algunos dirigentes políticos. Allí me encontré con la María Guerra y sus hermanas, quienes me pagaron las dos revistas de la Escuela, “El Republicano”, que les había vendido durante la celebración del décimo quinto aniversario de la Normal.

Me siento feliz en la compañía de ellas, las estuve acompañando durante todo el acto político y después nos fuimos charlando animadamente por la calle Chañarcillo hasta su casa, ellas viven en una linda casita con balcones, frente donde vive el doctor Vallejos.

Los graves conflictos internacionales no son nada frente a mis pretensiones con esta coquetoncita, pretendo una perla copiapina que por un instante ha puesto en mí su mirada fija, sus bellos ojos claros, y que he respondido, claro está, a tanta honra con mi mejor sonrisa: ¡La María Guerra! Ella es una aristócrata, culta y, sobre todo, tan bella como una diosa.

Me atreví a hablarle en ocasión de la velada de celebración del aniversario de nuestra escuela, le vendí dos revistas que me quedó pendiente de pagar más adelante, allí está publicada una poesía mía, “A ti”, y un artículo titulado “El músico viajero”, firmados con el seudónimo Monteverdi.

Esa vez ella vino al acto cultural y el posterior banquete con profesores y alumnos que organizó nuestro curso, el 4to año, y se comportó muy atrayente, a mí me dijo que le habían gustado mucho mis interpretaciones musicales que hice con el violín.

Fue un día felicísimo, me hicieron tocar “Traviata” con mi violín, acompañado por piano con el Sr. Hidalgo, nuestro profesor de música. Después, acompañado de guitarra por mi compañero Luís Benavides, toqué el tema “Antofagasta” y un valsecito mío.

Más tarde, en la noche, en la calle Atacama, nos volvimos a cruzar y la María Guerra fue muy cortés en saludarme amablemente. Cualquiera que supiese de mis sentimientos diría que soy un Cupido de primera, como un verdadero picaflor. Bueno, no lo niego, es verdad, pero a quién amo más es a quién digo amar más, así es mi corazón que se va purificando y engrandeciendo con los amorcillos pasajeros.

A propósito de amor, debo reconocer que pienso mucho en mi primita Albertina y también en Rosalba, ellas están siempre en mis pensamientos. Sin embargo, nada sé de ellas a pesar de que ya estamos en el mes de julio, se han puesto ingratas y no me han escrito desde que me vine de La Serena en el pasado mes de marzo.

Desde que llegué he tenido que estudiar mucho, son numerosas las asignaturas que tengo y hay muchas cosas nuevas que aprender, mis notas son buenas y sólo pido a Dios que me ayude a vencer este año, eximiendo los exámenes finales si es posible.

En los programas de estudio se atribuye una importancia fundamental al idioma patrio y comprende la enseñanza de la lectura, la escritura y la gramática, es decir el cultivo del lenguaje hablado y escrito. Como futuros maestros tenemos el deber de luchar contra la falta del gusto por la lectura y el mal uso del lenguaje, fenómeno muy generalizado en todo el país.

Sin duda alguna que Chile es el país dónde peor se habla el idioma español en América Latina. Los vicios de la pronunciación y el descuido de las voces, cuyo significado se desconoce o confunde, son rasgos característicos del modo de hablar del pueblo. Entre nosotros se confunden de manera generalizada la pronunciación de la “v” con la “b”, la “y” con la “ll”, la “c” con la “s” y la “z”, la “l” con la “r”.

Es común encontrar que un niño lea “defeuto”, aunque esté escrito “defecto”, “convición” aunque esté escrito “convicción”, “Tarca” por “Talca”. No es tampoco raro oír en las conversaciones frases como éstas: “los juimos”, “cual es que venis”, “como estai”, y otras incorrecciones por el estilo. No hay ningún cuidado en el uso del lenguaje.

Por este motivo he cultivado con atención el hábito de la lectura. Últimamente me he tomado el tiempo para leer la novela “Verdad” de Emilio Zola, “María” de Jorge Isaac, “Un empleado público” de Tancredo Pinochet Le-Brum. También este año he leído otros libros, “El abate de Constantino”, “Aritmética en el amor”, “Quién disparó”, “Marinero”, y más novelas que he disfrutado con delectación.

Decía que este año he estudiado con bastante tesón, no quiero volver a pasar por la mala experiencia de francés. Una semana después de mi llegada a Copiapó tuve que rendir mi examen de reparación de francés, salí mal. Hubo Consejo de Profesores y allí decidieron que en consideración a mi buena trayectoria e intachable conducta merecía ser aprobado. ¡Qué feliz me sentí!

Esa noche estuve de salida con mi Magdalena, noche estrellada como nunca, dicen que las estrellas no son más que huequitos del cielo por donde penetra la luz del infinito, luz profunda que se siembra en los corazones de los amantes para iluminar los sentimientos nobles.

Esa niña es buena y me adora, me ama puramente. Con mi Magda las noches son cual una cadencia del cantar de una alondra, suspiros de notas musicales que se deslizan con suave armonía. ¡Oh! Mi dulce niña, siempre fiel.

El 23 de Agosto voy a partir nuevamente en tren longitudinal a La Serena, mi querido e inolvidable terruño, para pasar mis vacaciones de invierno. Necesito descansar, pues prácticamente todo este mes me he sentido enfermo con una gripe que no se me quiere quitar.

Un día me encontré en la Plaza de Armas con las Guerras, las acompañé mientras paseábamos en torno a la plaza. Ellas son personas que están muy pendientes de los acontecimientos políticos del país y me comentaban que lo que se estaba llamando la “Guerra de Ladislao” era una movilización militar defensiva del país, a pesar de que en instancias internacionales lo acusen de militarista, porque no sólo está la actitud anti-chilena de Perú y Bolivia, sino además está la actitud oportunista de Argentina, quien siempre ha obtenido ventajas de los conflictos del país.

- Imagínese - me decía María – Argentina suscribió en 1878 la alianza militar de Perú y Bolivia contra Chile, antes que estallara la Guerra del Pacífico, pero no fue ratificada debido a las sorpresivas victorias chilenas, ya que falsamente se creía en una inferioridad del espíritu guerrero de los chilenos.

- Sin embargo, ellos invadieron la Patagonia, que hasta entonces estaba disputada, creando la posibilidad de un tercer frente de guerra – comenté.

- Sí, efectivamente, los argentinos tenían la intención de cortar Chile, a la altura de Puerto Montt, con la expedición de ocupación que dirigió el general Roca, explicaba con furia contenida. Chile tuvo que renunciar a los territorios patagónicos orientales en controversia, con la firma del tratado de 1881, no podía hacer otra cosa mientras estaba en guerra contra Perú y Bolivia.

- Bueno, también Chile tuvo que renunciar a los territorios de la Puna de Atacama a favor de Argentina – le recordé a la María.

- Es verdad, usted sabe que Bolivia le regaló a Argentina en 1898 aquellos territorios que estaban ocupados por las fuerzas militares chilenas, conquistados con muchas vidas y sangre de soldados, con la intención de provocar una nueva guerra que diera oportunidad de recuperar Tarapacá y Antofagasta. Entonces, un cuestionable arbitraje norteamericano del año siguiente dejó la mayor parte de la Puna en manos argentinas. ¡Qué indignación! – sus hermosos ojitos brillaban.

Estuvimos charlando hasta bastante avanzada la noche, disfruté mucho la conversación con las Guerras, ellas son personas muy educadas y de una amplia cultura. Cuando nos despedimos me desearon “Felices vacaciones”, sacándome el sombrero les conteste: “Muchas gracias”.

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