Iocus (latín: broma)
Recopilación)
Alex Villanueva A.
Caracas, Octubre 2016.
Dormir como
bebé
Hacía tiempo que no saludábamos a un amigo que se
fue a Chile debido a la grave crisis política y económica en Venezuela. Nos dio
mucha alegría saber de él y conocer lo maravilloso que están en ese lejano
país, a pesar de los frecuentes desastres que los pone a prueba la naturaleza:
terremotos, tsunamis, inundaciones, contaminación, heladas invernales,
radiación ultravioleta, etc., aparte de los efectos de la política como la
inmigración descontrolada, corrupción política, clientelismo electoral, tráfico
de influencias, delincuencia desbordada, capitalismo salvaje, exclusión social,
clasismo exacerbado, racismo encubierto, mixofobia, dipsomanía etc.
Bueno, Chile es el ejemplo del modelo económico de
las grandes instituciones financieras internacionales, y no hay duda que sus
índices económicos son buenos y los últimos gobiernos han tratado de darle al
modelo económico un rostro más humano… y algunos también aprovechan de meter la
mano, por supuesto.
- Estamos muy bien – dijo nuestro amigo – en los hipermercados
hay de todo para comprar, hay arroz, aceite, azúcar, harina, carne, pollo,
pescado, etc. Eso sí, aquí hasta para mear en los baños públicos hay que pagar,
pero está limpios… y la gasolina cuesta un ojo de la cara, pues allá llenan el
tanque 20 veces con lo que aquí vale un solo litro de gasolina, que aquí llaman
bencina. Lo caro de la vida a veces no me deja dormir bien.
- Bueno, nosotros seguimos igual, sobreviviendo –
le contestamos en el chat – a veces encontramos papel toilette, otras veces
usamos los periódicos de propaganda del gobierno y nos da gusto usar en el baño
la imagen de Maduro. Sin embargo, dormimos como un bebé.
- ¡Ah! ¿Sí? ¿Cómo es eso?
- Bueno, igual que bebé, despertamos cada 2 horas
llorando y cagados.
Anécdota
¿Por qué será que siempre me están ocurriendo
cosas extrañas y sin darme cuenta me involucro en problemas? Quizás mi vida
despreocupada me lleva a situaciones insólitas que a veces unas son de hiel y
otras de miel. De hecho, el otro día, sin que nadie me invitara, me fui a
pasear por una cancha de golf, pues su paisaje me parece espectacular, inmensas
extensiones de terreno con la verde grama y a lo lejos un hoyito con una
banderilla.
Ocurrió que ese día estaban unas mujeres
practicando lanzamientos largos y yo con displicente actitud las observaba en
su actividad que me parecía bastante ridícula. En cierto momento me acerqué
demasiado y pagué mi imprudencia con un tremendo golpe que recibí con una
durísima pelota del carajo que me hizo gritar de dolor, instintivamente puse
mis manos entre las piernas y me doblé en mi inaguantable sufrimiento.
Entonces llegó corriendo la dama culpable del
accidente y con mucha preocupación me dijo: “Tranquilo, señor, yo soy
fisioterapeuta y lo voy a atender”. Me tendió en la grama, introdujo con
suavidad su mano por dentro de mi pantalón y comenzó a hacerme masajes que
supongo son propios de sus habilidades profesionales. Después de un rato me
preguntó: “¿Amigo, ya se siente mejor?, ¿se le pasa el dolor?”.
Mire usted – contesté - el dolor en la mano donde
recibí el golpe no se me quita, pero el masaje suyo es espectacular, por favor,
¡siga, siga haciéndolo!...
Cosas de la vida.
Cuento del
burro
Hoy amanecí contento, miré por la ventana hacia la
piscina y vi un maravilloso día lleno de colores y un radiante sol que anuncia
el nuevo día. Así son los días en este ambiente tropical. Me dije en mi
interior qué afortunado soy, puedo disfrutar otro día, de inmediato me contesté
a mí mismo que debería aprovechar el día en algo beneficioso, ¿pero beneficioso
para quién? me objeté, y así estuve en un largo diálogo interior hasta que me
fastidié y me regañé por mis cuestionamientos tan obtusos e interminables, pero
de inmediato me contesté que es mi derecho a la libertad de pensamiento… y así
me la he llevado durante toda la mañana, conversando y discutiendo conmigo
mismo.
Cuando llegó mi hora de almorzar me acordé de mi
dieta hipocalórica, un poquito de carbohidratos y proteínas sin grasas malas,
vegetales con fibras, frutas y mucho agua, bebo mucho agua, de 2 a 3 litros
diarios. Por supuesto, me ando meando a cada rato.
La dieta me recordó a mi compadre… sí, mi
compadre, el que se fue al infierno. Él era una persona muy inteligente y
siempre estaba haciendo experimentos. Una vez se le ocurrió experimentar con un
burro y le disminuyó la comida a la mitad, luego que transcurrió una semana le
volvió a rebajar la comida a la mitad de la anterior, hasta que un día logró
mantenerlo sin que comiera nada. Sin embargo, un día el burro se murió. Muy
molesto mi compadre le reclamó: Burro de mierda, ¡justo cuando aprendió a vivir
sin comer se vino a morir!
Es una lástima que no haya logrado demostrar que
se puede vivir sin comer. Ahora tengo la sospecha que era un experimento que
secretamente el gobierno de Chávez le había encargado a mi compadre, pues
tenemos unos cuantos años sufriendo de escasez de alimentos que ahora con
Maduro se ha acentuado.
Durante 15 años estos gobiernos chavistas ha
venido despotricando y maldiciendo contra los empresarios, y no es que ahora yo
me las quiera dar de empresario, o de un burgués aristocrático, cuando por el
contrario, no tengo donde caerme muerto, razón por la cual todavía no me quiero
morir.
De tanto criticar a los empresarios, acusándolos
de explotadores, corruptos, especuladores, pro-imperialistas y sinvergüenzas,
porque así lo demanda la revolución, se han cerrado muchas empresas y otras
producen por inercia a media marcha por falta de dólares para importar los
insumos requeridos. Algunas empresas expropiadas o intervenidas se han llenado
de gente, no producen o mal funcionan por falta de gerencia, las industrias estatales
del acero y del aluminio están en el suelo, las inmensas centrales
hidroeléctricas funcionan de manera irregular, etc.
Así han ido destruyendo el tejido industrial del
país, sin darse cuenta que, por ejemplo, la falta de tinta impide hacer las
etiquetas de los productos finales, la falta de cartón no permite el empaque,
la falta de pegamentos, alambre, aluminio, papel, repuestos… etc., etc.
Al tontón de Maduro le echan la culpa de la
crisis, pero esta situación es la consecuencia del modelo económico que traemos
de Chávez, absolutamente inviable, que ha podido mantenerse mientras había
suficiente dinero del petróleo para estar de parranda, pero ya no alcanza para
tanta fiesta ni para regalar a los chulos de Petrocaribe, ni del Alba.
Como el gobierno chavista es humanista, entonces
para satisfacer la demanda de la población simplemente fabrican más billetes,
al que incluso llamaron bolívar fuerte, una burla de los jerarcas del gobierno,
ya que ahora el billete de mayor denominación es equivalente apenas a 1 dólar
de los que pueden conseguirse en Cúcuta. El circulante monetario prácticamente
se duplica en año y medio, actuando naturalmente como la fuente de la
inflación, los alimentos han subido 90% en los últimos 12 meses, pero el
gobierno dice que es debido a la especulación y la guerra económica del
imperialismo.
Es muy sencillo ganar las simpatías de la
población mientras se regala de todo a cuenta del chorro petrolero, pero esto
se acaba debido a la ineficiencia a todo nivel y la voracidad de la corrupción,
ya no hay tanto dinero ni se cumplen las promesas. Entonces, ¿qué pasará con la
revolución de los lambucios?
Mientras tanto se reparten en la escuelas millones
de libros y libras, como dijo Maduro, para enseñar la historia a su manera y
practicar el culto a personalidad del comandante eterno, Hugo Chávez, el gigante.
Claro que es el gigante, me refiero al gigante desastre que hay en el país.
Lástima que mi compadre no pudiera terminar con
éxito su experimento para que entretanto pudiéramos vivir como el burro, sin
comer.
Un sueño
Yo tengo un sueño, así dijo Martin Luther King en su famoso discurso del año
1963 delante del monumento de Abraham Lincoln, en Washington, en defensa de los
derechos
civiles para los negros en los EE.UU. Entre otras cosas expresó: ¡Hoy tengo un sueño! Sueño
que algún día los valles serán cumbres, y las colinas y montañas serán llanos,
los sitios más escarpados serán nivelados y los torcidos serán enderezados, y
la gloria de Dios será revelada, y se unirá todo el género humano.
Los sueños míos quizás no tienen mucho de
trascendentes, pero son mis sueños y los disfruto a mi manera. De hecho, anoche
tuve un sueño, soñé que éramos un grupo de gallinas que competíamos para poner
el huevo más grande, entonces yo comencé a pujar y con mucha fuerza logré poner
un huevo bastante grande que asombró a las demás gallinas. Todas comenzaron a
gritar: ¡Que ponga otro huevo, que ponga otro…!
Empecé de nuevo a pujar, ésta vez con más
fuerza, entonces algo me remeció bruscamente y escuché el grito: ¡Alito,
despierta! Te estas cagando en la cama… Era Inés, por supuesto, sacándome de
mis sueños.
El infierno
Parafraseando a Martin Luther King, yo tengo un
sueño. Sí, hoy tuve un extraordinario sueño. Mientras dormía tuve el sueño de
que me había muerto, estaba muerto de verdad, entonces llegué al infierno y,
haciéndome una importante distinción, me recibió directamente el propio Satas y
muy cordialmente me invitó a pasar al oscuro infierno mientras me explicaba:
- -
Mira,
muchacho, puedes pasar al salón principal donde van los residentes de todas
partes del mundo, es el área general.
- -
¿…
y qué me harán allá? – pregunte muy asustado.
- - Tranquilo,
chico, allí te vamos a despellejar con agua caliente y después te ponemos a
hervir en aceite.
- - …
y… y Sr. Sata, dígame… ¿para qué es esa tremenda fila de personas que está allá?
– pregunté todo tembloroso.
- - ¡Ah,
sí! Esas personas están esperando para entrar al área de los venezolanos.
- - ¡Satita,
yo soy venezolano! ¿Y qué le hacen allá a las personas?
- - Bueno,
también los despellejan con agua caliente y los fríen el aceite hirviendo.
- - Entonces,
¿cuál es la diferencia?
- - Es
que allá, en el sector venezolano, casi nunca hay agua y el aceite no se
consigue.
Sentí una enorme alegría cuando desperté, me
levanté y por supuesto que no había agua para bañarme, me fui a hacer la cola
en el supermercado y me sentiré muy reconfortado cuando me digan después de 5
horas de espera que no hay azúcar, no hay arroz, no hay pasta… y especialmente
no hay aceite. ¡Qué alivio, no hay aceite! ¡Dichosos nosotros los venezolanos!
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