miércoles, 26 de octubre de 2016

Iocus


Iocus (latín: broma) 

Recopilación) 


Alex Villanueva A.
Caracas, Octubre 2016.



Dormir como bebé


Hacía tiempo que no saludábamos a un amigo que se fue a Chile debido a la grave crisis política y económica en Venezuela. Nos dio mucha alegría saber de él y conocer lo maravilloso que están en ese lejano país, a pesar de los frecuentes desastres que los pone a prueba la naturaleza: terremotos, tsunamis, inundaciones, contaminación, heladas invernales, radiación ultravioleta, etc., aparte de los efectos de la política como la inmigración descontrolada, corrupción política, clientelismo electoral, tráfico de influencias, delincuencia desbordada, capitalismo salvaje, exclusión social, clasismo exacerbado, racismo encubierto, mixofobia, dipsomanía etc.

Bueno, Chile es el ejemplo del modelo económico de las grandes instituciones financieras internacionales, y no hay duda que sus índices económicos son buenos y los últimos gobiernos han tratado de darle al modelo económico un rostro más humano… y algunos también aprovechan de meter la mano, por supuesto.

- Estamos muy bien – dijo nuestro amigo – en los hipermercados hay de todo para comprar, hay arroz, aceite, azúcar, harina, carne, pollo, pescado, etc. Eso sí, aquí hasta para mear en los baños públicos hay que pagar, pero está limpios… y la gasolina cuesta un ojo de la cara, pues allá llenan el tanque 20 veces con lo que aquí vale un solo litro de gasolina, que aquí llaman bencina. Lo caro de la vida a veces no me deja dormir bien.

- Bueno, nosotros seguimos igual, sobreviviendo – le contestamos en el chat – a veces encontramos papel toilette, otras veces usamos los periódicos de propaganda del gobierno y nos da gusto usar en el baño la imagen de Maduro. Sin embargo, dormimos como un bebé.

- ¡Ah! ¿Sí? ¿Cómo es eso?
- Bueno, igual que bebé, despertamos cada 2 horas llorando y cagados.

                                                       *     *     *

Anécdota

¿Por qué será que siempre me están ocurriendo cosas extrañas y sin darme cuenta me involucro en problemas? Quizás mi vida despreocupada me lleva a situaciones insólitas que a veces unas son de hiel y otras de miel. De hecho, el otro día, sin que nadie me invitara, me fui a pasear por una cancha de golf, pues su paisaje me parece espectacular, inmensas extensiones de terreno con la verde grama y a lo lejos un hoyito con una banderilla.
Ocurrió que ese día estaban unas mujeres practicando lanzamientos largos y yo con displicente actitud las observaba en su actividad que me parecía bastante ridícula. En cierto momento me acerqué demasiado y pagué mi imprudencia con un tremendo golpe que recibí con una durísima pelota del carajo que me hizo gritar de dolor, instintivamente puse mis manos entre las piernas y me doblé en mi inaguantable sufrimiento.
Entonces llegó corriendo la dama culpable del accidente y con mucha preocupación me dijo: “Tranquilo, señor, yo soy fisioterapeuta y lo voy a atender”. Me tendió en la grama, introdujo con suavidad su mano por dentro de mi pantalón y comenzó a hacerme masajes que supongo son propios de sus habilidades profesionales. Después de un rato me preguntó: “¿Amigo, ya se siente mejor?, ¿se le pasa el dolor?”.
Mire usted – contesté - el dolor en la mano donde recibí el golpe no se me quita, pero el masaje suyo es espectacular, por favor, ¡siga, siga haciéndolo!...
Cosas de la vida.

                                                        *     *     *

Cuento del burro

Hoy amanecí contento, miré por la ventana hacia la piscina y vi un maravilloso día lleno de colores y un radiante sol que anuncia el nuevo día. Así son los días en este ambiente tropical. Me dije en mi interior qué afortunado soy, puedo disfrutar otro día, de inmediato me contesté a mí mismo que debería aprovechar el día en algo beneficioso, ¿pero beneficioso para quién? me objeté, y así estuve en un largo diálogo interior hasta que me fastidié y me regañé por mis cuestionamientos tan obtusos e interminables, pero de inmediato me contesté que es mi derecho a la libertad de pensamiento… y así me la he llevado durante toda la mañana, conversando y discutiendo conmigo mismo.
Cuando llegó mi hora de almorzar me acordé de mi dieta hipocalórica, un poquito de carbohidratos y proteínas sin grasas malas, vegetales con fibras, frutas y mucho agua, bebo mucho agua, de 2 a 3 litros diarios. Por supuesto, me ando meando a cada rato.
La dieta me recordó a mi compadre… sí, mi compadre, el que se fue al infierno. Él era una persona muy inteligente y siempre estaba haciendo experimentos. Una vez se le ocurrió experimentar con un burro y le disminuyó la comida a la mitad, luego que transcurrió una semana le volvió a rebajar la comida a la mitad de la anterior, hasta que un día logró mantenerlo sin que comiera nada. Sin embargo, un día el burro se murió. Muy molesto mi compadre le reclamó: Burro de mierda, ¡justo cuando aprendió a vivir sin comer se vino a morir!
Es una lástima que no haya logrado demostrar que se puede vivir sin comer. Ahora tengo la sospecha que era un experimento que secretamente el gobierno de Chávez le había encargado a mi compadre, pues tenemos unos cuantos años sufriendo de escasez de alimentos que ahora con Maduro se ha acentuado.
Durante 15 años estos gobiernos chavistas ha venido despotricando y maldiciendo contra los empresarios, y no es que ahora yo me las quiera dar de empresario, o de un burgués aristocrático, cuando por el contrario, no tengo donde caerme muerto, razón por la cual todavía no me quiero morir.
De tanto criticar a los empresarios, acusándolos de explotadores, corruptos, especuladores, pro-imperialistas y sinvergüenzas, porque así lo demanda la revolución, se han cerrado muchas empresas y otras producen por inercia a media marcha por falta de dólares para importar los insumos requeridos. Algunas empresas expropiadas o intervenidas se han llenado de gente, no producen o mal funcionan por falta de gerencia, las industrias estatales del acero y del aluminio están en el suelo, las inmensas centrales hidroeléctricas funcionan de manera irregular, etc.
Así han ido destruyendo el tejido industrial del país, sin darse cuenta que, por ejemplo, la falta de tinta impide hacer las etiquetas de los productos finales, la falta de cartón no permite el empaque, la falta de pegamentos, alambre, aluminio, papel, repuestos… etc., etc.
Al tontón de Maduro le echan la culpa de la crisis, pero esta situación es la consecuencia del modelo económico que traemos de Chávez, absolutamente inviable, que ha podido mantenerse mientras había suficiente dinero del petróleo para estar de parranda, pero ya no alcanza para tanta fiesta ni para regalar a los chulos de Petrocaribe, ni del Alba.
Como el gobierno chavista es humanista, entonces para satisfacer la demanda de la población simplemente fabrican más billetes, al que incluso llamaron bolívar fuerte, una burla de los jerarcas del gobierno, ya que ahora el billete de mayor denominación es equivalente apenas a 1 dólar de los que pueden conseguirse en Cúcuta. El circulante monetario prácticamente se duplica en año y medio, actuando naturalmente como la fuente de la inflación, los alimentos han subido 90% en los últimos 12 meses, pero el gobierno dice que es debido a la especulación y la guerra económica del imperialismo.
Es muy sencillo ganar las simpatías de la población mientras se regala de todo a cuenta del chorro petrolero, pero esto se acaba debido a la ineficiencia a todo nivel y la voracidad de la corrupción, ya no hay tanto dinero ni se cumplen las promesas. Entonces, ¿qué pasará con la revolución de los lambucios?
Mientras tanto se reparten en la escuelas millones de libros y libras, como dijo Maduro, para enseñar la historia a su manera y practicar el culto a personalidad del comandante eterno, Hugo Chávez, el gigante. Claro que es el gigante, me refiero al gigante desastre que hay en el país.
Lástima que mi compadre no pudiera terminar con éxito su experimento para que entretanto pudiéramos vivir como el burro, sin comer.

                                                        *     *     *

Un sueño

Yo tengo un sueño, así dijo Martin Luther King en su famoso discurso del año 1963 delante del monumento de Abraham Lincoln, en Washington, en defensa de los derechos civiles para los negros en los EE.UU. Entre otras cosas expresó: ¡Hoy tengo un sueño! Sueño que algún día los valles serán cumbres, y las colinas y montañas serán llanos, los sitios más escarpados serán nivelados y los torcidos serán enderezados, y la gloria de Dios será revelada, y se unirá todo el género humano.
Los sueños míos quizás no tienen mucho de trascendentes, pero son mis sueños y los disfruto a mi manera. De hecho, anoche tuve un sueño, soñé que éramos un grupo de gallinas que competíamos para poner el huevo más grande, entonces yo comencé a pujar y con mucha fuerza logré poner un huevo bastante grande que asombró a las demás gallinas. Todas comenzaron a gritar: ¡Que ponga otro huevo, que ponga otro…!
Empecé de nuevo a pujar, ésta vez con más fuerza, entonces algo me remeció bruscamente y escuché el grito: ¡Alito, despierta! Te estas cagando en la cama… Era Inés, por supuesto, sacándome de mis sueños.

                                                        *     *     *

El infierno

Parafraseando a Martin Luther King, yo tengo un sueño. Sí, hoy tuve un extraordinario sueño. Mientras dormía tuve el sueño de que me había muerto, estaba muerto de verdad, entonces llegué al infierno y, haciéndome una importante distinción, me recibió directamente el propio Satas y muy cordialmente me invitó a pasar al oscuro infierno mientras me explicaba:
-        -     Mira, muchacho, puedes pasar al salón principal donde van los residentes de todas partes del mundo, es el área general.
-         -   ¿… y qué me harán allá? – pregunte muy asustado.
-        Tranquilo, chico, allí te vamos a despellejar con agua caliente y después te ponemos a hervir en aceite.
-       -    … y… y Sr. Sata, dígame… ¿para qué es esa tremenda fila de personas que está allá? – pregunté todo tembloroso.
-         - ¡Ah, sí! Esas personas están esperando para entrar al área de los venezolanos.
-         - ¡Satita, yo soy venezolano! ¿Y qué le hacen allá a las personas?
-          - Bueno, también los despellejan con agua caliente y los fríen el aceite hirviendo.
-          - Entonces, ¿cuál es la diferencia?
-          - Es que allá, en el sector venezolano, casi nunca hay agua y el aceite no se consigue.
Sentí una enorme alegría cuando desperté, me levanté y por supuesto que no había agua para bañarme, me fui a hacer la cola en el supermercado y me sentiré muy reconfortado cuando me digan después de 5 horas de espera que no hay azúcar, no hay arroz, no hay pasta… y especialmente no hay aceite. ¡Qué alivio, no hay aceite! ¡Dichosos nosotros los venezolanos!

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