jueves, 27 de octubre de 2016

Cavillationis

Cavillationis

(Recopilación) 


Alex Villanueva A.
Caracas, Octubre 2016.

Feliz cumple
Excelentísimo amigo Ramón, veo que estás de cumpleaños. Supongo que ya son bastantes los años que tienes, pues si te dejaras bigotes y barba sería blanca, tus hijas ya tienen más altura que tú y seguramente no se refieren a ti como “mi papito”, sino dirán “mi viejo”. ¿Cuántos años tienes? Se cuenta que así mismo le preguntaron un día a Galileo Galilei, quien respondió:
- Ocho o diez – habría respondido con evidente desconcierto para el interlocutor que miraba su larga barba blanca y un rostro curtido por muchos años de vida.
- Le explico – Galileo siguió hablando – así como las monedas que ya gasté ahora no las tengo y por tal razón en este momento no cuentan, de la misma manera los años que he vivido no cuentan y los que tengo son los que me restan por vivir.
En realidad el tiempo de vida es más importante que unas monedas. Con unas monedas compramos un helado o un caramelo, pero la vida es muchísimo más que un caramelo o un helado y si no la disfrutamos sentimos que el tiempo se nos va como arena entre los dedos, el tiempo pasa demasiado rápido.
¿El tiempo pasa demasiado rápido? Pues sí, es la sensación que la agitada vida de la modernidad nos hace percibir, aunque más bien somos nosotros los que pasamos por el tiempo y podemos caminar más lento para apreciar las cosas sencillas de la vida y hacerla más placentera.
Feliz cumpleaños, amigo Ramón, y saludos a la familia.
Caracas, Octubre 19 de 2016.


AFP en Chile
Que interesante la discusión  que se está dando en Chile sobre las Administradoras de Fondos de Pensiones, AFP, instituciones privadas encargadas de manejar los ahorros de los trabajadores para sus futuras pensiones de vejez e invalidez, creadas en el año 1980 durante la dictadura militar de Augusto Pinochet.
¿Qué son estas Aefepe? Es un sistema previsional de capitalización individual que sustituyó el antiguo sistema de reparto de las cajas de previsión, para todos los trabajadores, excepto para Las Fuerzas Armadas y Carabineros que tienen mejores pensiones que los demás.
Estas administradoras son sociedades anónimas que actúan como fondos de inversión y han sido un importante instrumento de apoyo al desarrollo económico capitalista del país. En este fondo cada trabajador tiene una cuenta individual única de ahorro para su vejez, en las que se deposita de manera obligatoria al menos el 10%  de su salario. Este dinero tiene un rendimiento financiero según sea la eficiencia de los negocios de la AFP a que esté suscrito.
Si las AFP logran buena rentabilidad los ahorros individuales crecerán, pero también está el riego de perder. Son las reglas del mercado. Naturalmente que si la economía del país sufre, si la economía global entra en crisis, entonces las AFP aumentarán su riesgo de baja rentabilidad o de pérdidas. Naturalmente que la administradora misma y su alta gerencia nunca pierden, siempre ellos sacarán su tajada.
Se dice que las sociedades se deben evaluar según sea como traten a sus viejos. Recuérdese que un viejo con dinero será siempre para alguna muchacha un viejo interesante, pero un viejo sin plata no es más que un viejo de mierda.
En Chile cada perro mata sus pulgas. Cada cual es responsable individual de su futuro, llevado al extremo del liberalismo sin solidaridad alguna. Esto me recuerda el relato de un antiguo libro, El país de las sombras largas de Hans Ruesh, del viejo esquimal que ya es demasiado viejo para seguir luchando por la subsistencia con su familia, entonces toma el trineo y se aleja del iglú de su gente, se aleja para dejarse llevar por la muerte porque sabe que ya no es útil para los demás.
Vamos viendo cómo se expresa esto en números sencillos. Si una persona ahorra el 10% de su salario mensual consigue un monto equivalente a 1,20 salarios anuales, esto es, en 30 años obtiene 36 salarios. Ahora, si consideramos un rendimiento de 4 % (interés menos inflación) el monto final será 67,30 salarios (que en realidad, como el salario no es fijo a lo largo de su vida, lo podemos considerar salarios promedios, digamos 800 dólares mensuales promedio).
Si este trabajador recibiera una renta de plazo indefinido de 4% de su capital, daría una mensualidad de 0,22 salarios (es decir, 800*0,2243= US$ 180). Ahora si se reparte sus ahorros en mensualidades a lo largo de 30 años da una mensualidad de 0,3243 salarios (es decir, 800*0,3243= US$ 260). ¡Que miseria! Y ese ñato se sacó la mierda durante toda la vida.
Estas son simples aplicaciones de la aritmética financiera. En realidad el cálculo es más sencillo, supongamos el mismo horizonte de una tasa de interés de 4%, pero veamos para cuánto tiempo le cubre una serie de pagos uniformes de pensión de vejez equivalentes a la mensualidad promedio de su vida. Esto resulta casi 7 años. Entonces es muy sencillo, después de 5 años hay que hacer como el viejo esquimal, cavar su propia tumba, para no molestar a nadie por ese asunto de la responsabilidad individual, y alejarse de este mundo.
Quizás en un plano humanista, y tomando en cuenta el inmenso progreso de la civilización, podría existir un sistema previsional de solidaridad, esto es, que los jóvenes coticen para pagar la pensión de los viejos. Esto sería una solidaridad intergeneracional. Pero me sospecho que los jóvenes no van a querer aportar mucho, entonces, antes que dar una miseria de pensión a los viejos, ofrezcámosles a estos una vida, por ejemplo, de 10 años más, eso sí, con el compromiso de que después se mueran.
A la conclusión que he llegado es que el problema de estos sistemas en todo el mundo, han entrado en crisis debido a que los viejos no se quieren morir. Realmente esta es una falta de responsabilidad muy grande, definitivamente hay que morirse oportunamente y sin abusar.
Caracas, Agosto 08 de 2016


La convivencia
Quien no se identifica con la ideología de determinado régimen político es execrado, lo llaman rebelde, ignorante, hereje, infiel, revisionista, opositor, inconformista, delincuente, antipatriota, comunista, burgués, momio, escuálido, hijo’e puta, etc., dependiendo naturalmente del sistema socio-político imperante. En el capitalismo la represión tiene la sutileza que impone el liberalismo, en el sentido de que se presume que la libertad es un valor importante, de modo que es necesario guardar las apariencias, en tanto que en el socialismo la represión es abierta en nombre de la dictadura del proletariado a fin de defender los intereses de la revolución.
Es interesante este fenómeno, pues es el resultado de la intolerancia debida a quienes en el poder se consideran poseedores de la verdad y sienten el derecho a imponer a trocha y mocha sus criterios y sus valores a los demás. No hay nadie más peligroso en el poder que alguien convencido que su verdad es la única legítima, es como un mono suelto con una hojilla de afeitar. Louis Althusser diría que es la hegemonía ideológica del aparato del Estado.
La sicología ha identificado que los individuos - y las individuas, diría Maduro - que suponen poseer la verdad sienten que tienen el derecho a imponerla a los demás. Simplemente veamos como conversamos, generalmente pocos están pendientes de lo que dice el interlocutor, más bien están pendientes de argumentar para hacer prevalecer su criterio, unos más otros menos.
A Kant le debemos entender que el conocimiento de la realidad externa pasa por el procesamiento en la mente humana y de algún modo alteramos lo que se percibe, de modo que apenas tenemos una apreciación aproximada de tal realidad y cada cual lo hace con las particularidades de su mente. Como diría Platón, solamente percibimos las sombras de la realidad y nunca la real realidad.
Entonces formulamos modelos para explicarnos cómo funcionan las cosas, pero estos modelos no son la realidad, sino sólo son interpretaciones simplificadas de ella. Vivimos en un mundo de interpretaciones y cada quien tiene las suyas de acuerdo a sus propias experiencias y su estructura hereditaria, según sus propios circuitos neuronales.
Así, por ejemplo, para algunos un rápido destello de luz puede entenderlo como un meteorito, otros dirán que es un Ovni, otros una estrella fugaz, o un destello de la ciudad, o imaginación de la mente, y quizás no es ninguna de esas cosas. De modo similar cuando veo un avión en el aire observo claramente que se mueve, pero si estoy en el avión siento que el paisaje es el que se mueve, es decir, todo es relativo y depende de la referencia que tomemos. Precisamente, se trata de que el hombre es la referencia, como decía Protágoras: el hombre es la medida de todas las cosas.
En este sentido, más complicado es cómo cada cual entiende el sentido de la vida. Aquí hay un menú de infinito de opciones para todos los gustos y cada cual, consiente o no, define el propósito de su vida, aunque generalmente cuando se está al borde de la muerte vienen los arrepentimientos y las ansias de un visado para el cielo. Si yo fuera Dios, no doy la visa. Viejo, es toda la vida, no un instante de arrepentimiento.
Entonces si cada cual tiene una interpretación propia de la realidad - algunos la ven negra, otros de tonalidad gris, seguro que otros de colores y cada quien le pone sus propios matices - estamos en un grave problema de convivencia. Cuando alguien se relaciona con otra persona que ve las cosas más o menos de manera similar, entonces se siente relativamente cómoda, pero si no es así y piensa de otra manera, muchas veces provoca destriparla o mandarla adonde su abuela.
¡Vaya, qué complicado! Es un milagro que los miembros de una familia se mantengan relativamente juntos, o que las grandes empresas puedan funcionar con cierta coherencia, o que un país mantenga cierta unidad nacional. Esto no quita naturalmente que surjan conflictos internos, incluso al punto que a veces terminan en una implosión del grupo como ocurrió en Checoeslovaquia o está ocurriendo en España.
¿Dónde está la clave? Creo que la convivencia en cada grupo es debido a que sienten que tienen fines comunes, junto con una tolerancia basada en el respeto, lo cual aglutina el grupo y permite que los miembros se entiendan a pesar de sus diferencias. Tan pronto se pierde el respeto se producen los conflictos que agrietan las relaciones hasta incluso romperse la coexistencia pacífica.
El respeto es nuestra única esperanza de convivencia, caso contrario vamos camino a destruirnos entre todos. Entonces necesitamos un objetivo común y tolerar nuestras diferencias individuales y grupales, lo que no es sencillo, pues cada uno tiene su propia visión religiosa, política, cultural, etc. Sin embargo, podríamos estar de acuerdo en que la vida es un valor común para todos, excepto para los suicidas. Si no hay vida, no hay nada.
Precisamente ahora que está planteado que el primer problema actual de la humanidad es la sobrevivencia de la especie, pues nosotros mismos estamos destruyendo el planeta y no tenemos otro de repuesto, es la oportunidad de promover una convivencia mundial más armónica en base a la toma de consciencia de este asunto. Este problema está más allá del enfrentamiento entre socialismo y capitalismo, entre grupos étnicos, entre cristianos y musulmanes, entre budistas e hindúes, entre jóvenes y viejos, etc.
Este objetivo común de luchar por la sobrevivencia de la humanidad nos puede permitir establecer la convivencia con base a la ética del respeto mutuo y quizás logremos tener éxito, tal vez podríamos superar a los dinosaurios que lograron vivir 200 millones de años. Y si no es así, al menos dejemos a las cucarachas para que nos sobrevivan y hagan su propia historia después que nosotros hayamos desaparecido… de hecho, ya hay unos cuantos con mente de cucarachas.
Caracas, Noviembre 10 de 2015.


Motivación de poder
Hoy me preguntaban qué había hecho durante el día. Respondí que me había dedicado a pensar, lo que me parece que es lo más natural del mundo, pues somos animales superiores que podemos volver la mirada hacia el interior y examinar nuestras percepciones.
Claro, hay personas que consideran raro que alguien se dedique a pensar, les parece sinónimo de ocio, flojera, vagabundería, como perder el tiempo sin aprovecharlo para hacer algo útil, ¿útil para quién? Más bien muchas personas hacen todo lo posible para dejar de pensar, se circunscriben a hacer cosas que le impidan pensar, ponen el cerebro en piloto automático y listo: una vida feliz.
En cualquier caso estuve pensando en mi hijo, al que no quiero identificar para no afectar su sensibilidad. Mi hijo tiene unas ansias exageradas de poder, lo que David McClelland denomina “necesidad de poder” como elemento de motivación relevante: motivación de poder. Es la motivación para conseguir autoridad, capacidad para influir sobre los demás y sobre determinadas situaciones, alcanzar estatus social, prestigio, admiración, dominación y asociada con la ambición de tener mucho dinero.
No me parece que esto sea bueno o malo. Eso depende del para qué, ya que si es para ayudar a que los demás consigan la satisfacción de sus logros resulta esta motivación extraordinariamente generosa y moralmente muy buena, pero si es para aplastar a los demás como unas cucarachas y erigirse como supremo poder arbitrario que subyugue a otros no se ve nada bueno, por lo menos nada bueno para los demás.
Esto me recuerda grandes líderes en la historia que ejercieron en su momento una extraordinaria influencia. Tenemos el caso de Adolfo Hitler, que los accidentes de la historia lo llevaron a ejercer un tremendo poder y condujo a la humanidad a una conflagración mundial con más de 60 millones de muertos. Desató las acciones más bárbaras de la guerra, allí se puso al descubierto lo más infame de la condición humana. Se persiguió y asesinó a judíos, gitanos, maricas, tontos, locos, etc., y se invadió a otros territorios para lograr el espacio vital para una raza aria supuestamente superior.
En la guerra los adversarios tampoco lo hicieron mal, me refiero a los aliados, pues bombardearon ciudades alemanas completas para hacer desaparecer a todos sus habitantes: mujeres, niños, ancianos, perros, gatos. ¿Y qué decir de Nagasaki e Hiroshima en Japón?, todavía quedan los efectos de la radiación diseminada sobre simples ciudadanos. La motivación de poder no se ve nada bueno en este caso donde un hombre manipuló para ser visto como un salvador de Alemania, el Gran Reich.
Pero un caso diferente es el de Mahatma Gandhi, el líder pacifista de la independencia de India, que combatió con la fortaleza de su espíritu, la resistencia no violenta, la desobediencia civil, el amor por los demás. Nadie puede negar la importancia de su aporte histórico, pero quiero destacar al amor por los demás, particularmente por las jovencitas que dormían desnudas con él para probar su autocontrol como célibe: ¡Vaya proeza!
Según Gandhi, sus experimentos sexuales de dormir con diferentes muchachas desnudas le ayudaban a contemplar la unidad entre hinduistas y musulmanes en la India, y decía que él era como una madre para ellas. ¡Eureka!, yo quiero unir a toda la humanidad: ¡muchachas venid a mí para dormir juntos desnudos y probar mi pureza!, yo quiero ser como Gandhi.
Hijo mío, no está mal tu ambición de poder, lo importante es seguir los dictados de la conciencia y no hacer aquello de lo cual nos podamos arrepentir o nos cause sentido de culpabilidad después. Ahora, ¿qué es la conciencia? Déjame pensar, no es sencillo, esto lo dejamos para otra reflexión.
Caracas, Septiembre 22 de 2014


El sentido de la vida
No me cabe duda que soy una persona que vivo adelantado a mi época. Debí nacer en un futuro donde la humanidad será atendida por robots que harán todo el trabajo para cubrir nuestras necesidades primarias y las personas se dedicarán al ocio, no al ocio en el sentido de vagabundería, sino me refiero en relación a actividades opuestas al negocio (no-ocio, el sucio trabajo a que nos obliga el pecado original). Dedicarse al ocio lo digo en el sentido de consagrarse a elevar el espíritu, esto es, vivir de regreso en el Paraíso bíblico.
Precisamente a eso me dedico, a cultivar mi espíritu, pero como todavía no hay robots que me mantengan, mientras tanto lo hace Inés que hasta ahora lo hace nada mal, si bien de vez en cuando se descarrila un poco. El trabajo casi siempre lo disfruté a lo largo de mi vida, especialmente disfruté el sentimiento de logro, el dinero era una consecuencia y no una meta en sí misma, pero cuando el trabajo no tiene propósitos precisos pierde todo atractivo y se vuelve una pesada y fastidiosa obligación, no tiene sentido. En cualquier caso, es más sabroso dedicarse a la vida libre… hasta donde se pueda.
Siempre he intentado buscar el sentido de las cosas y, una de las interrogantes cruciales para mí, cuando muy joven me pregunté sobre el sentido de la vida, tema muy complicado y nada fácil de responder, pero vivimos y no podemos evadir la pregunta. Es un asunto de fe, me comentaron algunos, entonces me arrodillé, abrí los brazos y esperé largo rato la revelación divina que resolviera mis preguntas, tenía la mejor voluntad de creer el mensaje que me diera luz, pero nada me llegó ni nadie me respondió, supongo que el Espíritu Santo estaba ocupado en otras cosas más importantes que atender a un desventurado muchacho.
Lo curioso de este asunto es que fue un curita filósofo, de la congregación jesuita, quien me estimuló a descubrir diferentes corrientes del pensamiento moderno. Descubrí el existencialismo y, más tarde, el marxismo. Me encontré con Kierkegaard, Dostoievski, Heidegger, Sartre, Camus, después con Freud, Marx, Engels, etc., viejos amigos de mis aventuras de asiduo lector.
En mis tiempos juveniles leí la novela “La Náusea”, de Jean Paul Sartre, que causó un enorme impacto en mi alma sensible y desorientada. Quizás ahora ya no sea tan sensible, pero sigo tan desorientado como antes. El personaje principal de la novela iba reflexionado a lo largo de la trama y descubría lo absurdo de la vida, la existencia sin sentido, hasta el punto de provocarle náusea la angustia existencial.
La novela desnuda la vida corriente de las personas que siguen una rutina, desarrollan los quehaceres con monotonía y evitan sentir intensamente la propia existencia. Eclipsan su propia existencia con las apariencias de éxitos y superioridad social. La vida la llevan según esquemas predeterminados que obedecen a los valores que impone la sociedad, la capitalista y la socialista.
En definitiva, la novela muestra el lado lúgubre e insípido de la vida, pero es una extraordinaria novela con un interesante relato que trasmite el pensamiento filosófico sartreano. Tuvo una influencia determinante en mí. Naturalmente que comencé a sentirme existencialista, me vestía como existencialista, mi corte de pelo era de existencialista, caminaba como existencialista y, sobre todo, era pobre como existencialista.
En aquella época ingresé a la Universidad Técnica de La Serena como existencialista, apenas tenía 16 años cuando empecé a estudiar ingeniería, y lo hice después de lograr el mejor puntaje académico en las pruebas de ingreso para aquella Universidad. Apenas lo noté, no era parte de mis preocupaciones, por lo demás, yo era el tontito de la familia.
Quise conocer más de esta filosofía y me conseguí el voluminoso libro “El ser y la nada”, ensayo de ontología fenomenológica, obra fundamental de Sartre. Fue una lectura heroica, lo leí cuidadosamente, pero fue muy poco lo que logré entender, pues es un libro muy técnico escrito para filósofos. En realidad no entendí nada, quizás por eso muchos años después en la playa le gritaba a mi hijo: nada, nada…
En todo caso, algo se me grabó, el hombre es libre, además, la existencia precede a la esencia, como dice Sartre. Vaya, esto es más sencillo de entender. El individuo nace como resultado de un acto ajeno a su voluntad, existe, pero después llega a ser como él mismo se concibe, alcanza su esencia, así entonces no es otra cosa que lo que él mismo se hace.
De manera que ahora ya me entiendo, he llegado a ser como soy, porque soy como soy. Está clarísimo ¿verdad?
Caracas, Octubre 20 de 2014


Recuerdos
Tengo una prima… bueno, en realidad tengo muchas primas, pero me refiero a una en particular que me recordó mi época de hipnotizador. En verdad no es exactamente lo que se llama una prima hermana, sino que ella es hija de una prima propiamente tal, es decir, sería algo así como una sobrina-prima o, mirado de otro punto de vista, habría que considerar que ella es nieta de una tía, o sea, sería más bien una especie de nieta-prima. Caramba, esto de los parentesco es muy complicado, el asunto es que ella es mi familiar por la línea de los Araya.
Ella me recordó cuando me dediqué a experimentar con la hipnosis. Fue la época de mi adolescencia cuando hacía poco tiempo que había fallecido mi padre, entonces en la familia buscamos cobijo en la religión católica. Precisamente lo hicimos en el momento en que llegó a la región un movimiento de misiones cristianas con curitas renovadores que salieron de las telarañas de las iglesias para acercarse directamente al pueblo.
Todas las viejas beatas del sector donde vivía, mujeres piadosas y otras no tanto, junto con unos pocos varones se reunían periódicamente en diferentes casas familiares para practicar la religión, ya sea para estudiar la biblia, hacer misas cantadas, actividades comunitarias, etc. En esas reuniones se compartía el té, galletas y tortas que con mucho esmero hacían las dueñas de casa. Los curitas jóvenes se dejaban querer y suspiraban para adentro para contener sus impulsos naturales freudianos.
Entonces los jóvenes de ese grupo decidimos crear un Centro Juvenil asistido por el padre Rossi, un singular curita jesuita, de origen italiano, profesor de filosofía del Seminario Conciliar que me inspiró la curiosidad para investigar otros senderos del pensamiento.
Los del Centro nos reuníamos en un salón del Colegio Santa Marta, ubicado en un paraje solitario que se llegaba después de cruzar un área sin iluminación, lo que antes se llamaba el arenal. En la noche sólo estaba la luz de la luna y las estrellas, y algunas parejas que por alguna misteriosa razón buscaban la oscuridad. Allí, en el salón prestado, hicimos una biblioteca con la colaboración de los vecinos.
En esa misma época llegó a la región un hipnotizador profesional que presentaba exhibiciones para mostrar su dominio espectacular sobre voluntarios del público que se dejaban hipnotizar. Era admirable la facilidad con que lograba sus propósitos, además, se rodeo de un grupo de muchachos aprendices que lo ayudaban en su función y ponían cara de encantadores de serpiente, con una mirada fiera para supuestamente penetrar en la conciencia del público.
Por supuesto que yo quedé muy impresionado y me hice el propósito de alcanzar tales superpoderes de hipnotizador. Me compré un libro sobre hipnosis y listo, manos a la obra. Practiqué un poco con la voz y me grabé varias expresiones sugestivas para hacer dormir a mis conejillos de India.
Un día, después de una reunión del Centro Juvenil en la noche, nos fuimos al arenal y en medio de la penumbra de la noche les explique a los muchachos y las muchachas sobre mis poderes mentales. Se ofrecieron varios voluntarios para experimentar y comencé mi sesión de hipnosis, era mi primera vez. Un, dos, tres… están profundamente dormidos, eran las palabras mágicas, entonces note que habían algunos supuestamente dormidos y recordé la prueba de golpear suavemente entre las cejas para ver algún gesto de pestañeo en caso de no estar dormidos de verdad. Había uno que efectivamente estaba dormido, luego lo hice despertar con delicadeza.
Este experimento lo repetí muchas veces y cada vez era más fácil hacer dormir a mi amigo voluntario y trasmitirle diversas sugestiones, por ejemplo, quemarlo con un cigarrillo y que no sintiese dolor. Naturalmente que la noticia se filtró y se difundió rápidamente en la tribu la idea de que realizábamos prácticas diabólicas. Alarmada mi mamá me pidió explicaciones y le dije que no era nada malo, que podía hacer una sesión en casa para que viera que no había nada extraño.
De hecho, no reunimos un grupo en casa junto con mi familia y yo ceremoniosamente puse actitud de hipnotizador, con los brazos arqueados y los dedos de la mano tensos apuntando hacia delante. Como no estaba mi amigo a quien siempre hipnotizaba fácilmente tenía esta vez a otro muchacho que por primera vez se ofreció como voluntario.
Después de muchos intentos finalmente logré hacerlo dormir, pero inmediatamente comenzó a temblar y la respiración cada vez era más agitada. Me asusté y traté de despertarlo. Tranquilo… tranquilo… a la cuenta de tres despierta… uno, dos y tres. Pero esta vez las palabras mágicas no resultaron. Entonces lo zarandee, le di bofetadas... y nada. A la media hora despertó sólo, todo desorientado y con cara de asustado. Nos explicó luego que él era enfermo del corazón.
Esa fue la última vez que hipnoticé a alguien… nunca más volví a ser hipnotizador y abandoné mis ilusiones de adquirir superpoderes para dominar el mundo. Antes que pretender dominar la conciencia de otros es más importante conocer la propia. Después, por la influencia del padre Rossi, descubrí el existencialismo de Jean Paul Sartre y me identifique con el protagonista de la novela “La Nausea”, Antoine Roquentin, un hombre reflexivo y solitario que siente intensamente el vacío y lo absurdo de la vida… pero esto es otra historia.
Hace poco estuve allí de vacaciones, junto con mi familia. Un día me crucé a la salida de la vieja casa con una persona que me saludó amistosamente y me preguntó si me acordaba de mis sesiones de hipnotismo en el Centro Católico. Lo miré con curiosidad e hice un esfuerzo por recordarlo, pero no me fue posible, era sencillamente una cara extraña. El tipo me miró decepcionado, hizo un gesto de desencanto y simplemente se fue, a pesar de mi intento para retenerlo. Es triste, estoy perdiendo la memoria y son pedazos de mi vida que se van quedando en el camino.
Caracas, Octubre 17 de 2014.


¡Qué soberbia!
Mis queridos(as) lectores(as), si queda alguno(a) todavía, hoy realicé mi control de peso, bajé un kilo después de mi esfuerzo a lo largo de una semana con estricta dieta alimenticia y ejercicios aeróbicos. De hecho, me dedico a caminar durante una hora con los primeros rayos del sol de la mañana, temprano cuando salen las muchachas a ejercitarse en el área del parque. La verdad es que las persigo, pero no las alcanzo nunca, sin embargo mi médico dijo que era bueno que lo hiciera, aunque sinceramente no me contestó cuando le pregunté que podía hacer si alcanzaba a alguna de ellas.
En realidad siempre he estado convencido de que no me sobra peso, sino más bien me falta altura. De hecho, mi hermano Pepe me llamaba desde muchacho “el chato”. En todo caso, estoy contento porque bajé un kilo de peso, esto quiere decir que en un mes bajaré 4 kilos, o sea, en 85 semanas llegaré a cero kilogramos, ¡en año y medio! Deducción del más puro razonamiento lógico inferencial, yo siempre he sido bueno para las matemáticas.
Este tipo de razonamiento es el mismo que se utilizó con el descubrimiento astronómico de Edwin Hubble acerca de que las galaxias estaban alejándose unas de otras y consecuentemente se dedujo, al imaginarse el movimiento a la inversa, que habría existido un momento en el pasado en que todo estuvo reunido en un punto, lo que Stephen Hawking llama una singularidad. A partir de ese punto se inició el tiempo, el espacio, la materia y la energía hace 13.700 millones de años, ¡una minucia!, el denominado Big Bang.
La expansión del Universo produce la sensación de que somos el punto central a partir del cual todo se aleja, lo que no es verdad, pero visto así se enaltece nuestro ego para atribuirnos una importancia que no tenemos. Del mismo modo la historia humana está llena de astutas interpretaciones que ponen lo propio al centro de todo, como los hebreos que se sentían el pueblo elegido a pesar de que vivían en tierras miserables y desérticas, o como los europeos que hasta hace poco se creían el epicentro de la humanidad, o como los que pensaban que la Tierra era el centro del sistema planetario con las estrellas girando alrededor.
No es sencillo aceptar que apenas somos un experimento evolutivo entre muchos otros, quizás algo más exitoso que los dinosaurios, al menos más afortunados hasta ahora, y que vivimos en el planeta Tierra que es tan sólo una pequeña roca, con algo de agua, que se mueve alrededor del Sol, y estamos ubicados en los bordes marginales de la Vía Láctea, en el brazo de Orión, algo así como quien dice “en un barrio pobre de la ciudad”. En esa posición gira el Sol con sus acólitos alrededor del centro de la galaxia, apenas como una pequeña mota de polvo en un apéndice de la galaxia. Se mueve a una velocidad de 250 Km./seg., ¡qué vértigo!
Con frecuencia nos olvidamos, o no lo queremos recordar para mantener nuestra autoestima, que nuestro Sol no es más que una humilde estrella entre varios miles de millones que existen en nuestra galaxia y que inexorablemente se apagará cuando se agote su combustible nuclear. De modo similar, la Vía Láctea es una galaxia entre otras miles de millones de galaxias en el Universo y que, además, está en vías de colisión con nuestra vecina Andrómeda que, por cierto, se acerca a nosotros a una velocidad superior a 300 Km./seg.
Sí, efectivamente las galaxias chocan entre sí. Además, las estrellas nacen y siguen naciendo del polvo estelar y después mueren con una explosión de supernova o se quedan como difuntas enanas blancas, si es que no se las traga algún agujero negro, un ávido e insaciable monstruo que devora todo objeto cósmico en su cercanía y que ni siquiera permite que se escape la luz.
En un momento de lucidez, que cada vez son menos, me he dado cuenta de que a pesar de toda esta colosal inmensidad, nos creemos únicos y especiales. Míseros de nosotros, estamos llenos de una soberbia con la que pretendemos salvar nuestro pellejo, incluso ofreciendo la vida de un hijo, como lo hizo Abraham, quien acepto sacrificar la vida de su primogénito Isaac para demostrar obediencia y salvarse él. Abrih, le dijo Dios, ¿te lo creíste?, no ves que sólo estaba jugando…
¡Ah, no!, yo no juego así, yo me bajo de este autobús. Y permítanme, para terminar, una pregunta irreverente: ¿Todo este desorden cósmico lo creó Dios? ¡Y a mí me dicen ocioso y desordenado!
Caracas, Octubre 02 de 2014.

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