jueves, 27 de octubre de 2016

Cavillationis

Cavillationis

(Recopilación) 


Alex Villanueva A.
Caracas, Octubre 2016.

Feliz cumple
Excelentísimo amigo Ramón, veo que estás de cumpleaños. Supongo que ya son bastantes los años que tienes, pues si te dejaras bigotes y barba sería blanca, tus hijas ya tienen más altura que tú y seguramente no se refieren a ti como “mi papito”, sino dirán “mi viejo”. ¿Cuántos años tienes? Se cuenta que así mismo le preguntaron un día a Galileo Galilei, quien respondió:
- Ocho o diez – habría respondido con evidente desconcierto para el interlocutor que miraba su larga barba blanca y un rostro curtido por muchos años de vida.
- Le explico – Galileo siguió hablando – así como las monedas que ya gasté ahora no las tengo y por tal razón en este momento no cuentan, de la misma manera los años que he vivido no cuentan y los que tengo son los que me restan por vivir.
En realidad el tiempo de vida es más importante que unas monedas. Con unas monedas compramos un helado o un caramelo, pero la vida es muchísimo más que un caramelo o un helado y si no la disfrutamos sentimos que el tiempo se nos va como arena entre los dedos, el tiempo pasa demasiado rápido.
¿El tiempo pasa demasiado rápido? Pues sí, es la sensación que la agitada vida de la modernidad nos hace percibir, aunque más bien somos nosotros los que pasamos por el tiempo y podemos caminar más lento para apreciar las cosas sencillas de la vida y hacerla más placentera.
Feliz cumpleaños, amigo Ramón, y saludos a la familia.
Caracas, Octubre 19 de 2016.


AFP en Chile
Que interesante la discusión  que se está dando en Chile sobre las Administradoras de Fondos de Pensiones, AFP, instituciones privadas encargadas de manejar los ahorros de los trabajadores para sus futuras pensiones de vejez e invalidez, creadas en el año 1980 durante la dictadura militar de Augusto Pinochet.
¿Qué son estas Aefepe? Es un sistema previsional de capitalización individual que sustituyó el antiguo sistema de reparto de las cajas de previsión, para todos los trabajadores, excepto para Las Fuerzas Armadas y Carabineros que tienen mejores pensiones que los demás.
Estas administradoras son sociedades anónimas que actúan como fondos de inversión y han sido un importante instrumento de apoyo al desarrollo económico capitalista del país. En este fondo cada trabajador tiene una cuenta individual única de ahorro para su vejez, en las que se deposita de manera obligatoria al menos el 10%  de su salario. Este dinero tiene un rendimiento financiero según sea la eficiencia de los negocios de la AFP a que esté suscrito.
Si las AFP logran buena rentabilidad los ahorros individuales crecerán, pero también está el riego de perder. Son las reglas del mercado. Naturalmente que si la economía del país sufre, si la economía global entra en crisis, entonces las AFP aumentarán su riesgo de baja rentabilidad o de pérdidas. Naturalmente que la administradora misma y su alta gerencia nunca pierden, siempre ellos sacarán su tajada.
Se dice que las sociedades se deben evaluar según sea como traten a sus viejos. Recuérdese que un viejo con dinero será siempre para alguna muchacha un viejo interesante, pero un viejo sin plata no es más que un viejo de mierda.
En Chile cada perro mata sus pulgas. Cada cual es responsable individual de su futuro, llevado al extremo del liberalismo sin solidaridad alguna. Esto me recuerda el relato de un antiguo libro, El país de las sombras largas de Hans Ruesh, del viejo esquimal que ya es demasiado viejo para seguir luchando por la subsistencia con su familia, entonces toma el trineo y se aleja del iglú de su gente, se aleja para dejarse llevar por la muerte porque sabe que ya no es útil para los demás.
Vamos viendo cómo se expresa esto en números sencillos. Si una persona ahorra el 10% de su salario mensual consigue un monto equivalente a 1,20 salarios anuales, esto es, en 30 años obtiene 36 salarios. Ahora, si consideramos un rendimiento de 4 % (interés menos inflación) el monto final será 67,30 salarios (que en realidad, como el salario no es fijo a lo largo de su vida, lo podemos considerar salarios promedios, digamos 800 dólares mensuales promedio).
Si este trabajador recibiera una renta de plazo indefinido de 4% de su capital, daría una mensualidad de 0,22 salarios (es decir, 800*0,2243= US$ 180). Ahora si se reparte sus ahorros en mensualidades a lo largo de 30 años da una mensualidad de 0,3243 salarios (es decir, 800*0,3243= US$ 260). ¡Que miseria! Y ese ñato se sacó la mierda durante toda la vida.
Estas son simples aplicaciones de la aritmética financiera. En realidad el cálculo es más sencillo, supongamos el mismo horizonte de una tasa de interés de 4%, pero veamos para cuánto tiempo le cubre una serie de pagos uniformes de pensión de vejez equivalentes a la mensualidad promedio de su vida. Esto resulta casi 7 años. Entonces es muy sencillo, después de 5 años hay que hacer como el viejo esquimal, cavar su propia tumba, para no molestar a nadie por ese asunto de la responsabilidad individual, y alejarse de este mundo.
Quizás en un plano humanista, y tomando en cuenta el inmenso progreso de la civilización, podría existir un sistema previsional de solidaridad, esto es, que los jóvenes coticen para pagar la pensión de los viejos. Esto sería una solidaridad intergeneracional. Pero me sospecho que los jóvenes no van a querer aportar mucho, entonces, antes que dar una miseria de pensión a los viejos, ofrezcámosles a estos una vida, por ejemplo, de 10 años más, eso sí, con el compromiso de que después se mueran.
A la conclusión que he llegado es que el problema de estos sistemas en todo el mundo, han entrado en crisis debido a que los viejos no se quieren morir. Realmente esta es una falta de responsabilidad muy grande, definitivamente hay que morirse oportunamente y sin abusar.
Caracas, Agosto 08 de 2016


La convivencia
Quien no se identifica con la ideología de determinado régimen político es execrado, lo llaman rebelde, ignorante, hereje, infiel, revisionista, opositor, inconformista, delincuente, antipatriota, comunista, burgués, momio, escuálido, hijo’e puta, etc., dependiendo naturalmente del sistema socio-político imperante. En el capitalismo la represión tiene la sutileza que impone el liberalismo, en el sentido de que se presume que la libertad es un valor importante, de modo que es necesario guardar las apariencias, en tanto que en el socialismo la represión es abierta en nombre de la dictadura del proletariado a fin de defender los intereses de la revolución.
Es interesante este fenómeno, pues es el resultado de la intolerancia debida a quienes en el poder se consideran poseedores de la verdad y sienten el derecho a imponer a trocha y mocha sus criterios y sus valores a los demás. No hay nadie más peligroso en el poder que alguien convencido que su verdad es la única legítima, es como un mono suelto con una hojilla de afeitar. Louis Althusser diría que es la hegemonía ideológica del aparato del Estado.
La sicología ha identificado que los individuos - y las individuas, diría Maduro - que suponen poseer la verdad sienten que tienen el derecho a imponerla a los demás. Simplemente veamos como conversamos, generalmente pocos están pendientes de lo que dice el interlocutor, más bien están pendientes de argumentar para hacer prevalecer su criterio, unos más otros menos.
A Kant le debemos entender que el conocimiento de la realidad externa pasa por el procesamiento en la mente humana y de algún modo alteramos lo que se percibe, de modo que apenas tenemos una apreciación aproximada de tal realidad y cada cual lo hace con las particularidades de su mente. Como diría Platón, solamente percibimos las sombras de la realidad y nunca la real realidad.
Entonces formulamos modelos para explicarnos cómo funcionan las cosas, pero estos modelos no son la realidad, sino sólo son interpretaciones simplificadas de ella. Vivimos en un mundo de interpretaciones y cada quien tiene las suyas de acuerdo a sus propias experiencias y su estructura hereditaria, según sus propios circuitos neuronales.
Así, por ejemplo, para algunos un rápido destello de luz puede entenderlo como un meteorito, otros dirán que es un Ovni, otros una estrella fugaz, o un destello de la ciudad, o imaginación de la mente, y quizás no es ninguna de esas cosas. De modo similar cuando veo un avión en el aire observo claramente que se mueve, pero si estoy en el avión siento que el paisaje es el que se mueve, es decir, todo es relativo y depende de la referencia que tomemos. Precisamente, se trata de que el hombre es la referencia, como decía Protágoras: el hombre es la medida de todas las cosas.
En este sentido, más complicado es cómo cada cual entiende el sentido de la vida. Aquí hay un menú de infinito de opciones para todos los gustos y cada cual, consiente o no, define el propósito de su vida, aunque generalmente cuando se está al borde de la muerte vienen los arrepentimientos y las ansias de un visado para el cielo. Si yo fuera Dios, no doy la visa. Viejo, es toda la vida, no un instante de arrepentimiento.
Entonces si cada cual tiene una interpretación propia de la realidad - algunos la ven negra, otros de tonalidad gris, seguro que otros de colores y cada quien le pone sus propios matices - estamos en un grave problema de convivencia. Cuando alguien se relaciona con otra persona que ve las cosas más o menos de manera similar, entonces se siente relativamente cómoda, pero si no es así y piensa de otra manera, muchas veces provoca destriparla o mandarla adonde su abuela.
¡Vaya, qué complicado! Es un milagro que los miembros de una familia se mantengan relativamente juntos, o que las grandes empresas puedan funcionar con cierta coherencia, o que un país mantenga cierta unidad nacional. Esto no quita naturalmente que surjan conflictos internos, incluso al punto que a veces terminan en una implosión del grupo como ocurrió en Checoeslovaquia o está ocurriendo en España.
¿Dónde está la clave? Creo que la convivencia en cada grupo es debido a que sienten que tienen fines comunes, junto con una tolerancia basada en el respeto, lo cual aglutina el grupo y permite que los miembros se entiendan a pesar de sus diferencias. Tan pronto se pierde el respeto se producen los conflictos que agrietan las relaciones hasta incluso romperse la coexistencia pacífica.
El respeto es nuestra única esperanza de convivencia, caso contrario vamos camino a destruirnos entre todos. Entonces necesitamos un objetivo común y tolerar nuestras diferencias individuales y grupales, lo que no es sencillo, pues cada uno tiene su propia visión religiosa, política, cultural, etc. Sin embargo, podríamos estar de acuerdo en que la vida es un valor común para todos, excepto para los suicidas. Si no hay vida, no hay nada.
Precisamente ahora que está planteado que el primer problema actual de la humanidad es la sobrevivencia de la especie, pues nosotros mismos estamos destruyendo el planeta y no tenemos otro de repuesto, es la oportunidad de promover una convivencia mundial más armónica en base a la toma de consciencia de este asunto. Este problema está más allá del enfrentamiento entre socialismo y capitalismo, entre grupos étnicos, entre cristianos y musulmanes, entre budistas e hindúes, entre jóvenes y viejos, etc.
Este objetivo común de luchar por la sobrevivencia de la humanidad nos puede permitir establecer la convivencia con base a la ética del respeto mutuo y quizás logremos tener éxito, tal vez podríamos superar a los dinosaurios que lograron vivir 200 millones de años. Y si no es así, al menos dejemos a las cucarachas para que nos sobrevivan y hagan su propia historia después que nosotros hayamos desaparecido… de hecho, ya hay unos cuantos con mente de cucarachas.
Caracas, Noviembre 10 de 2015.


Motivación de poder
Hoy me preguntaban qué había hecho durante el día. Respondí que me había dedicado a pensar, lo que me parece que es lo más natural del mundo, pues somos animales superiores que podemos volver la mirada hacia el interior y examinar nuestras percepciones.
Claro, hay personas que consideran raro que alguien se dedique a pensar, les parece sinónimo de ocio, flojera, vagabundería, como perder el tiempo sin aprovecharlo para hacer algo útil, ¿útil para quién? Más bien muchas personas hacen todo lo posible para dejar de pensar, se circunscriben a hacer cosas que le impidan pensar, ponen el cerebro en piloto automático y listo: una vida feliz.
En cualquier caso estuve pensando en mi hijo, al que no quiero identificar para no afectar su sensibilidad. Mi hijo tiene unas ansias exageradas de poder, lo que David McClelland denomina “necesidad de poder” como elemento de motivación relevante: motivación de poder. Es la motivación para conseguir autoridad, capacidad para influir sobre los demás y sobre determinadas situaciones, alcanzar estatus social, prestigio, admiración, dominación y asociada con la ambición de tener mucho dinero.
No me parece que esto sea bueno o malo. Eso depende del para qué, ya que si es para ayudar a que los demás consigan la satisfacción de sus logros resulta esta motivación extraordinariamente generosa y moralmente muy buena, pero si es para aplastar a los demás como unas cucarachas y erigirse como supremo poder arbitrario que subyugue a otros no se ve nada bueno, por lo menos nada bueno para los demás.
Esto me recuerda grandes líderes en la historia que ejercieron en su momento una extraordinaria influencia. Tenemos el caso de Adolfo Hitler, que los accidentes de la historia lo llevaron a ejercer un tremendo poder y condujo a la humanidad a una conflagración mundial con más de 60 millones de muertos. Desató las acciones más bárbaras de la guerra, allí se puso al descubierto lo más infame de la condición humana. Se persiguió y asesinó a judíos, gitanos, maricas, tontos, locos, etc., y se invadió a otros territorios para lograr el espacio vital para una raza aria supuestamente superior.
En la guerra los adversarios tampoco lo hicieron mal, me refiero a los aliados, pues bombardearon ciudades alemanas completas para hacer desaparecer a todos sus habitantes: mujeres, niños, ancianos, perros, gatos. ¿Y qué decir de Nagasaki e Hiroshima en Japón?, todavía quedan los efectos de la radiación diseminada sobre simples ciudadanos. La motivación de poder no se ve nada bueno en este caso donde un hombre manipuló para ser visto como un salvador de Alemania, el Gran Reich.
Pero un caso diferente es el de Mahatma Gandhi, el líder pacifista de la independencia de India, que combatió con la fortaleza de su espíritu, la resistencia no violenta, la desobediencia civil, el amor por los demás. Nadie puede negar la importancia de su aporte histórico, pero quiero destacar al amor por los demás, particularmente por las jovencitas que dormían desnudas con él para probar su autocontrol como célibe: ¡Vaya proeza!
Según Gandhi, sus experimentos sexuales de dormir con diferentes muchachas desnudas le ayudaban a contemplar la unidad entre hinduistas y musulmanes en la India, y decía que él era como una madre para ellas. ¡Eureka!, yo quiero unir a toda la humanidad: ¡muchachas venid a mí para dormir juntos desnudos y probar mi pureza!, yo quiero ser como Gandhi.
Hijo mío, no está mal tu ambición de poder, lo importante es seguir los dictados de la conciencia y no hacer aquello de lo cual nos podamos arrepentir o nos cause sentido de culpabilidad después. Ahora, ¿qué es la conciencia? Déjame pensar, no es sencillo, esto lo dejamos para otra reflexión.
Caracas, Septiembre 22 de 2014


El sentido de la vida
No me cabe duda que soy una persona que vivo adelantado a mi época. Debí nacer en un futuro donde la humanidad será atendida por robots que harán todo el trabajo para cubrir nuestras necesidades primarias y las personas se dedicarán al ocio, no al ocio en el sentido de vagabundería, sino me refiero en relación a actividades opuestas al negocio (no-ocio, el sucio trabajo a que nos obliga el pecado original). Dedicarse al ocio lo digo en el sentido de consagrarse a elevar el espíritu, esto es, vivir de regreso en el Paraíso bíblico.
Precisamente a eso me dedico, a cultivar mi espíritu, pero como todavía no hay robots que me mantengan, mientras tanto lo hace Inés que hasta ahora lo hace nada mal, si bien de vez en cuando se descarrila un poco. El trabajo casi siempre lo disfruté a lo largo de mi vida, especialmente disfruté el sentimiento de logro, el dinero era una consecuencia y no una meta en sí misma, pero cuando el trabajo no tiene propósitos precisos pierde todo atractivo y se vuelve una pesada y fastidiosa obligación, no tiene sentido. En cualquier caso, es más sabroso dedicarse a la vida libre… hasta donde se pueda.
Siempre he intentado buscar el sentido de las cosas y, una de las interrogantes cruciales para mí, cuando muy joven me pregunté sobre el sentido de la vida, tema muy complicado y nada fácil de responder, pero vivimos y no podemos evadir la pregunta. Es un asunto de fe, me comentaron algunos, entonces me arrodillé, abrí los brazos y esperé largo rato la revelación divina que resolviera mis preguntas, tenía la mejor voluntad de creer el mensaje que me diera luz, pero nada me llegó ni nadie me respondió, supongo que el Espíritu Santo estaba ocupado en otras cosas más importantes que atender a un desventurado muchacho.
Lo curioso de este asunto es que fue un curita filósofo, de la congregación jesuita, quien me estimuló a descubrir diferentes corrientes del pensamiento moderno. Descubrí el existencialismo y, más tarde, el marxismo. Me encontré con Kierkegaard, Dostoievski, Heidegger, Sartre, Camus, después con Freud, Marx, Engels, etc., viejos amigos de mis aventuras de asiduo lector.
En mis tiempos juveniles leí la novela “La Náusea”, de Jean Paul Sartre, que causó un enorme impacto en mi alma sensible y desorientada. Quizás ahora ya no sea tan sensible, pero sigo tan desorientado como antes. El personaje principal de la novela iba reflexionado a lo largo de la trama y descubría lo absurdo de la vida, la existencia sin sentido, hasta el punto de provocarle náusea la angustia existencial.
La novela desnuda la vida corriente de las personas que siguen una rutina, desarrollan los quehaceres con monotonía y evitan sentir intensamente la propia existencia. Eclipsan su propia existencia con las apariencias de éxitos y superioridad social. La vida la llevan según esquemas predeterminados que obedecen a los valores que impone la sociedad, la capitalista y la socialista.
En definitiva, la novela muestra el lado lúgubre e insípido de la vida, pero es una extraordinaria novela con un interesante relato que trasmite el pensamiento filosófico sartreano. Tuvo una influencia determinante en mí. Naturalmente que comencé a sentirme existencialista, me vestía como existencialista, mi corte de pelo era de existencialista, caminaba como existencialista y, sobre todo, era pobre como existencialista.
En aquella época ingresé a la Universidad Técnica de La Serena como existencialista, apenas tenía 16 años cuando empecé a estudiar ingeniería, y lo hice después de lograr el mejor puntaje académico en las pruebas de ingreso para aquella Universidad. Apenas lo noté, no era parte de mis preocupaciones, por lo demás, yo era el tontito de la familia.
Quise conocer más de esta filosofía y me conseguí el voluminoso libro “El ser y la nada”, ensayo de ontología fenomenológica, obra fundamental de Sartre. Fue una lectura heroica, lo leí cuidadosamente, pero fue muy poco lo que logré entender, pues es un libro muy técnico escrito para filósofos. En realidad no entendí nada, quizás por eso muchos años después en la playa le gritaba a mi hijo: nada, nada…
En todo caso, algo se me grabó, el hombre es libre, además, la existencia precede a la esencia, como dice Sartre. Vaya, esto es más sencillo de entender. El individuo nace como resultado de un acto ajeno a su voluntad, existe, pero después llega a ser como él mismo se concibe, alcanza su esencia, así entonces no es otra cosa que lo que él mismo se hace.
De manera que ahora ya me entiendo, he llegado a ser como soy, porque soy como soy. Está clarísimo ¿verdad?
Caracas, Octubre 20 de 2014


Recuerdos
Tengo una prima… bueno, en realidad tengo muchas primas, pero me refiero a una en particular que me recordó mi época de hipnotizador. En verdad no es exactamente lo que se llama una prima hermana, sino que ella es hija de una prima propiamente tal, es decir, sería algo así como una sobrina-prima o, mirado de otro punto de vista, habría que considerar que ella es nieta de una tía, o sea, sería más bien una especie de nieta-prima. Caramba, esto de los parentesco es muy complicado, el asunto es que ella es mi familiar por la línea de los Araya.
Ella me recordó cuando me dediqué a experimentar con la hipnosis. Fue la época de mi adolescencia cuando hacía poco tiempo que había fallecido mi padre, entonces en la familia buscamos cobijo en la religión católica. Precisamente lo hicimos en el momento en que llegó a la región un movimiento de misiones cristianas con curitas renovadores que salieron de las telarañas de las iglesias para acercarse directamente al pueblo.
Todas las viejas beatas del sector donde vivía, mujeres piadosas y otras no tanto, junto con unos pocos varones se reunían periódicamente en diferentes casas familiares para practicar la religión, ya sea para estudiar la biblia, hacer misas cantadas, actividades comunitarias, etc. En esas reuniones se compartía el té, galletas y tortas que con mucho esmero hacían las dueñas de casa. Los curitas jóvenes se dejaban querer y suspiraban para adentro para contener sus impulsos naturales freudianos.
Entonces los jóvenes de ese grupo decidimos crear un Centro Juvenil asistido por el padre Rossi, un singular curita jesuita, de origen italiano, profesor de filosofía del Seminario Conciliar que me inspiró la curiosidad para investigar otros senderos del pensamiento.
Los del Centro nos reuníamos en un salón del Colegio Santa Marta, ubicado en un paraje solitario que se llegaba después de cruzar un área sin iluminación, lo que antes se llamaba el arenal. En la noche sólo estaba la luz de la luna y las estrellas, y algunas parejas que por alguna misteriosa razón buscaban la oscuridad. Allí, en el salón prestado, hicimos una biblioteca con la colaboración de los vecinos.
En esa misma época llegó a la región un hipnotizador profesional que presentaba exhibiciones para mostrar su dominio espectacular sobre voluntarios del público que se dejaban hipnotizar. Era admirable la facilidad con que lograba sus propósitos, además, se rodeo de un grupo de muchachos aprendices que lo ayudaban en su función y ponían cara de encantadores de serpiente, con una mirada fiera para supuestamente penetrar en la conciencia del público.
Por supuesto que yo quedé muy impresionado y me hice el propósito de alcanzar tales superpoderes de hipnotizador. Me compré un libro sobre hipnosis y listo, manos a la obra. Practiqué un poco con la voz y me grabé varias expresiones sugestivas para hacer dormir a mis conejillos de India.
Un día, después de una reunión del Centro Juvenil en la noche, nos fuimos al arenal y en medio de la penumbra de la noche les explique a los muchachos y las muchachas sobre mis poderes mentales. Se ofrecieron varios voluntarios para experimentar y comencé mi sesión de hipnosis, era mi primera vez. Un, dos, tres… están profundamente dormidos, eran las palabras mágicas, entonces note que habían algunos supuestamente dormidos y recordé la prueba de golpear suavemente entre las cejas para ver algún gesto de pestañeo en caso de no estar dormidos de verdad. Había uno que efectivamente estaba dormido, luego lo hice despertar con delicadeza.
Este experimento lo repetí muchas veces y cada vez era más fácil hacer dormir a mi amigo voluntario y trasmitirle diversas sugestiones, por ejemplo, quemarlo con un cigarrillo y que no sintiese dolor. Naturalmente que la noticia se filtró y se difundió rápidamente en la tribu la idea de que realizábamos prácticas diabólicas. Alarmada mi mamá me pidió explicaciones y le dije que no era nada malo, que podía hacer una sesión en casa para que viera que no había nada extraño.
De hecho, no reunimos un grupo en casa junto con mi familia y yo ceremoniosamente puse actitud de hipnotizador, con los brazos arqueados y los dedos de la mano tensos apuntando hacia delante. Como no estaba mi amigo a quien siempre hipnotizaba fácilmente tenía esta vez a otro muchacho que por primera vez se ofreció como voluntario.
Después de muchos intentos finalmente logré hacerlo dormir, pero inmediatamente comenzó a temblar y la respiración cada vez era más agitada. Me asusté y traté de despertarlo. Tranquilo… tranquilo… a la cuenta de tres despierta… uno, dos y tres. Pero esta vez las palabras mágicas no resultaron. Entonces lo zarandee, le di bofetadas... y nada. A la media hora despertó sólo, todo desorientado y con cara de asustado. Nos explicó luego que él era enfermo del corazón.
Esa fue la última vez que hipnoticé a alguien… nunca más volví a ser hipnotizador y abandoné mis ilusiones de adquirir superpoderes para dominar el mundo. Antes que pretender dominar la conciencia de otros es más importante conocer la propia. Después, por la influencia del padre Rossi, descubrí el existencialismo de Jean Paul Sartre y me identifique con el protagonista de la novela “La Nausea”, Antoine Roquentin, un hombre reflexivo y solitario que siente intensamente el vacío y lo absurdo de la vida… pero esto es otra historia.
Hace poco estuve allí de vacaciones, junto con mi familia. Un día me crucé a la salida de la vieja casa con una persona que me saludó amistosamente y me preguntó si me acordaba de mis sesiones de hipnotismo en el Centro Católico. Lo miré con curiosidad e hice un esfuerzo por recordarlo, pero no me fue posible, era sencillamente una cara extraña. El tipo me miró decepcionado, hizo un gesto de desencanto y simplemente se fue, a pesar de mi intento para retenerlo. Es triste, estoy perdiendo la memoria y son pedazos de mi vida que se van quedando en el camino.
Caracas, Octubre 17 de 2014.


¡Qué soberbia!
Mis queridos(as) lectores(as), si queda alguno(a) todavía, hoy realicé mi control de peso, bajé un kilo después de mi esfuerzo a lo largo de una semana con estricta dieta alimenticia y ejercicios aeróbicos. De hecho, me dedico a caminar durante una hora con los primeros rayos del sol de la mañana, temprano cuando salen las muchachas a ejercitarse en el área del parque. La verdad es que las persigo, pero no las alcanzo nunca, sin embargo mi médico dijo que era bueno que lo hiciera, aunque sinceramente no me contestó cuando le pregunté que podía hacer si alcanzaba a alguna de ellas.
En realidad siempre he estado convencido de que no me sobra peso, sino más bien me falta altura. De hecho, mi hermano Pepe me llamaba desde muchacho “el chato”. En todo caso, estoy contento porque bajé un kilo de peso, esto quiere decir que en un mes bajaré 4 kilos, o sea, en 85 semanas llegaré a cero kilogramos, ¡en año y medio! Deducción del más puro razonamiento lógico inferencial, yo siempre he sido bueno para las matemáticas.
Este tipo de razonamiento es el mismo que se utilizó con el descubrimiento astronómico de Edwin Hubble acerca de que las galaxias estaban alejándose unas de otras y consecuentemente se dedujo, al imaginarse el movimiento a la inversa, que habría existido un momento en el pasado en que todo estuvo reunido en un punto, lo que Stephen Hawking llama una singularidad. A partir de ese punto se inició el tiempo, el espacio, la materia y la energía hace 13.700 millones de años, ¡una minucia!, el denominado Big Bang.
La expansión del Universo produce la sensación de que somos el punto central a partir del cual todo se aleja, lo que no es verdad, pero visto así se enaltece nuestro ego para atribuirnos una importancia que no tenemos. Del mismo modo la historia humana está llena de astutas interpretaciones que ponen lo propio al centro de todo, como los hebreos que se sentían el pueblo elegido a pesar de que vivían en tierras miserables y desérticas, o como los europeos que hasta hace poco se creían el epicentro de la humanidad, o como los que pensaban que la Tierra era el centro del sistema planetario con las estrellas girando alrededor.
No es sencillo aceptar que apenas somos un experimento evolutivo entre muchos otros, quizás algo más exitoso que los dinosaurios, al menos más afortunados hasta ahora, y que vivimos en el planeta Tierra que es tan sólo una pequeña roca, con algo de agua, que se mueve alrededor del Sol, y estamos ubicados en los bordes marginales de la Vía Láctea, en el brazo de Orión, algo así como quien dice “en un barrio pobre de la ciudad”. En esa posición gira el Sol con sus acólitos alrededor del centro de la galaxia, apenas como una pequeña mota de polvo en un apéndice de la galaxia. Se mueve a una velocidad de 250 Km./seg., ¡qué vértigo!
Con frecuencia nos olvidamos, o no lo queremos recordar para mantener nuestra autoestima, que nuestro Sol no es más que una humilde estrella entre varios miles de millones que existen en nuestra galaxia y que inexorablemente se apagará cuando se agote su combustible nuclear. De modo similar, la Vía Láctea es una galaxia entre otras miles de millones de galaxias en el Universo y que, además, está en vías de colisión con nuestra vecina Andrómeda que, por cierto, se acerca a nosotros a una velocidad superior a 300 Km./seg.
Sí, efectivamente las galaxias chocan entre sí. Además, las estrellas nacen y siguen naciendo del polvo estelar y después mueren con una explosión de supernova o se quedan como difuntas enanas blancas, si es que no se las traga algún agujero negro, un ávido e insaciable monstruo que devora todo objeto cósmico en su cercanía y que ni siquiera permite que se escape la luz.
En un momento de lucidez, que cada vez son menos, me he dado cuenta de que a pesar de toda esta colosal inmensidad, nos creemos únicos y especiales. Míseros de nosotros, estamos llenos de una soberbia con la que pretendemos salvar nuestro pellejo, incluso ofreciendo la vida de un hijo, como lo hizo Abraham, quien acepto sacrificar la vida de su primogénito Isaac para demostrar obediencia y salvarse él. Abrih, le dijo Dios, ¿te lo creíste?, no ves que sólo estaba jugando…
¡Ah, no!, yo no juego así, yo me bajo de este autobús. Y permítanme, para terminar, una pregunta irreverente: ¿Todo este desorden cósmico lo creó Dios? ¡Y a mí me dicen ocioso y desordenado!
Caracas, Octubre 02 de 2014.

miércoles, 26 de octubre de 2016

Iocus


Iocus (latín: broma) 

Recopilación) 


Alex Villanueva A.
Caracas, Octubre 2016.



Dormir como bebé


Hacía tiempo que no saludábamos a un amigo que se fue a Chile debido a la grave crisis política y económica en Venezuela. Nos dio mucha alegría saber de él y conocer lo maravilloso que están en ese lejano país, a pesar de los frecuentes desastres que los pone a prueba la naturaleza: terremotos, tsunamis, inundaciones, contaminación, heladas invernales, radiación ultravioleta, etc., aparte de los efectos de la política como la inmigración descontrolada, corrupción política, clientelismo electoral, tráfico de influencias, delincuencia desbordada, capitalismo salvaje, exclusión social, clasismo exacerbado, racismo encubierto, mixofobia, dipsomanía etc.

Bueno, Chile es el ejemplo del modelo económico de las grandes instituciones financieras internacionales, y no hay duda que sus índices económicos son buenos y los últimos gobiernos han tratado de darle al modelo económico un rostro más humano… y algunos también aprovechan de meter la mano, por supuesto.

- Estamos muy bien – dijo nuestro amigo – en los hipermercados hay de todo para comprar, hay arroz, aceite, azúcar, harina, carne, pollo, pescado, etc. Eso sí, aquí hasta para mear en los baños públicos hay que pagar, pero está limpios… y la gasolina cuesta un ojo de la cara, pues allá llenan el tanque 20 veces con lo que aquí vale un solo litro de gasolina, que aquí llaman bencina. Lo caro de la vida a veces no me deja dormir bien.

- Bueno, nosotros seguimos igual, sobreviviendo – le contestamos en el chat – a veces encontramos papel toilette, otras veces usamos los periódicos de propaganda del gobierno y nos da gusto usar en el baño la imagen de Maduro. Sin embargo, dormimos como un bebé.

- ¡Ah! ¿Sí? ¿Cómo es eso?
- Bueno, igual que bebé, despertamos cada 2 horas llorando y cagados.

                                                       *     *     *

Anécdota

¿Por qué será que siempre me están ocurriendo cosas extrañas y sin darme cuenta me involucro en problemas? Quizás mi vida despreocupada me lleva a situaciones insólitas que a veces unas son de hiel y otras de miel. De hecho, el otro día, sin que nadie me invitara, me fui a pasear por una cancha de golf, pues su paisaje me parece espectacular, inmensas extensiones de terreno con la verde grama y a lo lejos un hoyito con una banderilla.
Ocurrió que ese día estaban unas mujeres practicando lanzamientos largos y yo con displicente actitud las observaba en su actividad que me parecía bastante ridícula. En cierto momento me acerqué demasiado y pagué mi imprudencia con un tremendo golpe que recibí con una durísima pelota del carajo que me hizo gritar de dolor, instintivamente puse mis manos entre las piernas y me doblé en mi inaguantable sufrimiento.
Entonces llegó corriendo la dama culpable del accidente y con mucha preocupación me dijo: “Tranquilo, señor, yo soy fisioterapeuta y lo voy a atender”. Me tendió en la grama, introdujo con suavidad su mano por dentro de mi pantalón y comenzó a hacerme masajes que supongo son propios de sus habilidades profesionales. Después de un rato me preguntó: “¿Amigo, ya se siente mejor?, ¿se le pasa el dolor?”.
Mire usted – contesté - el dolor en la mano donde recibí el golpe no se me quita, pero el masaje suyo es espectacular, por favor, ¡siga, siga haciéndolo!...
Cosas de la vida.

                                                        *     *     *

Cuento del burro

Hoy amanecí contento, miré por la ventana hacia la piscina y vi un maravilloso día lleno de colores y un radiante sol que anuncia el nuevo día. Así son los días en este ambiente tropical. Me dije en mi interior qué afortunado soy, puedo disfrutar otro día, de inmediato me contesté a mí mismo que debería aprovechar el día en algo beneficioso, ¿pero beneficioso para quién? me objeté, y así estuve en un largo diálogo interior hasta que me fastidié y me regañé por mis cuestionamientos tan obtusos e interminables, pero de inmediato me contesté que es mi derecho a la libertad de pensamiento… y así me la he llevado durante toda la mañana, conversando y discutiendo conmigo mismo.
Cuando llegó mi hora de almorzar me acordé de mi dieta hipocalórica, un poquito de carbohidratos y proteínas sin grasas malas, vegetales con fibras, frutas y mucho agua, bebo mucho agua, de 2 a 3 litros diarios. Por supuesto, me ando meando a cada rato.
La dieta me recordó a mi compadre… sí, mi compadre, el que se fue al infierno. Él era una persona muy inteligente y siempre estaba haciendo experimentos. Una vez se le ocurrió experimentar con un burro y le disminuyó la comida a la mitad, luego que transcurrió una semana le volvió a rebajar la comida a la mitad de la anterior, hasta que un día logró mantenerlo sin que comiera nada. Sin embargo, un día el burro se murió. Muy molesto mi compadre le reclamó: Burro de mierda, ¡justo cuando aprendió a vivir sin comer se vino a morir!
Es una lástima que no haya logrado demostrar que se puede vivir sin comer. Ahora tengo la sospecha que era un experimento que secretamente el gobierno de Chávez le había encargado a mi compadre, pues tenemos unos cuantos años sufriendo de escasez de alimentos que ahora con Maduro se ha acentuado.
Durante 15 años estos gobiernos chavistas ha venido despotricando y maldiciendo contra los empresarios, y no es que ahora yo me las quiera dar de empresario, o de un burgués aristocrático, cuando por el contrario, no tengo donde caerme muerto, razón por la cual todavía no me quiero morir.
De tanto criticar a los empresarios, acusándolos de explotadores, corruptos, especuladores, pro-imperialistas y sinvergüenzas, porque así lo demanda la revolución, se han cerrado muchas empresas y otras producen por inercia a media marcha por falta de dólares para importar los insumos requeridos. Algunas empresas expropiadas o intervenidas se han llenado de gente, no producen o mal funcionan por falta de gerencia, las industrias estatales del acero y del aluminio están en el suelo, las inmensas centrales hidroeléctricas funcionan de manera irregular, etc.
Así han ido destruyendo el tejido industrial del país, sin darse cuenta que, por ejemplo, la falta de tinta impide hacer las etiquetas de los productos finales, la falta de cartón no permite el empaque, la falta de pegamentos, alambre, aluminio, papel, repuestos… etc., etc.
Al tontón de Maduro le echan la culpa de la crisis, pero esta situación es la consecuencia del modelo económico que traemos de Chávez, absolutamente inviable, que ha podido mantenerse mientras había suficiente dinero del petróleo para estar de parranda, pero ya no alcanza para tanta fiesta ni para regalar a los chulos de Petrocaribe, ni del Alba.
Como el gobierno chavista es humanista, entonces para satisfacer la demanda de la población simplemente fabrican más billetes, al que incluso llamaron bolívar fuerte, una burla de los jerarcas del gobierno, ya que ahora el billete de mayor denominación es equivalente apenas a 1 dólar de los que pueden conseguirse en Cúcuta. El circulante monetario prácticamente se duplica en año y medio, actuando naturalmente como la fuente de la inflación, los alimentos han subido 90% en los últimos 12 meses, pero el gobierno dice que es debido a la especulación y la guerra económica del imperialismo.
Es muy sencillo ganar las simpatías de la población mientras se regala de todo a cuenta del chorro petrolero, pero esto se acaba debido a la ineficiencia a todo nivel y la voracidad de la corrupción, ya no hay tanto dinero ni se cumplen las promesas. Entonces, ¿qué pasará con la revolución de los lambucios?
Mientras tanto se reparten en la escuelas millones de libros y libras, como dijo Maduro, para enseñar la historia a su manera y practicar el culto a personalidad del comandante eterno, Hugo Chávez, el gigante. Claro que es el gigante, me refiero al gigante desastre que hay en el país.
Lástima que mi compadre no pudiera terminar con éxito su experimento para que entretanto pudiéramos vivir como el burro, sin comer.

                                                        *     *     *

Un sueño

Yo tengo un sueño, así dijo Martin Luther King en su famoso discurso del año 1963 delante del monumento de Abraham Lincoln, en Washington, en defensa de los derechos civiles para los negros en los EE.UU. Entre otras cosas expresó: ¡Hoy tengo un sueño! Sueño que algún día los valles serán cumbres, y las colinas y montañas serán llanos, los sitios más escarpados serán nivelados y los torcidos serán enderezados, y la gloria de Dios será revelada, y se unirá todo el género humano.
Los sueños míos quizás no tienen mucho de trascendentes, pero son mis sueños y los disfruto a mi manera. De hecho, anoche tuve un sueño, soñé que éramos un grupo de gallinas que competíamos para poner el huevo más grande, entonces yo comencé a pujar y con mucha fuerza logré poner un huevo bastante grande que asombró a las demás gallinas. Todas comenzaron a gritar: ¡Que ponga otro huevo, que ponga otro…!
Empecé de nuevo a pujar, ésta vez con más fuerza, entonces algo me remeció bruscamente y escuché el grito: ¡Alito, despierta! Te estas cagando en la cama… Era Inés, por supuesto, sacándome de mis sueños.

                                                        *     *     *

El infierno

Parafraseando a Martin Luther King, yo tengo un sueño. Sí, hoy tuve un extraordinario sueño. Mientras dormía tuve el sueño de que me había muerto, estaba muerto de verdad, entonces llegué al infierno y, haciéndome una importante distinción, me recibió directamente el propio Satas y muy cordialmente me invitó a pasar al oscuro infierno mientras me explicaba:
-        -     Mira, muchacho, puedes pasar al salón principal donde van los residentes de todas partes del mundo, es el área general.
-         -   ¿… y qué me harán allá? – pregunte muy asustado.
-        Tranquilo, chico, allí te vamos a despellejar con agua caliente y después te ponemos a hervir en aceite.
-       -    … y… y Sr. Sata, dígame… ¿para qué es esa tremenda fila de personas que está allá? – pregunté todo tembloroso.
-         - ¡Ah, sí! Esas personas están esperando para entrar al área de los venezolanos.
-         - ¡Satita, yo soy venezolano! ¿Y qué le hacen allá a las personas?
-          - Bueno, también los despellejan con agua caliente y los fríen el aceite hirviendo.
-          - Entonces, ¿cuál es la diferencia?
-          - Es que allá, en el sector venezolano, casi nunca hay agua y el aceite no se consigue.
Sentí una enorme alegría cuando desperté, me levanté y por supuesto que no había agua para bañarme, me fui a hacer la cola en el supermercado y me sentiré muy reconfortado cuando me digan después de 5 horas de espera que no hay azúcar, no hay arroz, no hay pasta… y especialmente no hay aceite. ¡Qué alivio, no hay aceite! ¡Dichosos nosotros los venezolanos!

jueves, 1 de septiembre de 2016

Navegando en la filosofía - II


Navegando en la filosofía - II.

 (Recopilación)


Alex Villanueva A.
Caracas, Agosto 2016.

Jean Paul Sartre
Lo supe más de un año antes, fue una larga enfermedad que consumió lentamente a mi padre. Estuve a los pies de su lecho cuando dio su último suspiro, Doris cerró suavemente sus ojos y un tenso silencio inundó el dormitorio, tenía apenas 13 años de edad. Me invadió un sentimiento de angustia y sentí un profundo desamparo que me llevó tiempo después a refugiarme en la religión a través de las llamadas misiones católicas, movimiento que llegó a mi pueblo y arropó a muchas viejas beatas entre las que estaba mi mamá. Allí conocí a un interesante cura que era profesor de filosofía en el Seminario Conciliar de La Serena; él fue quien me motivó a no tener anteojeras en el pensamiento y abrirme a leer incluso sobre el existencialismo y el marxismo.
Así descubrí el libro “La náusea” de Jean Paul Sartre. El protagonista es un tal Roquetin que siente que vive en un mundo vacío y le asombra que los demás no adviertan lo absurdo de las cosas y de la cotidianeidad de la vida. Un día en un parque tiene una visión acerca del profundo significado de existir, que es y que no es nada a la vez, y llega a entrever que acaso pueda otorgarle un sentido a su propia vida, sin sentido como la de todos los hombres.
Me identificaba tan profundamente con el personaje de la novela que me envolvió una terrible ansiedad y una insondable soledad que expresaba mi desconcierto sobre el sentido de mi vida y la incertidumbre de mi futuro. Observaba que mi abanico de posibilidades no era muy amplio, entonces la opción que elegí fue ingresar a la Universidad, a una carrera de estudios técnicos, cuando tenía 16 años. Dicen que era buen estudiante, entré a esa Universidad con el mejor puntaje en el examen académico de ingreso.
Volviendo a Sartre, me recuerdo que en aquella época su filosofía existencialista estaba en boga en Europa, pues representaba la rebeldía juvenil y la libertad en su más amplio sentido. Quise entender más del autor y leí su extraordinario libro autobiográfico “Las palabras”. Es un conmovedor relato de su infancia y su entorno, crudo y sin pudor expresa sus miedos, sus afectos, sus miserias y su amor a la lectura que lo lleva más tarde a elegir transformarse en un escritor compulsivo.
Un día me propuse conocer más acerca de su filosofía existencialista y qué mejor que indagar en su obra fundamental “El ser y la nada”. Es un libro de casi 400 páginas y para leerlo hice un esfuerzo monumental, pero lo confieso ahora, no entendí nada. Es una experiencia alucinante, y muy frustrante, por supuesto; mientras tanto vestía como existencialista, comía como existencialista y sufría como existencialista.  Al menos del título del libro me quedó “la nada”, en cuanto a “el ser” es más complicado todavía, pues Sartre en su teoría ontológica divide la realidad en “el ser-en-sí” y “el-ser-para-sí”. ¿Se entiende? Años después creo que algo he logrado entender, vamos viendo.
El “ser-en-sí” es el ser de las cosas, de los objetos, de las realidades no humanas. El “ser-para-sí” es el ser de las personas, en tanto que subjetividad dotada de conciencia y libertad. Entonces, la parte que va más allá de las cosas es la subjetividad, hasta el punto de que somos conscientes de sí mismo. Por ejemplo, si miramos un objeto cualquiera podremos después recordar haberlo mirado, centrar la vivencia en el objeto mismo, pero también somos conscientes de nosotros mismos mirando ese objeto, esto es la autoconciencia.
Sartre considera que esta presencia de la autoconciencia, conciencia de sí misma, es un rasgo básico del “ser para-sí”. Ahora, que esté la conciencia presente ante sí misma sólo es posible con una cierta separación en el interior de la conciencia, pues para el conocimiento de uno mismo se requiere observarse desde alguna distancia.  Eso que separa a la conciencia de sí misma es un no-ser, es la nada. El hombre se convierte así en el ente por el que la nada adviene al mundo. Esta nada presente en el interior del hombre es lo que le hace ser libre, le permite estar abierto siempre al futuro y nunca identificarse completamente con su ser actual. En otros términos, Sartre dice: “estamos condenados a ser libres”.
Este es el origen del principio existencialista: “la existencia precede a la esencia”, esto es, el hombre no tiene ser, por lo que sólo le cabe hacerse y ser aquello que ha querido ser. Esta consciencia de libertad absoluta es la que da lugar a los sentimientos de angustia, desamparo y desesperación.
Para Sartre el hombre empieza por existir, es arrojado en el mundo, y que sólo después se define. El hombre empieza por no ser nada, sólo será después, y será tal como se haya hecho. Así, entonces, no hay naturaleza humana, porque no hay Dios para concebirla. El hombre es el único que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere; el hombre no es otra cosa que lo que él se hace. En este sentido, una de las frases más hermosas que ha expresado Sartre señala que: “Lo importante no es lo que han hecho de nosotros, sino lo que hacemos con lo que han hecho de nosotros”.
El concepto de libertad de Sartre es tan radical que niega cualquier tipo de determinismo, pues somos lo que hemos querido ser y siempre podemos dejar de ser lo que somos. Es nuestra libertad la que elige. Por tal motivo cuestiona conceptos del psicoanálisis de Sigmund Freud en cuanto a que considera que la persona adulta no puede ni debe estar defendiendo sus defectos en hechos ocurridos durante su infancia, ya que eso sería autoengaño y falta de madurez.
A pesar que sólo he comprendido algo de la filosofía existencialista a lo largo de mis años, no niego la enorme influencia que ha tenido en mí, quizás exacerbando mi conciencia de individuo y el sentimiento de libertad, lo cual me hace responsable a mí de sí mismo y de mis actos.
De modo similar tuve admiración por la pareja de Jean Paul Sartre y  Simone de Beauvoir, quienes mantenían una relación abierta y cuya convivencia duró toda la vida. Ellos marcaron una época quizás representada por los ojos bizcos de él y por el movimiento estudiantil rebelde del mayo francés de 1968 que remeció los cimientos de la sociedad francesa.
Sartre sorprendentemente rechazó el premio Nobel de Literatura que le otorgó la Academia Sueca en el año 1964, pues declaró que era una manera de decirle a él "finalmente es de los nuestros". En este sentido me parezco bastante a Sartre, yo también rechazaría el premio Nobel, no me gusta Suecia porque allá hace mucho frío.
Caracas, Junio 09 de 2016.


Inmanuel Kant
¡Sapere aude! ¡Atrévete a pensar!  ¡Ten valor para servirte de tu propio entendimiento! Así decía Kant, parafraseando al poeta romano Quinto Horacio, para referirse a aquellos que por pereza y cobardía prefieren seguir siendo menores de edad. En todo caso, ahora es peor, pues pensar se ha vuelto sinónimo de ociosidad en el peor sentido de la palabra. En mi último empleo mi jefe me preguntó qué estaba haciendo, le contesté con la mirada puesta en el infinito que estaba pensando, fueron mis últimas palabras en esa empresa, me botaron. ¡Y qué decir de Inés!, cuando llega del trabajo a casa me pregunta qué he hecho durante el día, entonces cuando le digo que he estado reflexionando se desboca con un largo torrente verborreico sobre lavar los platos, fregar el piso, lavar los baños, etc. ¡Caramba, qué difícil es ser filósofo!
Claro, Inmanuel Kant (1724-1804) fue un filósofo en la época de la Ilustración y seguramente nunca tuvo que lavar un plato, pero sin duda que fue un pensador muy influyente en la Alemania de su época y hoy en día sigue teniendo una gran influencia. Escribió, entre muchos otros, un destacado libro, Crítica de la razón pura, donde expone los alcances y límites de la razón, y es calificado generalmente como el inicio de la filosofía contemporánea.
¿Qué puedo saber? se preguntó Kant en plena época del iluminismo, cuando se señalaba a la razón como la luz del poder que organiza toda la realidad. Ya decía Descartes “pienso, luego existo”, expresión que es el cimiento del racionalismo occidental, en tanto que, por el contrario, el filósofo inglés David Hume (1711-1776) sostenía que todo conocimiento se origina en la experiencia sensible y es la única fuente del mismo, sin la cual no se podría saber nada. Se entendía que había sólo una fuente del conocimiento, la razón para unos, y la experiencia para los otros.
Kant tiene la originalidad de plantear una suerte de síntesis entre el racionalismo y el empirismo de tales pensadores y formula el denominado giro copernicano, en el sentido similar a cómo Copérnico cuando no lograba explicar el movimiento de los planetas en torno a la tierra, entonces planteó que el espectador era quien giraba en torno al sol, que todos los planetas giraban alrededor del sol.
Para Kant el conocimiento se logra con el apoyo de la razón y la experiencia, pero centrado en el sujeto, no que el objeto adecúe al sujeto según indicaba la tradición filosófica, sino a la inversa. Con los sentidos recibimos los datos de la realidad, los sometemos a las formas intuitivas del espacio y el tiempo y, luego, con el entendimiento los ordenamos mediante conceptos generales, categorías a priori, que son algo así como nuestro software básico, digamos el sistema operativo base, con lo cual se produce un proceso configurador de la realidad.
Así entonces, según Kant, la única forma posible de conocimiento de la realidad es la de los fenómenos, esto es, de aquella parte de la realidad que la percibimos a través de la experiencia humana con nuestros sentidos. Lo que es la realidad “en sí misma”, el neúmeno en terminología de Kant, independientemente de nuestra manera de abordarla, es algo que está fuera de nuestro alcance. Esto es, vemos las cosas no como son, sino como somos nosotros.
Me parece interesante una analogía que da cuenta gráfica de este planteamiento: Imaginemos una persona que está pescando en el mar con su red y observa que todos pescados que recoge son mayores que 15 centímetros, entonces podría deducir que en el mar solamente hay peces mayores a 15 centímetros de longitud, sin embargo, más razonable sería entender que la red está tejida con aberturas de 15 centímetros y que no puede capturar peces de menor medida. Así es la mente, como la red del pescador, cuya estructura cognoscitiva sólo permite capturar partes de la realidad (los pescados) que la conocemos siempre referidas a la red, pues la estructura de la red equivale a la estructura mental. En definitiva, no podemos pescar sin red, así nuestro conocimiento está configurado por nuestra red mental y está siempre referido solo a los fenómenos es decir, sólo a las manifestaciones de la realidad que logramos percibir. Nunca podremos saber del todo cómo son las cosas “en sí”, sólo podemos saber cómo las cosas aparecen ante nosotros.
De este modo, creo que la conclusión de Kant respecto a las posibilidades del conocimiento humano es definitivamente dramática, no tenemos forma de saber si las cosas son como las percibimos e interpretamos, estamos condicionados por nuestros sentidos y la estructura de nuestra razón. Esto es idealismo filosófico que se centra en el sujeto y subalterna la realidad.
Para que haya conocimiento debe existir un contenido empírico resultado de la experiencia posible, todo nuestro conocimiento comienza por los sentidos, pasa de éstos al entendimiento y termina en la razón, caso contrario, nociones metafísicas como Dios y el alma son conceptos puros de la razón sin contenidos, pues están vacíos de datos de los sentidos. Así entonces, la razón pura encontrará argumentos para aceptar y para negar su existencia sin un efectivo soporte, esto es el agnosticismo kantiano, es inaccesible el conocimiento de Dios y el alma.
Me parece, finalmente, que es una paradoja que una mente abierta sea en realidad una mente cerrada, me refiero con una red cerrada en su tejido para que percibas mayores detalles de una realidad de la cual nunca estamos completamente seguros, en tanto que una mente cerrada es una que tiene una red tan abierta que de nada te enteras y nunca comprenderás por qué las ciruelas negras son rojas cuando están verdes. Vaya trabalenguas.
De todas maneras: ¡Atrévete a pensar!  ¡Abre tu mente y cierra la red de pescar!
Caracas, Agosto 02 de 2016.


Hegel
Tenía la idea de que iba a solucionar mis problemas en la medida que me introdujera en la filosofía, pero cosa curiosa, ahora tengo más problemas derivados precisamente de la filosofía. Yo pienso, luego existo, dijo René Descartes, o sea, si no pienso, entonces no existo. ¡Vaya problema! Pero ahora mis problemas son de otro tipo, los cuales en “realidad” diluyen mis conflictos cotidianos.
A propósito, ¿qué es la realidad? Buena pregunta. Siguiendo el sentido común, una cosa es real si es una sustancia independiente de otras, entonces la realidad es un conjunto de sustancias que se pueden relacionar entre sí y no pasa nada, por ejemplo, aquí yo tengo una silla, una mesa, un teléfono, etc., cosas que están organizadas de determinada manera en torno a mi espacio y yo las veo, las siento y sin mayor razonamiento sé que existen. Sin embargo, nuestro amigo Kant nos pone en duda este conocimiento, pues dice que la realidad es incognoscibles, no se puede ir más allá de los sentidos ni más allá de la comprensión.
Sólo entendemos lo que se nos aparece, el fenómeno, pero no lo que es la cosa en sí misma, la esencia de ella o el noúmeno. Por ejemplo, yo veo en mi ventana una hermosa rosa roja, pero su tonalidad va de rojo intenso a pálido, dependiendo de la intensidad del sol será el reflejo de la luz del sol desde la rosa y que luego incide sobre mis bellos ojos, enseguida mis ojos trasmiten señales por el sistema óptico a mi cerebro que construye una imagen de aquella rosa de acuerdo a ciertas conexiones sinápticas. Entonces, si su color es un reflejo de la luz, esto significa que la rosa es en verdad de todos los colores, los cuales absorbe, todos menos el color rojo que lo emite por reflexión. Más aún, si percibiera la rosa con ojos de mosca seguramente la vería de manera muy diferente. En definitiva, siguiendo a Kant, el conocimiento de la realidad está mediado por nuestras condiciones subjetivas y las limitaciones de la razón, el conocimiento es subjetivo.
Para Hegel el problema es haber creído que existen las sustancias en sí mismas, digamos la realidad objetiva en sí, y plantea su original enfoque: la realidad es un conjunto de relaciones. Según este modo de ver, Hegel no sostiene que no haya sustancias o cosas, sino que éstas sólo constituyen un aspecto abstracto de algo que luego, considerado concretamente en toda su realidad plena, se desplegará en una vasta trama de relaciones. 
Así entonces, las cosas no tienen realidad más que en y por sus relaciones recíprocas. Una cosa en sí es una noción confusa y absurda. Las cosas de la realidad tienen sentido en el conjunto de relaciones, en una compleja trama de referencias. Por ejemplo, yo no soy nada considerado aisladamente, despojado de mis vínculos, pero sí puedo definirme en función de mis relaciones familiares, en función de mis relaciones de amistad, en función de mis relaciones laborales, etc. Es decir,  todo lo que yo soy se da en relación con otros, sin mis relaciones sería nada en la perspectiva de Hegel.
De manera que cualquier cosa o pensamiento, en cuanto se considera por sí mismo, separado de sus relaciones, resulta contradictorio puesto que termina por anularse, en cambio tiene sentido sólo en relación con otras cosas o pensamientos. Así, “algo es” (tesis) en tanto se constituye en función de “aquello que no es”, de las otras cosas, es decir, en cuanto se opone a “aquello que no es” (antítesis). La tesis no es suprimida al negarse como independiente ya que se pone en relación con otras cosas, sino que por el contrario, se afirma y se realiza a través de su negación en una unidad superior (síntesis) de la que ella misma y su contraria son parte integradora.
Este especial tipo de relacionismo es la dialéctica, constituida entonces por tres momentos, que Hegel llama afirmación, negación y negación de la negación (tesis, antítesis y síntesis). La dialéctica es entonces para Hegel no sólo un método de conocimiento, sino que constituye la estructura misma de la realidad, integrada por oposiciones, por contrastes, por tensiones entre opuestos. La realidad es un conjunto de relaciones dialécticas.
Hegel intenta comprender dialécticamente la historia y para ello somete todo su cuerpo doctrinal a los sucesos históricos de cada época. Señala que la historia es un desarrollo dialéctico permanente que se da por medio de afirmaciones, negaciones y superación de las negaciones, y se repite el ciclo de negaciones y conciliación que contiene los antagónicos. Así la historia avanza con nuevas formas históricas que niegan las antiguas.
También la historia del pensamiento, o de la razón, viene fluyendo de las tradiciones anteriores y al encontrarse con las condiciones de la época vigente determinan otras formas de pensar. De manera que no se puede afirmar que una idea sea correcta para siempre, pues dependerá del contexto histórico. Hegel señaló que la razón es algo dinámico, porque no existe ningún criterio fuera del propio proceso histórico que pueda decidir lo que es lo más verdadero o lo más razonable.
En este sentido, la razón es progresiva, es decir, el conocimiento del hombre está en constante ampliación y de esa manera progresa. Según Hegel, la humanidad se mueve hacia una racionalidad y libertad cada vez mayores, lo cual quiere decir que la evolución histórica, a pesar de todos sus rodeos, avanza.
Se puede observar que cualquier idea se sustenta sobre la base de otra idea anterior. Así, en cuanto se presenta una idea, ésta será contradicha por otra, produciéndose una tensión entre ambas. Esta tensión se anulará en cuanto surja una tercera idea que recoja lo mejor de los puntos de vista de las dos precedentes. A esto Hegel lo llama evolución dialéctica.
En consideración a estos planteamientos de Georg Wilhelm Friedrich Hegel (Prusia, 1770-1831) es considerado el más importante representante de la cumbre del idealismo filosófico alemán (Descartes, Spinoza, Hume, Kant, Hegel) y como un revolucionario de la dialéctica, que habría de tener un impacto profundo en el pensamiento de Karl Marx.
Efectivamente, Karl Marx fue el más brillante protagonista de la izquierda hegeliana. El concepto fundamental que Marx toma de Hegel es la dialéctica y asocia el concepto de negación con el proletariado, quien va a negar a la burguesía. Negar la burguesía es eliminarla a través de una revolución que va a instaurar una sociedad sin clases, una sociedad en la cual no va a haber explotación del hombre por el hombre.
El materialismo histórico es la concepción que Marx tiene de la historia. Esto es, estudia lo concreto de la historia: las relaciones de producción, las clases sociales, los conflictos sociales, las relaciones políticas, los conflictos políticos, etc.
En resumen, la burguesía ha negado al feudalismo, pero ha generado el proletariado. El proletariado, a su vez, negará a la burguesía y, finalmente, habrá una síntesis donde ya no habrá clases sociales… ¿y después?, ¿cómo sigue avanzando la dialéctica?, ¿qué pasa con la historia?
Estamos en un momento histórico muy curioso, donde el pronóstico de Marx de transitar desde el capitalismo al socialismo no tiene ninguna claridad, ni el proletariado ha logrado enterrar a la burguesía. Más bien se aprecia que el socialismo actual se parece más al capitalismo en cuanto a la economía de mercado, como es el caso de China y Vietnam, en tanto que el capitalismo se parece cada vez más al socialismo en tanto distribución más justa del bienestar social, como es el caso de los países escandinavos, entre otros Dinamarca, Noruega, Suecia y Finlandia.
En Venezuela hemos hecho la más extraordinaria síntesis de los modelos socio-económicos, hemos tomado lo más depredador del capitalismo y lo más denigrante del socialismo, con un aderezo de sabor tropical, para tener el modelo chavista de la sociedad en vías de la más completa anarquía y corrupción. ¿Esto será un simple rodeo de la historia, como decía Hegel, y algún día verdaderamente vamos a avanzar?  ¿Adónde se habrá escondido, en nuestro caso, la racionalidad de la historia?
Caracas, Agosto 11 de 2016.


Heidegger
En mi vida cotidiana me encuentro con muchas cosas: mesas, sillas, árboles, números, ficciones, etc. Puedo decir “esto es una mesa”, “esto es una suma”, “esto es un fantasma”, es decir, son cosas que tienen la característica de “ser” y se definen como entes, así como presidente que tiene la condición de presidir, o disolvente de disolver, o dirigente de dirigir, entonces los “entes” tienen la común condición de “ser”.
Martín Heidegger (1889, 1976), uno de los filósofos más importantes y controvertidos del siglo XX, precisamente vuelve a replantear la interrogante de los griegos acerca de ¿qué es el ser?, ¿qué quiere decir ser?, ¿por qué es el ser y no más bien nada? Este es el tema de su libro más importante, “El ser y el tiempo”.
Hasta Hegel la filosofía se había centrado en el sujeto pensante. La fuente del saber estaba justificada en la razón como lo fundamentara René Descarte con su famosa frase “yo pienso, luego existo”. En esta subjetividad se alza la realidad y se sostiene la autonomía del hombre, quien encuentra la seguridad en sí mismo en su razón, mediante la cual se dedica al dominio de la naturaleza. Esta subjetividad, como la denomina Heidegger, llega a su fin con Hegel.
El hombre actual que presume de su poder, de ser capaz de dominar y producir todo. Sin embargo, la existencia (la mía y la de cada uno) es un hecho que se impone, que no hemos decidido, nadie nos ha preguntado si queríamos existir, y no tenemos poder alguno sobre tal hecho. Antes de cualquier decisión nuestra, ya estamos arrojados a la existencia, nos encontramos con este hecho inexplicable: existimos.
A la pregunta ¿por qué existo? no puedo decir nada, me refiero a una respuesta fuera de la religión, entonces me tengo que limitar al hecho de mi existencia. De manera que la razón, ese poder que el hombre tanto enaltece, es incapaz de dar cuenta de este hecho que es cada existencia, con lo cual se derrumban aquellas pretensiones de poder absoluto que el hombre se atribuía a sí mismo.
Esta filosofía de la existencia es una filosofía cuyo punto de partida ya no se encuentra en la subjetividad, sino en la existencia concreta de cada uno, con su carácter intransferible, incierto, contradictorio, y dramáticamente expresado en sentimientos de soledad, abandono e impotencia cuando el individuo se piensa sí mismo.
Para Heidegger la filosofía de la existencia no es la meta de su obra, sino un punto de partida para abordar el tema principal que le preocupa, el asunto del “ser”. En este sentido, sostiene que la tradición de la filosofía más bien se ha referido al  “ente”, provocando lo que Heidegger llama el “olvido del ser”.
Quizás de un modo oscuro, aún sin conceptualizar, sabemos de antemano que significa “ser”. Podemos dudar acerca de si un ente determinado es o no es, y podemos equivocarnos acerca de si es así o no lo es, naturalmente porque distinguimos entre ser y no-ser. Lo importante de esto es que el comportamiento del hombre depende del "ser" del ente de que se trate, pues su actitud varía según se refiera a otro hombre, o a un dios, o a un paisaje, o a un negocio, o a un martillo, o a una sinfonía, y el comportamiento difiere porque cada uno de estos entes tiene una diversa forma de "ser".
Cada hombre en su individualidad es algo diferente a los demás, y muy diferente del hombre de otras épocas y culturas, ello ocurre precisamente porque es diferente la respectiva comprensión del ser. Así, de la manera cómo cada hombre y cómo cada época histórica comprenden el ser dependen en definitiva todas las decisiones fundamentales que definen la existencia humana.
En este sentido el ser nos condiciona, nos define, nos hace ser lo que en cada caso somos. Por lo tanto, somos nuestra comprensión del ser de acuerdo a la respectiva época y cultura en que vivimos. De modo que la pregunta por el ser puede aclarar el sentido de una época histórica. Esto nos señala la importancia de preguntar qué es el ser.
Pero entonces, ¿hacia dónde dirigir la pregunta por el ser? Sólo a un ente, a un ente que se diferencia de todos los demás, el hombre, pues es el ente que se distingue por la comprensión del ser. Heidegger lo designa con el término “Dasein” que literalmente equivale a "ser-ahí", puesto que el hombre es el lugar figurado del ahí, donde el "ser" se manifiesta, puesto que el hombre es comprensión del ser.
El Dasein se caracteriza fundamentalmente por la existencia, esto es, no tiene un ser acabado, no es algo hecho o concluido, sino algo que cada uno, en cada caso, se tiene que hacer; es un proyecto. El carácter "abierto" del hombre en su existencia significa que el Dasein no puede entenderse como sujeto aislado, a la manera del yo pensante cartesiano encerrado en sí mismo con sus propias reflexiones.
La esencia del Dasein se funda en su existencia. Heidegger reserva el término existencia exclusivamente para designar el ser del hombre, el modo cómo es el Dasein. Entonces podrá decir que sólo el hombre existe. Las piedras, los animales, etc., no existen, lo cual, como es obvio, no quiere decir que no los haya, sino que su modo de ser no es el existir.
Decir que el hombre existe significa que se distingue de las cosas justamente por el hecho de estar referido a posibilidades, el Dasein está arrojado hacia sus posibilidades, nosotros somos posibilidades. Una piedra nunca va a ser otra cosa más que una piedra, pero un ser humano está abierto a sus posibilidades.
Ahora, hay una posibilidad que está en todas y cada una de esas otras posibilidades, es la posibilidad de morir. Aunque en realidad, dice Heidegger, el hombre se pasa la vida tratando de ocultarse y de que le oculten que es un ser para la muerte, que va a morir. Sin embargo, el ser del Dasein es ser para la muerte, inexorablemente va a morir, pero el hombre quiere frenarla, quiere negarla, y se entrega a lo que Heidegger llama "la existencia inauténtica".
Así entonces, el Dasein inauténtico se entrega a lo que está determinado desde afuera, vive en un modo de pasividad. Él hace lo que se dice, lee lo que se lee, opina lo que se opina y así está inmerso en el mundo de lo anónimo para ser uno más y no pensar por sí mismo. La muerte es algo que les ocurre a otros, la muerte está fuera, ignorando que la muerte, inexorablemente, va a ser una experiencia propia y que nadie puede morir por él.
En cambio, el fundamento de la existencia auténtica es enfrentar y aceptar esa finitud de la vida. El Dasein auténtico sabe que va a morir, sabe que es ser para la muerte y lo acepta. Y eso le da densidad a su existencia, eso le da autenticidad. A partir de esa aceptación, él es él, en consecuencia, elige lo que quiere leer, habla de lo que quiere hablar, pero lo fundamental es que enfrenta la angustia que le produce el hecho de que nadie puede morir por él.
Heidegger califica como lo más perverso del mundo de la inautenticidad a la publicidad, ya que ésta consiste en mentir para que el consumidor compre, le dice cómo él tiene que ser, qué tiene que vestir, qué tiene que comer, a quién tiene que votar, etc.
Del mismo modo, señala también como un elemento fundamental de la existencia inauténtica a la avidez de novedades. Hay que despertar la avidez de novedades y así nunca el hombre va a profundizar en algo, sino va a pasar de una cosa a la otra de manera superficial.
Otra cosa que señala Heidegger como típica de la existencia inauténtica son las habladurías. Hoy esto lo facilitan las redes sociales de internet, Twitter, Facebook, WhatsApp, etc., son poderosos creadores de habladurías, del "se dice" que repetimos sin reflexionar ni ser críticos, renunciamos a buscar nuestra propia voz… vivimos la cultura del copy&paste o el retweet.
En definitiva, el Dasein auténtico sabe que va a morir, pero eso no le impide vivir. Incluso puede vivir con más alegría, con más plenitud y eso es lo que tenemos que hacer, sabiendo lo que nos espera, no ignorándolo.
He referido que según Heidegger la esencia del hombre es la existencia, en el sentido de poder ser en el mundo de las cosas y de otras personas, abierto a sus posibilidades. Entonces, quizás, mis queridos lectores, si es que todavía queda alguno, podamos parafrasear a Shakespeare diciendo: ser o no ser auténticamente, he aquí la cuestión.