jueves, 17 de septiembre de 2009

La Ley de Educación en Venezuela

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La nueva Ley Orgánica de Educación promulgada por la Asamblea Nacional en Agosto pasado, con un cuestionado procedimiento que se llevó a cabo y una discusión de los parlamentarios de inusitada rapidez, deja el amargo sabor de una nueva imposición del gobierno que se considera la vanguardia de una supuesta revolución que quiere imponerse sobre los disidentes, a quienes considera sus enemigos políticos – no adversarios – y busca aplastarlos con todo el peso de su poder.

Esta ley de educación es un complejo entramado que mezcla declaraciones generales con intercalaciones que asoman los afanes de control político e ideológico del gobierno. Por ejemplo, nadie podría criticar los valores rectores de la educación cuando se expresa en el Art. 3: “…se establece que la educación es pública y social, obligatoria, gratuita, de calidad, de carácter laico, integral, permanente, con pertinencia social, creativa, artística, innovadora, crítica, pluricultural, multiétnica, intercultural, y plurilingüe”. Sólo falta que se cumpla, casi nada.

Pero poco más adelante, en el Artículo 6 referido a las competencias del Estado, entre otras cosas se señala que: “… (El Estado planifica, ejecuta, coordina políticas y programas) para alcanzar un nuevo modelo de escuela, concebida como espacio abierto para la producción y el desarrollo endógeno, el quehacer comunitario, la formación integral, la creación y la creatividad, la promoción de la salud, la lactancia materna…

Cabe preguntarse si realmente los legisladores de la majestuosa Asamblea Nacional entienden lo que escriben, porque es muy difícil entender que ahora las escuelas serán espacio para que alguien - supuestamente los alumnos y los docentes - los utilice para la producción y el desarrollo endógeno, pero ¿producción de qué?, ¿producción de bienes?, ¿cuáles bienes y cómo?

Además, también parece que ahora las escuelas serán centros de amamantamiento de bebés, para que las madres del vecindario le pongan las tetas a sus críos delante de los estudiantes. Así quizás se aprovecharía de estimular los instintos maternales de las niñas, mientras los varones aprenderían a abandonar la tradición machista de la sociedad limpiándoles la caca a los nenes.

Tanta palabrería pierde sentido cuando no se resuelven los problemas concretos de la educación, esto es, transformarla en un verdadero pilar del desarrollo democrático, justo y libre del país. Esto es, sencillamente hacer efectivo lo que dice el Art. 3 de esta misma ley.

Sin embargo, la pretendida mayor masificación de la asistencia a la escuela que pregona el discurso populista del gobierno ha conducido simplemente a una educación de peor calidad, ya que tiene cada vez menores exigencias de estudio, una infraestructura deteriorada y con un mantenimiento que es fuente de grave corrupción. Nunca se había gastado tanto dinero en obras para las escuelas, dice el gobierno, pero también nunca se había tenido tanta ineficiencia y tanta corrupción como ahora.

Se manipula la esperanza de la población con grandilocuentes discursos sobre un supuesto socialismo del siglo XXI que nadie sabe qué es, pero dicen que resolverá todos los problemas, entonces sirve para justificar todas las arbitrariedades del gobierno, las ansias de poder personalista del híper líder, y nunca nada llega siquiera a parecerse a un socialismo en sentido de una sociedad justa, libre y equitativa, por el contrario, cada vez se evidencia con mayor claridad el carácter autoritario, excluyente, persecutorio y sectario del gobierno.

Lástima, la historia de caudillos en Venezuela se repite otra vez… y no es culpa del caudillo, entre tantos aduladores que lo rodean.
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