El Ministerio de Educación tiene la misión de promover en los niños y niñas del país una formación con valores del socialismo del siglo XXI; en consecuencia, los nuevos cuentos infantiles estarán alineados con el objetivo expresado. A modo de ejemplo típico se presenta el siguiente cuento infantil, versión original que no se parece a ninguno de los cuentos clásicos de la burguesía:
LA CAPERUCITA ROJA ROJITA
Érase una vez una dulce niña que vivía en el bosque con su madre, ambas dedicadas a la misión de alfabetización de Monte Adentro. En el vecindario ella era conocida como Caperucita Roja Rojita, la “Cape” para los más amigos, porque siempre usaba orgullosamente una capa roja que le había regalada el inefable Rafa, el de Pedevesa.
Una mañana, mientras caminaba distraída por el bosque en dirección hacia la casa de su abuelita, se encontró con un feo lobo con aspecto de oligarca.
- ¿Quién eres? ¿A dónde vas? – preguntó el lobo con una falsa sonrisa de simpatía
- Soy la “Cape” Roja Rojita y estoy recogiendo flores para mi abuelita – respondió la niña, algo sorprendida, pero con más curiosidad por conocer a ese extraño personaje montado en una gran moto Harley-Davidson.
- Te aconsejo que no te distraigas, porque hay muchas alimañas por estos alrededores – dijo el lobo intentando ganar su confianza – Si quieres, yo mismo te puedo llevar más rápido en mi nave.
Caperucita Roja Rojita entusiasmada se montó en la parte trasera de la moto y abrazó fuertemente al lobo por su cintura para no caerse, mientras el lobo hacía demostraciones del poderío de su vehículo, aceleraba y tomaba las curvas con mucha maestría.
El lobo iba disfrutando de la cercanía de la Caperucita, la llevaba pegada a su cuerpo y podía sentir su aliento, sentía el calor de su cuerpo, nunca le había dominado tanto placer, su hocico jadeaba y se le caía la baba con su lujuriosa excitación. Me la voy a comer a ella y a su abuelita, pensaba con una risita disimulada.
La abuelita era una vieja loca que pasaba la mayor parte del tiempo sola. Sintió mucha alegría al ver a su nieta con el acompañante en moto y pensó que venían a celebrar una fiesta de disfraces, entonces invitó a ambos a entrar a su casa, puso música bailable de salsa, merengues, hip hop y otras más, sacó unas botellas de ron añejo y unas papitas fritas, se puso su disfraz de tigresa y organizaron tremendo sarao.
Era tan grande el escándalo que ellos tenían en la casa que todos en el bosque estaban escandalizados, el búho se tapaba los oídos de indignación y las ardillas corrían alejándose del sitio.
El ruido llamó la atención de un valiente cazador de la zona quien era conocido en los suburbios que frecuentaba como el Tribilín de Sabaneta.
Se asomó por la ventana de la casa de la abuelita y vio a la Caperucita sentada sobre las piernas del lobo y a la anciana tendida a su lado algo desvestida. De inmediato hizo un disparo al aire con su escopeta para espantar al lobo y luego lo persiguió hasta que desapareció en el bosque.
El Tribilín de Sabaneta se reunió más tarde con la Caperucita, su madre y su abuela, y les explicó lo indebido de juntarse con lobos oligarcas, pues sólo buscan aprovecharse de la gente humilde, y les dio una larga explicación sobre el socialismo del siglo XXI, en el cual todos seremos felices por siempre.
Fue un largo discurso, al punto que ellas tres se durmieron plácidamente y en sus dulces sueños cantaban juntas al gallardo cazador: ¡Oligarcas temblad, oligarcas temblad, ya viene el huracán…!
LA CAPERUCITA ROJA ROJITA
Érase una vez una dulce niña que vivía en el bosque con su madre, ambas dedicadas a la misión de alfabetización de Monte Adentro. En el vecindario ella era conocida como Caperucita Roja Rojita, la “Cape” para los más amigos, porque siempre usaba orgullosamente una capa roja que le había regalada el inefable Rafa, el de Pedevesa.
Una mañana, mientras caminaba distraída por el bosque en dirección hacia la casa de su abuelita, se encontró con un feo lobo con aspecto de oligarca.
- ¿Quién eres? ¿A dónde vas? – preguntó el lobo con una falsa sonrisa de simpatía
- Soy la “Cape” Roja Rojita y estoy recogiendo flores para mi abuelita – respondió la niña, algo sorprendida, pero con más curiosidad por conocer a ese extraño personaje montado en una gran moto Harley-Davidson.
- Te aconsejo que no te distraigas, porque hay muchas alimañas por estos alrededores – dijo el lobo intentando ganar su confianza – Si quieres, yo mismo te puedo llevar más rápido en mi nave.
Caperucita Roja Rojita entusiasmada se montó en la parte trasera de la moto y abrazó fuertemente al lobo por su cintura para no caerse, mientras el lobo hacía demostraciones del poderío de su vehículo, aceleraba y tomaba las curvas con mucha maestría.
El lobo iba disfrutando de la cercanía de la Caperucita, la llevaba pegada a su cuerpo y podía sentir su aliento, sentía el calor de su cuerpo, nunca le había dominado tanto placer, su hocico jadeaba y se le caía la baba con su lujuriosa excitación. Me la voy a comer a ella y a su abuelita, pensaba con una risita disimulada.
La abuelita era una vieja loca que pasaba la mayor parte del tiempo sola. Sintió mucha alegría al ver a su nieta con el acompañante en moto y pensó que venían a celebrar una fiesta de disfraces, entonces invitó a ambos a entrar a su casa, puso música bailable de salsa, merengues, hip hop y otras más, sacó unas botellas de ron añejo y unas papitas fritas, se puso su disfraz de tigresa y organizaron tremendo sarao.
Era tan grande el escándalo que ellos tenían en la casa que todos en el bosque estaban escandalizados, el búho se tapaba los oídos de indignación y las ardillas corrían alejándose del sitio.
El ruido llamó la atención de un valiente cazador de la zona quien era conocido en los suburbios que frecuentaba como el Tribilín de Sabaneta.
Se asomó por la ventana de la casa de la abuelita y vio a la Caperucita sentada sobre las piernas del lobo y a la anciana tendida a su lado algo desvestida. De inmediato hizo un disparo al aire con su escopeta para espantar al lobo y luego lo persiguió hasta que desapareció en el bosque.
El Tribilín de Sabaneta se reunió más tarde con la Caperucita, su madre y su abuela, y les explicó lo indebido de juntarse con lobos oligarcas, pues sólo buscan aprovecharse de la gente humilde, y les dio una larga explicación sobre el socialismo del siglo XXI, en el cual todos seremos felices por siempre.
Fue un largo discurso, al punto que ellas tres se durmieron plácidamente y en sus dulces sueños cantaban juntas al gallardo cazador: ¡Oligarcas temblad, oligarcas temblad, ya viene el huracán…!
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Alex, no dejarás de sorprenderme.
ResponderEliminarUn saludo de tu amigo Juan Antonio de Riotinto.
Por cierto, la melena te da un aspecto más a lo "Maya".