Cuando llegué a Venezuela en el año 1975 podía comprar libremente divisas a 4,30 Bs./dólar y hacer con el dinero fruto de mi trabajo lo que me viniera en gana. En cambio, hoy sólo puedo solicitar ante el ente gubernamental Comisión de Administración de Divisas (CADIVI), a través de algún banco operador, un monto máximo de 3.000 dólares anuales a 4.300 Bs./dólar, o como se dice ahora: 4,30 Bolívares Fuertes, que de fuerte no tiene nada debido a la inflación de los últimos años que es una de las más altas del mundo.
Ese monto de 3.000 dólares sólo lo puedo lograr si lo justifico adecuada y anticipadamente con un viaje al exterior, con pasaje en mano, tarjeta de débito, no estar inhabilitado en el sistema de Cadivi y que en ese momento exista disponibilidad de dólares en el banco. Además, debo mantener los comprobantes de mis gastos en el exterior por si acaso al gobierno se le ocurre examinar la legitimidad de mis consumos, caso contrario me expongo a severas multas.
Si alguien deseaba adquirir más dólares debía recurrir al mercado permuta para comprarlos a un precio mucho mayor, especie de mercado legal entre blanco y negro, porque estaba permitida la negociación de papeles financieros en dólares, pero no era legal publicar la tasa de cambio. Algo así como que la mujer del vecino podía montarle cachos a su marido con todo el mundo, pero había prohibición de decirlo.
Ahora, a partir de hoy, se acaba de autorizar un tercer tipo de cambio de divisas mediante un sistema de bandas que administra el Banco Central, pero sólo “para cubrir necesidades y no para la especulación”. No está nada de claro cómo el gobierno evitará que opere la ley de la oferta y demanda para un mantener una tasa que evite una inflación más alta que la ya desbocada por la política económica del gobierno, tampoco se sabe cómo el BCV determinará si la solicitud es especulativa o no, y menos se sabe si los criterios que se apliquen serán permanentes en el tiempo.
La economía del país funciona con las importaciones, es la maldición del petróleo, que es prácticamente el único producto de exportación del país, pero importamos el 70% de lo que comemos, aparte de otros insumos de la industria. Entonces para que funcione la economía del país se necesita importar materia prima, equipos, maquinarias, repuestos, tecnología, alimentos, medicinas, etc., y estos conceptos son dólares, dólares, y más dólares…
Los dólares preferenciales a 2,60 y 4,30 Bs./dólar son otorgado por Cadivi para importar productos de acuerdo a un listado de prioridades, bajo supuestos controles muy estrictos, pero que sin embargo no han podido ocultar la podredumbre de la corrupción y el favoritismo en los órganos del Estado y que se ha expresado, entre otras cosas, en las crisis de los empresarios chavistas.
De hecho, la nueva banca de la boli-burguesía se enriqueció con recursos públicos y luego huyó del país cuando fueron sorprendidos en sus delitos, en tanto que a ningún funcionario público le pasó algo, a pesar de que la estafa fue de millones de dólares. Otro caso vergonzoso es el de las importaciones con dólares preferenciales de miles y miles de toneladas de alimentos que se pudren en containers de los puertos y el gobierno intenta minimizar el escándalo como si no hubiesen millonarias comisiones que entraban en juego.
Para el gobierno la culpa es de los ricos. Por supuesto que si el gobierno sigue con sus ataques a la empresa privada, un perverso acosamiento para desprestigiarlos, sigue con sus embestidas a la disidencia política y las limitaciones a la libertad de opinión, continuará el ambiente de inseguridad jurídica y pérdida del Estado de derecho. En consecuencia, seguiremos con ínfimas inversiones en la economía, salvo en la industria petrolera donde las transnacionales funcionan con una perspectiva de medio y largo plazo, y se apostan como caimanes en boca de caño para cuando la nave se hunda en estas borrascosas aguas.
De modo que industria que no produce es signo de fuga de capitales, porque los dueños querrán llevarse el dinero, emigración de los sectores más acomodados de la población también es señal de fuga de capitales, expropiación de empresas privadas es fuga de capitales, las ansias de ahorrar en dólares también lo es.
Entonces no hay reservas internacionales que soporten esta fuga originada por las verborreicas amenazas del Atila venezolano, de manera que el sistema de bandas del Banco Central para la venta de dólares no tiene definitivamente mucho futuro, a menos que la tasa de cambio exprese las verdaderas expectativas económicas del país, o este sistema sea simplemente una gotera que obligará a surgir un nuevo mercado negro, como el que ocurre en la frontera con Colombia donde todos los días se transan bolívares y pesos colombianos que luego de transforman en dólares.
Sin embargo, para el gobierno la economía funciona por las órdenes impartidas por el supremo, la economía la entienden como el manejo de un cuartel. Entonces la ley de la oferta y demanda sencillamente se ha modificado por decreto, porque en el socialismo de Chávez los precios deben bajar cuando baja la oferta, es orden del comandante.
Asimismo, cuando se duplican los puestos de trabajo de las empresas expropiadas los costos deben bajar, ya que es orden impartida para las empresas básicas del aluminio, la siderurgia, la hidroelectricidad, etc. El que no obedezca esta nueva ley es contrarrevolucionario… y cuidado si antipatriota.
También la ley de la gravedad será modificada por orden del supremo jefe, ahora las cosas caerán para arriba para que nadie tenga que hacer esfuerzos exagerados como aquellos a los cuales obliga el capitalismo salvaje que tanto daño ha hecho a la humanidad. Orden del Comandante.
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