Dicen que durante la creación del mundo le reclamaron a Dios que a Venezuela la había privilegiado puesto que era injusto asignarle tantos recursos naturales, grandes ríos de enorme potencial hidroeléctrico, reservas petrolíferas para cubrir sus necesidades de energía por cientos de años, condiciones climatológicas para desarrollar la energía solar, eólica, marina, etc., entonces Dios contestó que no había ningún favoritismo, al contrario, había colocado también en el país algunos chavistas que eventualmente tendrían el poder del gobierno… ¡Vaya desgracia tan maluca!
¿Por qué Dios nos habrá puesto tan difícil prueba? Acaso tan grande ha sido nuestra desobediencia a su mandato divino que nos castiga como a los egipcios que sufrieron las 10 plagas bíblicas que describe el Antiguo Testamento y la Torá. Al menos si el castigo hubiese consistido en el Diluvio Universal, entonces tendríamos agua para saciar la sed, para el aseo personal y bañarnos todos los días, para atender a los animales que nos acompañan y proveen de alimentos; sin embargo, entre las plagas más brutales del país está la sequía que ahora nos agobia.
La sequía limita la disponibilidad de agua en las represas, las cuales tienen restringida su capacidad de generación hidroeléctrica que, a su vez, asfixia la ya muy golpeada capacidad industrial del país. Entonces nuestro mesías impone racionamientos de electricidad y agua a toda la población del país.
Este irreverente gobierno no tiene escrúpulos en insinuar la culpa de esta situación al castigo divino de nuestro Dios padre, supuestamente invocado por la conservadora jerarquía de la Iglesia Católica, sin considerar siquiera que, según lo expresa el mismo líder de la revolución bolivariana, Jesús es su aliado anticapitalista. Es más sencillo para el gobierno culpar de esta situación al fenómeno del El Niño, cuya denominación hace referencia precisamente al mismo niño Jesús, puesto que se manifiesta durante épocas de fiestas navideñas.
Claro, el líder explica además que este fenómeno es consecuencia del calentamiento global del planeta provocado por el capitalismo salvaje que destruye al mundo, como si los países del socialismo real han sido hasta ahora inocentes angelitos de la guarda que no han dañado a nadie, ni a las personas ni al ambiente, ni siquiera con el pétalo de una rosa.
Tenemos últimamente, entre la avalancha diaria de las verborreicas cadenas nacionales de televisión y radio, unos documentales oficiales para hacernos entender a la población - pobres ignorantes que somos nosotros - que el sacrificio del racionamiento de agua que nos obliga a bañarnos con una totuma y bajar el agua del tanque de la poceta del baño una sola vez al día, es por culpa de El Niño, cum hoc ergo propter hoc es culpa del capitalismo mundial.
Igualmente sería este mismo fenómeno del clima, junto con la mentalidad de derroche de los venezolanos en el consumo eléctrico, la causa principal del racionamiento eléctrico. Definitivamente el capitalismo internacional se las trae consigo contra Venezuela, el centro mismo de la revolución del socialismo del siglo XXI que transformará todo el globo terráqueo, el sistema planetario completo y seguramente la galaxia misma.
Nuestro presidente acaba de descubrir que existe este fenómeno climatológico denominado El Niño, aunque seguramente leyó muy rápido la página Web de Wikipedia y no alcanzó a ver que este fenómeno es conocido desde los años 90 y tiene más de once milenios de historia climática.
Este inepto gobernante todavía no sabe, después de 11 años en el poder, con un control casi absoluto del Estado y con los mayores ingresos petroleros de la historia del país, que en sus funciones de gerenciar la nación está la de proyectar el futuro del país, y planificar las obras requeridas y su mantenimiento para el bienestar de la población de acuerdo a los escenarios probables. Posiblemente sus asesores no saben todavía que el fenómeno de El Niño tiene un recurrencia promedio cada 3 ó 4 años.
Realmente el problema más grave no es la falta de agua para lavarse y quitarse el sucio de la cara, sino la dramática gravedad está en la suciedad de un gobierno ladrón y corrupto cuyos altos jerarcas ni siquiera guardan las apariencias para el robo descarado, como el caso de los bancos de los seudo-empresarios socialistas, ni se cuidan de ufanarse y hacer ostentación de su nueva riqueza mal habida. Esto sin hablar del servilismo y obediencia incondicional de los altos funcionarios del gobierno que sin rubor se humillan vergonzosamente ante el autócrata. No hay moral alguna en este gobierno.
Tampoco es problema muy grave la falta de luz eléctrica, sino lo es la falta de la luz del entendimiento de un gobierno ignorante e inepto que en nombre de la justicia social destruye el país, todo lo que toca lo vuelve maloliente miasma y la disfraza con la verborrea que se alimenta de pensamientos del siglo antepasado, que promueve modelos sociales de igualitarismo que ultrajan la condición humana y pretenden organizaciones sociales como la de los insectos.
“Moral y luces son nuestras primeras necesidades”, lo dijo Simón Bolívar.
¿Por qué Dios nos habrá puesto tan difícil prueba? Acaso tan grande ha sido nuestra desobediencia a su mandato divino que nos castiga como a los egipcios que sufrieron las 10 plagas bíblicas que describe el Antiguo Testamento y la Torá. Al menos si el castigo hubiese consistido en el Diluvio Universal, entonces tendríamos agua para saciar la sed, para el aseo personal y bañarnos todos los días, para atender a los animales que nos acompañan y proveen de alimentos; sin embargo, entre las plagas más brutales del país está la sequía que ahora nos agobia.
La sequía limita la disponibilidad de agua en las represas, las cuales tienen restringida su capacidad de generación hidroeléctrica que, a su vez, asfixia la ya muy golpeada capacidad industrial del país. Entonces nuestro mesías impone racionamientos de electricidad y agua a toda la población del país.
Este irreverente gobierno no tiene escrúpulos en insinuar la culpa de esta situación al castigo divino de nuestro Dios padre, supuestamente invocado por la conservadora jerarquía de la Iglesia Católica, sin considerar siquiera que, según lo expresa el mismo líder de la revolución bolivariana, Jesús es su aliado anticapitalista. Es más sencillo para el gobierno culpar de esta situación al fenómeno del El Niño, cuya denominación hace referencia precisamente al mismo niño Jesús, puesto que se manifiesta durante épocas de fiestas navideñas.
Claro, el líder explica además que este fenómeno es consecuencia del calentamiento global del planeta provocado por el capitalismo salvaje que destruye al mundo, como si los países del socialismo real han sido hasta ahora inocentes angelitos de la guarda que no han dañado a nadie, ni a las personas ni al ambiente, ni siquiera con el pétalo de una rosa.
Tenemos últimamente, entre la avalancha diaria de las verborreicas cadenas nacionales de televisión y radio, unos documentales oficiales para hacernos entender a la población - pobres ignorantes que somos nosotros - que el sacrificio del racionamiento de agua que nos obliga a bañarnos con una totuma y bajar el agua del tanque de la poceta del baño una sola vez al día, es por culpa de El Niño, cum hoc ergo propter hoc es culpa del capitalismo mundial.
Igualmente sería este mismo fenómeno del clima, junto con la mentalidad de derroche de los venezolanos en el consumo eléctrico, la causa principal del racionamiento eléctrico. Definitivamente el capitalismo internacional se las trae consigo contra Venezuela, el centro mismo de la revolución del socialismo del siglo XXI que transformará todo el globo terráqueo, el sistema planetario completo y seguramente la galaxia misma.
Nuestro presidente acaba de descubrir que existe este fenómeno climatológico denominado El Niño, aunque seguramente leyó muy rápido la página Web de Wikipedia y no alcanzó a ver que este fenómeno es conocido desde los años 90 y tiene más de once milenios de historia climática.
Este inepto gobernante todavía no sabe, después de 11 años en el poder, con un control casi absoluto del Estado y con los mayores ingresos petroleros de la historia del país, que en sus funciones de gerenciar la nación está la de proyectar el futuro del país, y planificar las obras requeridas y su mantenimiento para el bienestar de la población de acuerdo a los escenarios probables. Posiblemente sus asesores no saben todavía que el fenómeno de El Niño tiene un recurrencia promedio cada 3 ó 4 años.
Realmente el problema más grave no es la falta de agua para lavarse y quitarse el sucio de la cara, sino la dramática gravedad está en la suciedad de un gobierno ladrón y corrupto cuyos altos jerarcas ni siquiera guardan las apariencias para el robo descarado, como el caso de los bancos de los seudo-empresarios socialistas, ni se cuidan de ufanarse y hacer ostentación de su nueva riqueza mal habida. Esto sin hablar del servilismo y obediencia incondicional de los altos funcionarios del gobierno que sin rubor se humillan vergonzosamente ante el autócrata. No hay moral alguna en este gobierno.
Tampoco es problema muy grave la falta de luz eléctrica, sino lo es la falta de la luz del entendimiento de un gobierno ignorante e inepto que en nombre de la justicia social destruye el país, todo lo que toca lo vuelve maloliente miasma y la disfraza con la verborrea que se alimenta de pensamientos del siglo antepasado, que promueve modelos sociales de igualitarismo que ultrajan la condición humana y pretenden organizaciones sociales como la de los insectos.
“Moral y luces son nuestras primeras necesidades”, lo dijo Simón Bolívar.
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